Eladio Muchacho Unda, asiduo lector de diario «El Tiempo” / Por Pedro Frailán

Sentido de Historia

Nació en Valera en la Av. 11 a media cuadra del Cinelandia, atendido por una partera

 

 

“Rayo de muerte en la guerra y arco de iris en la paz. Cuando creyeron quizás, que se cansaba su brazo, hizo en América un trazo. Con aguas del Orinoco fue a regar el Chimborazo”.

“Nada más lógico que cuando el niño ya sepa leer, dirija sus miradas a nuestros propios escritores: esto más que realizar un fin patriótico contribuirá a preparar la cultura del alumno para ulteriores estudios de literatura”. (1959:5). Mario Briceño Iragorry, “Lecturas Venezolanas”.

En la construcción de este relato, el Dr. Eladio Muchacho recuerda los pasajes de un poema de un escritor peruano, que como oficio de su padre José Muchacho Daboín (Don Pepe), forma a sus hijos en torno a los valores de la venezolanidad, a sus grandes personajes, tradiciones, causas históricas de gran valía. Que se manifestaba por medio de los distintos géneros de la cultura, la poesía, la música, la historia, más las anécdotas cotidianas. Su preocupación era crear en nosotros un valor y sentimiento de nación, por ello revisamos, los símbolos patrios, la simbología.

Esta actitud nos hace mirar a la frase de don Mario Briceño Iragorry en su libro “Lecturas Venezolanas”, editadas en el año de 1928, que fue su gran preocupación por formar en valores a las nuevas generaciones, con una mirada a la patria.

Nos sigue comentando, que esa fue una de las preocupaciones de su padre por la familia, mientras que la mamá, doña Consuelo Unda Briceño, estaba pendiente en la formación, por enseñarles las oraciones, el santo rosario. Afirma que nació en Valera en la avenida 11 a media cuadra del Cinelandía, cercano a la bodega del señor Molina y de la heladería Inova, por allá en la década de los cuarenta; «nací atendido por la partera, la señora Ruiz, todos nacimos en la casa, además nos atendía el Dr. Carrillo».

Estudié hasta tercer grado en la escuela particular de una gran maestra, María del Rosario Abreu. La sala de su casa se transformaba en el salón de clase. Siempre al finalizar la jornada de estudio, nos pedía a varios estudiantes que nos quedáramos para ayudarle a guardar los pupitres y sacar los muebles, para construir de nuevo la sala y atender sus visitas por la tarde y la noche. Con el tiempo se le reconoció como «Trujillana del año», por su destacada labor en la educación de Valera y el estado.

Luego continué estudiando en el Colegio Salesianos, en la sede a media cuadra de la plaza Bolívar, luego nos fuimos a la sede actual, yo fui de esa transición a la nueva sede, llegué hasta tercer año, que era el máximo nivel de estudios aquí en Valera.

Luego fui a culminar el bachillerato al Colegio San José de Los Teques, también de los Salesianos, en donde nos formaron en un marco de libertad y autonomía personal, por ello es que me agrada tanto la libertad, tuvimos grandes maestros, siempre recuerdo al profesor Carlos Moros Jersey, quien con el tiempo fue rector de la UCV.

Siempre los fines de semana llegaban profesores a dictarnos talleres, charlas, de la Doctrina Social de la Iglesia, entre ellos recuerdo a Enrique Pérez Olivares, a Arístides Calvani, entre otros. Incluso, se conseguían ayudas de educación como económicas, para niños de bajos recursos, para continuar con la obra de Don Bosco. Siempre recuerdo al padre Monetti, a nosotros nos preparaban para dar charlas en otras instituciones, fue una experiencia de mucho provecho y formación personal.

Luego me fui a los Estados Unidos, a Nueva York, a estudiar inglés en la Universidad Michigan, yo que pensaba estudiar Ingeniería Química en la Universidad de California. Como ya había sido admitido en la universidad mientras se iniciaba el corte, pues continué estudiando inglés, en esta oportunidad me fui a Yorktown, Washington. Comentó una anécdota ocurrida un día en clase, era el año de 1963.

