Por: Luis A. Villarreal P.
Desde que la crisis comenzó a vislumbrarse y sentirse por la debilidad del bolívar que no tenía el respaldo de seguridad jurídica y Estado de derecho, sino de la desconfianza y el miedo, con la imposición de producir en condiciones absolutamente contraproducentes e inaceptables [a través de la peregrina idea de ‘una economía solidaria’ hecha política de Estado] se fue abriendo la caja de pandora y de sus adentros no han dejado de salir los males que nos perjudican.
Con el control cambiario múltiple, el venezolano fue obligado por necesidad económica a humillarse y a temer al régimen que muchísimos llegaron a nutrir y robustecer con su adhesión y voto ‘revolucionario’, siempre creyendo en la cómoda ilusión del Estado paternalista, de un gobierno dadivoso y sobreprotector que pusiera los mangos bajitos en todos los sentidos.
El instinto de supervivencia; y, por qué no, el oculto deseo de realizar la quimera de irse por allá y salir de abajo en el bululú de la emigración —como copiando un poco la época del descubrimiento de América por parte de Colón y sus acompañantes que se creyeron en otro rumbo—, ya no buscando El Dorado o la tierra de la Eterna Juventud, como entonces, pero sí transitando parajes y travesías peligrosas como el Tapón del Darién y el Río Grande o Río Bravo, y los agrestes caminos hacia el sur, para encontrar ‘lana’ y volver.
Muchos han encontrado rechazo, otros han sido utilizados por la diatriba política proselitista que causa la inmigración, sobre todo en Estados Unidos, país en el que tal fenómeno ha sido problema principal. Al extremo de que, debido a las elecciones de medio mandato a realizarse en noviembre próximo, los republicanos en algunos estados saturados de inmigrantes han optado por enviarlos a lugares denominados ‘ciudades santuario’, sitios abstractos que tal vez niegan una integración digna; inclusive, los han sacado de instalaciones religiosas de socorro para llevarlos a bases militares.
Lo antes dicho, no es sino la excusa que por razones humanitarias se sigue justificando.
No obstante, no debemos conformarnos con dejar el país, como si fuera un objeto desechable sobre el que no tenemos sentido de pertenencia ni sentimiento de Patria alguno. Tenemos que entender, aunque estemos persuadidos de lo contrario, que somos dolientes de nuestra Venezuela y que de ella debemos responsabilizarnos dondequiera que estemos, conscientes de que esa sí sería una acción noble, digna del ser venezolanos.
Los esperados avances de Legitimación, Primarias y Elecciones Libres presidenciales, se han ralentizado pese a la preocupación por un adelanto de elecciones que pudiera estar tramando el oficialismo. Esa demora para dar a luz el Reglamento de Primarias y presentar los integrantes de la Comisión Nacional de Primarias, no del todo es atribuible a la Secretaría Ejecutiva de la Plataforma Unitaria Democrática, sino a los partidos que dizque han pedido un ‘tiempito’ para conocer, estar mejor instruidos y postular, según el caso. Pero, ciertamente, la mayor expectación es por la fecha de las Primarias.
Lo que si se sigue viendo es la ‘preocupación’ y el taquititaque de quienes siendo ‘opositores’ promueven al CNE como órgano electoral ineludible para la realización de Primarias y Elecciones Libres presidenciales. Y el colmo de los colmos —como el de Casimiro el ciego que vivía en Bella Vista— es que toda esa insistencia la hacen en pro de una campaña ‘Unitaria’ y del amplio espectro ‘inclusivo y participativo’, a sabiendas de que prescindir del CNE es una condición sine qua non de quienes SÍ saben qué son Elecciones Libres [y no es capricho]. O sea, seguras y trascendentes. Tal y como las quieren los países democráticos, y recomiendan los informes sobre elecciones pasadas.
Estados Unidos, país ante el que estaría insistiendo la Plataforma Unitaria para que por su intermedio y presión se pueda lograr la prosecución del Diálogo en México donde se ventilarán las Elecciones Libres y limpias —so pena de incrementar las sanciones al gobierno cuestionado de Venezuela—, no ha dicho más nada.
Solo se sabe que la Casa Blanca ha aprovechado de intercambiar a siete estadounidenses detenidos en Venezuela por dos miembros del entorno de Miraflores condenados en EEUU. Biden al respecto dijo:
«Hoy celebramos que siete familias volverán a estar completas». Ojalá que lo que es bueno para el pavo lo sea también para la pava, porque millones de familias venezolanas desean estar completas, ¿o no?
Suponemos que el presidente Biden estará muy ocupado con: la campaña para elecciones de medio mandato —donde su gobierno podría perder el poder legislativo que lo acompaña en las dos cámaras—; el denuedo de impedir que Donald Trump logre ese objetivo; también en la crisis climática que azota varios estados de su país; y, sobre todo, rascándose la cabeza por la guerra en Ucrania.
La paciencia del mundo occidental se estira y se estira por el vandalismo estatal de Putin que lo afecta y que con su necedad y frustración ha ignorado las exigencias de la ONU por la paz mundial, seriamente amenazada por el chantaje nuclear putiniano, siendo aplaudido, según la propaganda autócrata, por un pueblo dominado y sin valores democráticos que confina a esa potencia a los predios del segundo mundo.
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