Luis A. Villarreal P.
Ya se acerca la hora de insistir sin tregua ni titubeos sobre esa exigencia tendiente a renovar los bríos y el deseo de asistir a los centros de votación para elegir a quien ocupará la primera magistratura del país; obviamente pensando en darnos unas elecciones confiables. De no ser así, entonces estaremos ante unas elecciones iguales o peores a las realizadas; y, en consecuencia, los electores quedarán obligados a repensar si vale la pena o no cumplir con el ‘deber del voto’.
El dilema de votar o no sigue presente por los desafueros observados en el ambiente oficial electoral, y es un arma de doble filo: podría ser aprovechado por el oficialismo para reducir el enorme caudal de votación opositora, o por la Oposición en el sentido de atrincherarse al extremo, a objeto de conseguir sus objetivos o fortalecerlos al máximo; tratando de establecer respeto y mejores condiciones electorales.
Es una dura prueba opositora pensando en las Presidenciales; pero será luego de combatir con éxito las inhabilitaciones, poniendo a salvo el liderazgo provenido de las Primarias, algo no menos difícil e importante, cuando debemos finiquitar este dilema de la mejor forma posible. Opiniones y propuestas en tal sentido fluyen por los ríos del cambio radical necesario. Allanar el camino, es una de ellas; esto nos quiere decir: tensar la cuerda sin renunciar al propósito de reivindicar lo justo, el derecho político a elegir y ser electo, sin manipulaciones que valgan.
Al hablar de elecciones, muchos se han declarado, tal vez dando a entender su ‘cualidad’ de súper demócratas, férreos defensores del voto a ultranza, buscando su realización de manera dogmática, o ciega, precariamente digna, o definitivamente indigna. Empero, en la Venezuela del comienzo del siglo XXI se ha demostrado algo diferente y muy interesante de tener en cuenta, porque se decidió no ir a votar; y no con banales excusas, sino todo lo contrario.
Pero cuál es el lamento por haber decidido no votar. ¿De qué nos hemos perdido?. Repetir es mejor que olvidar…
Pues si de algo sirvió la abstención, fue para poner en tela de juicio a un ‘gobierno’ y al entramado de las instituciones concomitantes, señalándolos como absolutamente contrarios a la democracia; sobre todo al sistema electoral parcializado y dependiente del oficialismo al cual le sirve de herramienta, configurando un vasto poder ajeno al Estado de derecho y al compendio de libertades.
Ese fue un logro de la Oposición verdadera. Pero, luego, al retomar el camino electoral inicuo e incierto, se demostró el resto con la elección avasallante de la AN 2015 y de los poderes ejecutivos y legislativos, estadales y municipales; por cuanto, aún electos, no pudieron ejercer realmente tales mandatos; a algunos les negaron sus triunfos e incluso la proclamación; y, en general, a los que, sin pena ni hidalguía, ni visión del país integral al que estamos obligados —no como Estado Federal, sino como venezolanos simplemente—, les han utilizado en el dibujo y adopción de una imagen falseada de democracia, en beneficio de la hegemonía autoritaria.
La abstención, convertida por algunos en la ‘mala suerte’ de la oposición genérica, en la causa de la debacle de los partidos ahora casi neutros ante el dominio del llamado binomio cívico-militar, simplemente funge como chivo expiatorio de la incapacidad que se ha tenido frente a un régimen antidemocrático, aupado y defendido por poderes exógenos calculadores y perversos que tienen atenuada y comprometida la evolución política del orbe; tratando de sacar provecho para alimentar su soberbia y dominación ideológica, militar o económica; indiferentes de naciones y patrias autónomas y soberanas, en el marco de la globalización a expandirse bajo definiciones de proporción e igualdad, en un ámbito de deberes y derechos y oportunidades reales de superación y desarrollo.
Tampoco fue por miedo o equivocación de la partidocracia al declararse esta en huelga hasta en contra de su propio ‘sacramento’, mucho menos para hacerle un daño intencional e irreversible a la ‘institución’ del voto. No, nada de eso; con el acuerdo abstencionista se reivindicó la dignidad casi en extinción y la verdad transmutada en mentira
La primera, porque realmente debe haber condiciones morales y democráticas como aval del acto de votar; la segunda, porque el voto bajo condiciones de dominación tiene un valor cero, es un acto vicioso, inútil y contraproducente a la sociedad y al país. En nuestro caso, se usa para mentirle a los venezolanos y al mundo; haciendo ver y creer una práctica democrática inexistente y el aparente respeto por la constitución y las leyes; falsa fachada del modelo de crisis imperante; del régimen persistente, rapaz de libertades y derechos.
