Solo dormía después de un día de trabajo en el campo. No tenía idea que despertaría en medio de una pesadilla que ya casi completa dos meses y medio. Edicson Quintero, de 23 años de edad, es hoy procesado en un tribunal militar, siendo civil. Lo acusan de rebelión, ataque al centinela y espionaje, a pesar de que casi nada sabe, qué significa todo eso, pero es uno de los 28 detenidos tras los sucesos de Apure, donde se enfrentaba guerrilleros de las FARC PE y la Fuerza Arma Venezolana.
La tarea diaria de Edicson Quintero era ordeñar vacas. Su mamá Janet Quintero luchando siempre por las constantes enfermedades de su hijo, no tuvo mucho chance de darle estudio, así que el cultivo en los campos de la zona fronteriza de Apure con Colombia, era su presente. La pobreza le obligaba a trabajar duro, pero durante diciembre y enero detuvo su marcha el joven, porque problemas de salud lo obligaron a ser recluido en un centro de reposo donde le brindaron apoyo en salud mental.
Janet Quintero, su mamá, con una niña pequeña aún por terminar de criar, tuvo que coger camino y cruzar a Colombia para trabajar en oficios del hogar y otras tareas, a fin de poder completar lo de del sustento, debido a la reclusión en el hospital de su hijo. Pero, la sorpresa más amarga la hizo volver.
“Estuvo casi muerto”
Entre llanto agudo y sentada en unas escaleras antiguas que tiene San Cristóbal, justo cerca de los tribunales militares, cuenta Janeth Quintero: “exijo que le den libertad a Edicson, porque él es un muchacho enfermo. En Guasdalito, cuando estuvo allá, me lo golpearon estuvo casi muerto. Aquí también en Santa Ana (la cárcel) estuvo también enfermo y nadie lo sacó pal médico, estaba con fiebre, dolor de cabeza”.
“Él es trabajador del campo, me lo sacaron de la casa –llanto- yo no estaba. Duré más de dos semanas sin saber de mi hijo porque estaba desaparecido y decían que estaba muerto. Y todo eso para mí, ha sido, mejor dicho. Tengo más de dos meses aquí sufriendo. No sé por qué se lo llevan porque él en realidad ha sido un obrero del campo. Como le digo, en diciembre y en enero estuvo enfermo, salió de una clínica de reposo donde hay psicólogos y eso”.
– ¿Lo ha visto en este tiempo de prisión?
– “Sí, pero retirado. Como a dos metros casi, así por unas mallas más nada… Él se come lo que medio yo le paso”
– ¿Cómo hace usted para pasarle comida a la cárcel?
– “Yo me quedó al frente de la penal, (del Centro Penitenciario de Occidente) donde una señora, a mí me toca pagarle sí”.
– ¿Qué le pide usted a la justicia venezolana?
– “Que mi hijo es inocente, que no debe nada. Y además, es un muchacho que ha sido muy enfermo”.
– ¿Considera que se ha cometido una injusticia en el caso de su hijo?
– “Si señora eso”.
Janeth Quintero carga para todas sus diligencias a su otra hija, una niña de 8 años de edad. Dice que no volvió a su casa de Apure, pero le han contado que acabaron con todo. No les quedó nada y la gente les ha regalado ropa y es con lo que cuentan ahora.
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