Nos impartía la clase la Dra. Chavarse, en pronunciación, ella pertenecía al partido demócrata, de repente la interrumpieron y le pasaron un papel, lo leyó y ese mensaje la afectó. Cuando se recuperó, nos pidió a los creyentes y católicos fuéramos a orar a la capilla, porque era una universidad jesuita y pedir por la vida del presidente Kennedy, que había sido fuertemente herido. En el grupo había un grupo de estudiantes, creo que eran de Corea del Norte, se pararon y aplaudieron. Yo viví todos esos sucesos de la muerte del presidente.

Al poco tiempo murió mi abuela, eso afectó mucho a mi mamá, vine de visita, ella misma dijo que estudiara aquí en Venezuela. Fue cuando decidí estudiar en la Universidad de Los Andes, en Mérida, economía. Mi papá todas las semanas nos enviaba los periódicos de aquí, sobre todo “El Tiempo”, para que estuviéramos informados de lo pasaba. Muchos estudiantes trujillanos, pues, iban al apartamento a leer la prensa, de ahí nació la Asociación de Estudiantes Trujillanos de la ULA. Fuimos a elecciones, salieron dos planchas.

Esa asociación ganadora, que presidí, inició planteándose la creación de un núcleo de la ULA, para Trujillo, comenzamos a conversar con el rector Pedro Rincón Gutiérrez. Le gustó la idea, pero para irse planteando el proyecto. Prosiguieron otras directivas hasta cuando llegó la sede de nuestra ULA al estado, el presidente de la asociación para ese tiempo era el Lic. Guillermo Torres.

 

«Mi anhelo, es ver de nuevo impreso el “Diario de Los Andes”

 

Me vine a ejercer mi profesión de economista en las empresas de Muchacho Hermano, sobre todo en el área de la construcción. Siendo Chuchi gobernador del estado, se presentaron muchos proyectos que incluían al gobierno y la sociedad civil. Al salir del cargo, me planteo la idea de fundar un periódico, se lo dije a Aníbal Miranda, que le gustaba esta área. Así, él se convirtió en el primer director del “Diario de Los Andes” y Guillermo Montilla, el jefe de redacción. Tuvimos grandes periodistas: Andrés Miliani, Luis González, Rafael Ángel Lujano, el Chino Urdaneta, Francisco Graterol Vargas, Raúl Díaz en la caricatura.

Luego vino otra generación donde estuvo Teresita Jiménez, Ronelsa Revilla, Raixa Urribarrí, venían egresadas de la Universidad del Zulia. Nosotros nacimos aquí en Trujillo, un 24 de agosto de 1978. Luego el año de 1992, 9 de noviembre, salimos en el Táchira. El director fundador fue José Romero Anselmi, quien era director del área deportiva de “El Nacional”, y se vino a participar en esta odisea. Para el año de 1998, un 20 de mayo, salimos en Mérida. Para convertimos en realidad en diario de la región andina. La edición del Táchira, nos permitió comunicarnos vía internet, a través de una línea muerta de Cantv, fuimos pioneros en este proceso digital.

Buenos momentos, aunque también nos han acompañado los desaciertos que nos encontramos en el recorrido del camino. Hago mención al doloroso caso, cuando intentaron apoderarse arbitrariamente del periódico, por parte del autoritarismo del momento. A mí me dijeron que entregara el periódico al “Banco Bicentenario”. No acepté. Entonces vas preso. Nos acusaron de estafa y estuvimos un tiempo de tres años en cautiverio. Fue una experiencia, distinta y fuerte. Leí mucho, aprendí mucho, mucha gente se portó con mucha solidaridad, los presos, personal de la cárcel. Me preguntaban que ¿por qué leía tanto?, les respondía, y les hablaba de la importancia de la lectura y la comentaba. En cautiverio, pero con un cirio encendido.

Yo tengo muchas esperanzas, mi anhelo, es ver de nuevo impreso el “Diario de Los Andes”, en cuatro ediciones. Dios mediante lo vamos a lograr.

 

 

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