Si bien la institución a lo largo de su historia ha sufrido mucho para sostenerse económicamente y su endeudamiento social ha repercutido en cuanto a mejores resultados deportivos, en los últimos años, después de vivir tiempos de bonanzas, donde podían consolidar las bases y armar equipos que fueran competitivos, pero a la vez que se ajustaran a la realidad país, desordenes administrativos, gastos innecesarios y la voraz crisis social que perjudicó los intereses de los patrocinantes directos responsables de aportar los recursos han llevado al equipo a una crisis deportiva que influye en el crecimiento como institución, pues se ha creado un valor negativo y una desconfianza en la sociedad que le acompaña, a pesar de que un grupo de ella siga creyendo en el proyecto, como base fundamental del desarrollo de un símbolo representativo de la ciudad de El Vigía.
Es ahí donde debe cambiar el paradigma del capital social y la sociotecnología para que aquel equipo que levantó pasiones, que aún sigue siendo la mayor representación del gentilicio vigiense resurja como el ave fénix y vuelva a tener su espacio importante dentro del fútbol venezolano en su máxima categoría, de lo contrario, seguir con los mismos patrones los llevará a un túnel oscuro sin salida.