El recinto del voto es algo así como el confesionario, donde el ciudadano realiza su acto de contrición como elector, a través del cual se oxigenan y empoderan partidos y liderazgos, y también se cuestionan y castigan; y si se ejerce a conciencia, es una buena manera de querer aportar correcciones y soluciones a los errores y problemas que plantea la vida política nacional. Es, por tanto, una excelente oportunidad para hacernos responsables de los valores colectivos, el momento propicio de dar a conocer la ciudadanía trascendente. Aunque en realidad, y es lo lamentable, muchos asumen el ejercicio del voto como la oportunidad de lograr algo personal, para los suyos o su grupo, y nada más.
De las negociaciones en México; cuyo objeto primordial ‘era’, según la oposición partidista, llegar a acuerdos tendientes a promover un proceso de elecciones autónomas e imparciales; ya no se espera casi nada. El oficialismo ha pretendido la suspensión de sanciones impuestas principalmente a su régimen de excesos y distorsión, sin ofrecer a cambio algo concreto respecto a la realización de unas elecciones con un Consejo Nacional Electoral sin supremacía y ventajismo chavista; empezando por sus rectores, quienes han sido gobierneros, o no tienen diferencias reales con éstos porque se han alacranado sin remedio; formando un círculo de comprensión mutua y contribuyendo a la negación del cambio radical necesario, principalmente; y, más allá, dando apoyo parejo al continuismo del mismo régimen.
Al darse a conocer los nombres de los ‘nuevos’ rectores ceneistas, podríamos tener más certeza del tamaño de las exigencias propendientes a dar el sentido y alcance de esas peculiares elecciones denominadas Elecciones Libres. De la actitud adoptada por el ente rector CNE sabríamos a qué atenernos para continuar la lucha sin parar, transitando los caminos recomendados por las circunstancias, sin atenuar ni renunciar a la idea del cambio que necesitamos; con mayor determinación de fe y mucho coraje.
…
¿Dar muerte al liderazgo…?
Por qué ser tan pragmáticos
e indolentes, calculados e injustos,
ante ese liderazgo
crecido y con escrúpulos
frente a los causantes del infortunio
de nuestra Venezuela.
¡Ella no ha de rendirse y fenecer!
Solo salvarse espera
si con ella se es fiel,
reivindicando la causa del bien.
Con decidida voz
y participación solo exijamos
justicia sin temor.
Ya estamos protestando
porque nuestra candidatura al paso
de Primarias ungida
se deseche por exigencia del
régimen continuista.
Dar el brazo a torcer
es malograr el cambio de una vez.
L A V P
…
Se amenaza y crea confusión con la rebuscada idea de adelantar las elecciones Presidenciales, a fines de desubicar la Oposición ya fortalecida y con un norte bastante prometedor, inspirada en el respaldo arrollador que recibe del pueblo. Es, aparte de las inhabilitaciones —incapaces de poner de brazos cruzados a los dirigentes demócratas porque estos siguen su camino—, otro recurso ilegal usado por el oficialismo en su ansiedad de salirse con la suya.
Igualmente, sin éxito visible, ha intentado alcanzar un ‘consenso’, logrado dividir partidos y sembrar candidaturas dentro del ámbito ‘opositor’, no descartándose la confección de un outsider bajo presión para realizar el inescrupuloso trabajo de dividir a favor del régimen. Además, no se da por descontada ninguna artimaña surgida de los oscuros y perniciosos laboratorios cubanos. Ninguna.
…
Interesantes las Primarias argentinas. Sus resultados a todos sorprendió, incluyendo a las empresas ocupadas en la medición electoral, por cuanto las intensas y largas luchas dedicadas a superar o apagar el peronismo, comodín de tendencias partidistas volcadas a diversos propósitos, por fin ven crecidas las posibilidades de erradicar vetustos modelos lacerantes de la democracia, propulsores de populismo y exhibidores de protuberantes flagelos de corrupción y anti soberanía.
El liderazgo legitimado en la persona de Javier Milei; de la organización Libertad Avanza, catalogado como de ‘derecha extrema’ por sus agudas y singulares propuestas, necesariamente controversiales: dolarización, reducción del Estado, eliminación del Banco Central, privatización de empresas públicas, entre otras; es muy contundente. Seguido de Patricia Bullrich, de la coalición ‘centrista’ Unidos por el Cambio donde participa el expresidente Macri. En el reverso, de Primarias oficialistas, Sergio Massa de ‘Unión por la Patria’, miembro del gabinete de Fernández, y producto del consenso de las variantes del peronismo, se quedó con la candidatura del continuismo decadente obteniendo la cantidad de votos que lo posicionan detrás de Milei, aunque a la distancia.
Las elecciones están previstas para el coincidente 22 de octubre. Seguramente será un proceso animoso y alentador vista la decadente situación de la economía argentina; también serán aires y colores primaverales del subcontinente americano, incurso en grises y frías circunstancias políticas por culpa de los falsos y pésimos intérpretes del socialismo.