Por: Luis «El Teacher» Cárdenas.- El Vigía es Tierra de Campeones, es una frase que durante más de una década me he cansado de «trillar» y tomar como muy mía para expresar el valor de nuestro municipio en el deporte y no ha sido por capricho, sino como consecuencia del talento humano con el que se ha contado a lo largo de la historia de esta pequeña pero pujante zona. Si algo le acierto al actual gobernante en su frase «El Vigía Potencia» es que en lo deportivo y cultural lo es realmente, aún cuando no cuente con el apoyo socioeconómico para sustentarlo.
Sin embargo, como quizás suceda en otras partes, incluyendo en el estado Mérida, que al momento de escribir estas letras no recuerdo si exista, El Vigía no cuenta con su propio museo del recuerdo, su lugar que cuente las grandes historias, anécdotas y los momentos que marcaron precedentes no solo para la municipalidad, sino también para el país mismo.
El Salón de la Fama del Deporte Vigiense, un proyecto que este servidor ha tenido rondando en su cabeza, pero que desafortunadamente por falta de recursos y apoyo no he podido cristalizar, no como un beneficio personal, sino como una contribución a una ciudad que además de no contar con muchos lugares de recreación, parte de su juventud desconoce a sus propios héroes por la falta precisamente de un espacio que cuente las hazañas de nuestros deportistas.
La idea de la creación de este museo la he expuesto desde el 2008 a los gobernantes de nuestra localidad, quienes han alzado su cabeza en señal de aprobación pero solo ha quedado ahí, sin mostrar luego interés de discutir dentro de su seno o de dar «luz verde» para que se cristalice. Desde la época de Robert Ramos, el «Alcalde del Deporte» y no es para menos, pues el hombre en esta área si bien no construyó tanto, tuvo su interés especial y se realizaron algunas actividades importantes, entre las que destaca los juegos interinstitucionales que desaparecieron con sus sucesores. De igual manera con Juan Peña y ahora con Mezin Abou Assi, con quién tuvimos una conversación hace dos o tres años atrás y le fascinó la idea, manifestándome que le presentara un proyecto el año que viene (o sea, el año que pasaba al momento que lo conversamos), trabajo que honestamente no he realizado por temor a que sea engavetado y una pérdida de mi valioso tiempo al final, pues ya he tenido algunas experiencias fracasadas cuando se trata de «proyectos» que tienen que ver con entes ejecutivos.
Hoy escribo esto con más fuerzas, con mayor vigor, en tiempos dónde el confinamiento nos permite tener algo más de «espacio» en nuestro reloj biológico para -cuando lo permita los gobernantes en la carga de «flexibilidad» visitar- poder conocer un poco de nuestra historia deportiva, especialmente para aquellos que amamos nutrirnos con los hechos relevantes, una tradición que en una Venezuela sumergida en crisis ha pasado en silencio, quizás por la mayor preocupación del pueblo en sobrevivir a la situación actual.
Al plasmar este escrito se me vino a la mente uno de los momentos que me marcaron dentro mi preocupación por la «ignorancia» existente en el mismo sector deportivo por parte incluso de sus grandes héroes. Fue en el año 2015, en una entrega del premio «Atleta del Año» en El Vigía. El ganador fue Albert Ramirez Duran y entre los homenajeados estaba el experto en patinaje, Glokner Ropero, quien venía de lograr en el 2014 el quinto lugar en el Campeonato Mundial Juvenil de Patinaje en Rosario Argentina. Por la medida de los aplausos se conoce el artista y la apática demostración de los presentes, en su mayoría jóvenes atletas destacados de la municipalidad, me dió a entender el desconocimiento de ellos mismos sobre quién era ese personaje que se estaba subiendo al estrado a recibir su reconocimiento. Y así sucede con otras glorias, quienes caminan desapercibidos por las calles de nuestra ciudad, cuando en otros países estas figuras no solo son reconocidas, sino que además reciben un trato especial y tienen dolientes. Eso es parte de lo que se quiere concienciar y culturizar a nuestro pueblo, a tener sentido de pertenencia por quienes nos han dejado bien en alto.
A esa vitrina deportiva hay que añadirle tres coronas mundiales de boxeo logradas por los ex campeones Edwin Valero (+) en par de ocasiones y José «Bolivita» Uzcátegui, una medalla de plata olímpica de Yoel Finol, tres títulos de Segunda División de El Vigía FC, decena de titulos nacionales en disciplinas como el boxeo, taekwondo, ajedrez (que además cuenta con algunos Maestros Fides, entre ellos Annyd Otazo y Jaime José Romero Barreto), un futbolista que además de ser Vinotinto y subcampeón mundial Sub 20, es hasta ahora el único que nos ha representado en Europa en tres de las grandes ligas, como los son la de España, Italia e Inglaterra, siendo el caso de Adalberto Peñaranda, quien apenas cuenta con 22 años, un Adrián Palacios que ya emerge como el futuro, con su participación con la selección de Venezuela Sub 15, un Albert Ramírez Durán que espera pronto unirse al pequeño liston de campeones mundiales, un entrenador que además de ser el primero en llevar al auriverde a la primera división, logrando su distinción como el DT revelación en 1994, fue asistente técnico de la época que marca el boom Vinotinto, como lo es Ramón «El Gato» Hernández, campeón del fútbol venezolano con el Atlético Zulia. Un Gonzalo Chacón, árbitro AIBA (internacional), con más de dos décadas en esa labor, Beltrán Peña y Marisela Contreras, quienes en su momento fueron Árbitro Fifa.
Un breve resumen de tanta rica historia, que se me pueden escapar muchos personajes en este escrito, pero que se pueden rescatar en ese museo, donde no puede faltar un grande como Oscar Ortega, el constructor de leyendas, nada más y nada menos que iniciador de las etapas formativa de nuestros dos únicos monarcas de boxeo y que tiene muchas vivencias que contar y nutrir a las nuevas generaciones, o un Nelson Contreras, dirigente que ha dedicado más de 25 años de su vida a dos equipos de fútbol de la localidad que le han brindado alegrías a su gente. O un Carlos Maya quien estuvo en cinco campeonatos mundiales de ciclismo y tres olimpiadas, además de ser campeón de la Vuelta al Táchira en 1995, la carrera más importante de Latinoamérica y dónde hasta hace un tiempo tuvo el récord de etapas ganadas con 13. Y eso que apenas caliento la historia con el pasado más reciente.
Aquí hay tres o cuatro que tienen la intención de hacer realidad ese proyecto, pero no basta, en un municipio que tiene más de mil practicantes solo en el fútbol, que tiene decenas de prospectos en béisbol, encabezados por Andrés Chaparro Romero, quien estuvo en el spring training de los Yankees de Nueva York antes de que se iniciara el confinamiento mundial y otros grandes atletas, entrenadores y dirigentes, leyendas y amantes del deporte tenemos que unirnos y hacer sentir que este no es un proyecto individualizado ni una idea que favorezca a una persona, sino a toda una ciudad que merece su reconocimiento mundial por su gran talento deportivo, cultural (que también merece su gran espacio) y social. Ahí les dejo esa idea a todos para que se sumen.