Hay personajes a lo largo de la historia que se siembran para siempre en el alma popular. La gente siente una empatía asombrosa, a veces se pone en su lugar, revive sus momentos de alegría o de infortunio. Guardan su imagen para toda la vida en eso que llama memoria colectiva…
Luis Alberto, era un muchacho callado en sus años de estudiante de primaria, poco conversaba, pero era el primero en ponerse a la orden a la hora en que la generosidad llamaba para brindar solidaridad a otro compañero de estudio que necesitaba ayuda. Gozaba brindando solidaridad a la gente…Sobresalía entre el estudiantado porque era el de mayor altura.
Enojo carachero
Por mucho tiempo se respiraba en el pueblo un sentimiento de rabia contenida. Un señor Italiano por creer que tenía todo el dinero del mundo, humillaba y atropellaba a los habitantes cada vez que le venía en gana; las autoridades “morían calladas” porque siempre había bajadas de mula o de bolivarianos para que la justicia no entrara en acción…
En una fiesta de bachilleres que se celebraba en un conocido club de la localidad, un vigilante mató a sangre fría a un hermano menor del “Zurdo”. Luís Alberto entró en la más completa tristeza, parece que su cabeza estuviera metida en un profundo hueco negro; toda alegría se borró de su alma. Poco hablaba, ya no charlaba con sus amigos.
Jueces olorosos a ”mielda”
Por cosas del destino, una madrugada le cayeron a tiros a la casa de la familia que atropellaba al pueblo. Estos llenos de ira dijeron que era el Zurdo el autor de los disparos. Utilizaron su poder económico y en un santiamén lograron que jueces corruptos lo trasladaran hasta la cárcel de Trujillo…Allí repartieron dinero entre los reclusos para que el zurdo padeciera las más brutales vejaciones que puede un ser humano soportar: Palizas, golpes. Meter su cabeza en una poceta de mier… colectiva se hizo presente como el más grande acto de humillación.
La bendita libertad
Un día, Luís Alberto salió en libertad. Atrás quedaban los sufrimientos de la peor de las injusticias que había vivido en su corta vida…Comenzó a vivir fuera de casa, le agarró gusto a las hermosas montañas caracheras. No se sabe cómo se fue armando hasta los dientes. Me imagino que los enemigos de la familia que lo mando a la cárcel le ayudaron con tanto armamento.
“El zurdo” solo salía de noche con su morral de armas. Los vecinos le obsequiaban uno que otro alimento…Un día, Carache se volvió a estremecer, habían matado a un hijo de quien se creía dueño y señor de Carache. La adinerada familia acusó al “Zurdo” por el crimen. Hasta allí se mudaron las autoridades, enviaron a los mejores policías de la región para capturar a Luis Alberto.
La cosa no fue fácil. El fugitivo se convirtió en todo un veterano de guerra, no había manera de detenerlo… En los momentos que pagó servicio militar se convirtió en uno de los mejores francotiradores, así como experto en inteligencia militar…se escabullía como si tuviera pacto con un ser superior que lo protegía.
La impotencia de los cuerpos policiales era de tal magnitud que acudieron a una famosa bruja carachera para que les indicara donde encontrar a tan escurridizo fugitivo…se dice que muchas veces durmió en el cementerio municipal debajo de pesadas lapidas de cemento mientras sus verdugos lo buscaban montaña adentro… Los vecinos jamás dejaron de proporcionarle alimentos.
Mataron al zurdo…
Luís Sánchez, representaba la sed de justicia que reclamaba Carache ante los innumerables atropellos que sufría de manos de la familia de origen italiano…Un día la noticia corrió como pólvora: “Mataron al zurdo, mataron al zurdo”. El pueblo enmudeció en dolor mayor. La tristeza comenzó a recorrer las calles, se sentía una impotencia en los rostros caracheros quizás como nunca se había sentido…
Fue un 19 de junio de 1991, en que cayó abatido al más que famoso “zurdo”, no lo encontraron por los poderes mágicos de la conocida bruja, sino por la delación (sapeo) de un fulano de quien se dice recibió su buena tajada de dinero.
El día del entierro de Luís, las casas quedaron solas, Carache se volcó a darle el último adiós. De pueblos vecinos comenzó a llegar gente y más gente. Nunca en la historia de la tierra de la amable libertad se había presenciado un río humano de tantas y tantas personas que se reunieran para decirle “Hasta siempre” a quien se había marchado de este mundo… Con música, cantos y gritos, el soberano le dijo adiós al humilde muchacho que se convirtió en símbolo de justicia para un pueblo cansado de tantas injusticias.
Las vueltas que da el mundo
Por cosas de la vida, el oficial de policía que se dice mató al zurdo, un día comenzó a formar parte de una poderosa banda de ladrones de carros. Por allí lo veían en los mejores centros sociales de la ciudad consumiendo güisqui del mejor…Por peleas internas entre sus compinches, el oficial de policía fue ultimado a balazos, hasta allí quedaron sus andanzas y el orgullo que exhibía cada vez que se emborrachaba narrando como había ultimado al famoso “Zurdo carachero”.
Fuente: “El Carache que yo conocí”. Isabel Cañizales