Elección presidencial del 28 de julio: El simulacro | Por: María Eloina Conde  

 

Hacer un balance del proceso de campaña no oficial es complejo por toda la incertidumbre que se ha vivido y que promete ser la constante hasta el día de la elección —recordemos que la campaña comienza según el cronograma oficial el día 4 de julio y finaliza el día 25 de julio— estos meses hemos tenido una novela digna de prime time que comenzó incluso antes de que la planificación de la elección fuese publicada.

Durante el proceso de inscripción de los candidatos ya sabíamos que veríamos decisiones y maniobras que confirmaban que sería una elección poco competitiva a la que le seguirían inhabilitaciones inconstitucionales, adjudicaciones arbitrarias de tarjetas de partidos a quienes no los representan legítimamente, un rector denunciando públicamente la toma unilateral de decisiones dentro del ente rector, una reingeniería en los centros de votación del país que condenso en algunos centros un numero altísimo de votantes y en otros dividió las mesas para ubicarlas en sectores tradicionalmente bajo el control del gobierno. A todo lo anterior sumamos la imposibilidad para cambiar de residencia en el exterior, en el que poco menos de 70 mil electores pudieron hacerlo, dejando por fuera del registro un estimado de 4 millones de votantes y esto es sólo un paseo sin meticulosidad en medio de los abusos y claro sesgo antidemocrático de la elección.

Ese es el contexto del simulacro electoral que se desarrolla hoy domingo 30 de junio, que según el cronograma y planificación es organizado por el ente rector de la elección presidencial del 28 de julio de 2024. Bajo la lupa de la sociedad civil y los partidos políticos se desarrolla en todo el territorio nacional y puede ser una herramienta útil para familiarizarse con el proceso de votación y el tarjetón electoral.

Para el aparato gubernamental puede servir de termómetro y seguramente será usado para medir su capacidad de movilización y control dentro de sus estructuras, mismas que usa para la distribución de productos de la cesta básica, bonos y otras prebendas que bien podrían considerarse, como lo ha hecho el candidato opositor Edmundo González Urrutia, migajas de la inmensa riqueza de Venezuela. Los resultados del simulacro pueden darles claridad de sus números y la fuerza de coacción que siguen teniendo, aunque también hay que tomar en cuenta que con la consulta sobre el Esequibo la participación del simulacro fue mayor a lo que se vio en las calles el día de la consulta, con eso como referencia nada es determinante hasta el día de la elección y nadie puede tener certezas absolutas.

Por su parte, para la oposición aglutinada en la plataforma unitaria es un ejercicio de reconocimiento y ajuste de estrategias, medición de tiempos de votación, capacidad logística y por supuesto de demostración de fuerza, ciertamente no es igual una concentración espontánea en la que pueden asistir personas de cualquier edad a la que se puede hacer en un simulacro de este tipo en el que sólo los votantes suelen participar y es importante demostrar organización real, sobre todo después de la imposición a los testigos de mesa en todos los centros del país y limitarlos sólo a la posibilidad de representar a su partido y/o candidato en el centro de votación donde ejercen su derecho al voto, medida nunca antes tomada y que demuestra parcialidad clara para debilitar la defensa del voto opositor, que afectó al menos 25% de los testigos electorales de todo el territorio nacional, esto último según Omar Barboza, secretario ejecutivo de la plataforma unitaria.

El simulacro nos pondrá a las puertas del período oficial de campaña y comenzará la cuenta regresiva para el 28 de julio cuando, como nunca antes de acuerdo con la mayoría de los estudios de opinión, el venezolano optará por un cambio mediante el sufragio.

En nuestras manos estará que, pese a cualquier tropiezo, esa elección no se convierta en un simulacro del golpeado sistema democrático venezolano sino que sea el comienzo del camino de regreso a la normalidad de la que carecemos en Venezuela desde hace un cuarto de siglo y que desesperadamente necesitamos, porque luego de un camino tan sombrío, de tantos cambios negativos y de aprendizajes que no escogimos, preferimos pese a cada uno de los obstáculos  que nos han puesto ir a una elección que está lejos de ser competitiva como se firmó en los Acuerdos de Barbados pero que es nuestra única alternativa en éste momento, y en la que no es un simulacro la convicción, la fuerza y la determinación que hemos demostrado en todo el país para salir a votar y dar el primer paso para volver a vivir en un país donde la democracia y la libertad no sean un anhelo sino la realidad cotidiana.

 

María Eloina Conde

Junio, 30 de 2024

@MariaeloinaporTrujillo

 

 

 


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