El viejo Hospital: acto de amor, bondad y sentimiento de Domingo Giacopini

Valera vivida, leída, escuchada y soñada (26)

“Referirse a la Valera de hace 100 años o más, es hablar de uno de los actos de amor más grande que yo he podido conocer en nuestra querida ciudad, y me refiero a la historia del “Hospitalito”, o mejor dicho, hospital Nuestra Señora de La Paz, el viejo hospital, el primer centro de salud con el cual contaron los parroquianos de aquella Valera insipiente de hace más de un siglo”

Así comenzó su narración sobre el viejo hospital el ingeniero, Reinaldo Parilli cuando le abordamos sobre su historia, la del Hospital Central y la red de salud de la ciudad. Con una memoria envidiable, con lujos de detalles nos paseó por esos momentos de gran valor histórico y sentimental de esa Valera que ya fue y que aún vive en el recuerdo de sus hijos.
Un 10 de mayo de 1923 y luego de tantos trámites, de tanta lucha, donde la perseverancia, amor y sentimiento para que la ciudad contara con un hospital, tuvo sus frutos. Desde ese día 10 de mayo de 1923, Valera comenzaba a contar con un centro de salud acorde a las necesidades del momento.
El protagonista de ese acto amoroso y sublime, tiene nombre y apellido, Domingo Giacopini. “Lo que hizo Don Domingo Giacopini marcó a los valerano de esa época. Lo que este emigrante italiano realizó por Valera fue extraordinario. Yo no he vuelto a saber de otros actos de amor semejante a ese.”
Interpretando a Reinaldo Parilli, ese acto de amor, su promesa por ver a su esposa sana y salva lo llevó a asumir una actitud histórica, heroica, titánica y bondadosa; hacer que los habitantes de aquel caserío de caminos y cañaverales, pudieran contar con un hospital y así salvar tantas vidas que por esos tiempos se perdían y que él la vivió en carne propia cuando tuvo a punto de perder a su segunda esposa. Esa promesa cambió a Valera para siempre. Su amor por su esposa, por esta tierra, lo llevaría a encabezar un movimiento en pro de un acto trascendental que dejó sentado al oficializarlo ante las autoridades municipales un sentimiento puro y doble, por el lugar que un día le abrió los brazos para recibirlo como hijo de esta gran familia llamada Valera.

 

Hay una
Historia

 

Como lo dice el ingeniero Parilli, hay una historia y cuando se cumplieron 93 años de haberse puesto en funcionamiento esa obra hospitalaria y 115 años de la promesa de Domingo Giacopini cuando en 1904 emitió un comunicado a la municipalidad para oficializar la donación de un terreno, una casa y 2.000 bolívares para trasformar en un Hospital. Extrajimos tres fragmentos de tres extraordinarios escritores, cronista y poetas quienes han contado esa fascinante historia con mucho apego, arraigo y exactitud, son ellos: Raúl Díaz Castañeda, Alberto La Riva Vale y el padre Juan de Dios Andrade.

 

Modificó la ciudad

 

Entra Valera al siglo XX con el pomposo nombre de ciudad. Realmente era un caserío de unos 5000 habitantes, en la que los acontecimientos más importantes eran los 20 bautizos y 10 entierros que ocurrían mensualmente.
Sucede un acontecimiento que a pesar de su relativa insignificancia, modificará la faz de la ciudad. Una mujer, Porfiria Lares, presenta un absceso hepático, que la coloca al borde de la muerte. Su esposo, Domingo Giacopini, aturdido por el hecho de no haber un sitio a donde llevarla, hace una promesa: si se salva fundará con sus medios un hospital. La mujer, intervenida quirúrgicamente como en un campo de batalla, se salva. La operan los doctores José Antonio Tagliaferro y Manuel Luzardo, residentes en Valera, José Antonio Hernández, que ejercía en Escuque, y Rafael París, médico de Maracaibo que estaba pasando unos días en Betijoque. Giacopini tiene que cumplir su promesa.
En 1904 se dan los primeros pasos: Giacopini dona una casa que había sido posada de arrieros, para que sea modificada y convertida en «Hospital de Caridad», y nombra la primera junta administradora del mismo; integrada por: Pbro. Dr. Miguel Antonio Mejía, Ernesto Spinetti, Eleazar González Troconis, Dr. José Antonio Tagliaferro, Julio Adolfo Troconis, Br. Pompeyo Oliva, Eduardo Gentini, Antonio Salinas, General Etanislao Sequera y Pedro Escalona.
Este primer ensayo fracasó rotundamente: el tal «Hospital de Caridad», que fue llamado «Hospital Nuestra Señora de la Paz», resultó ser un foso de enfermos crónicos, cazados en las calles a fuerza de plan de machete por la policía, mientras los dineros de Giacopini eran dilapidados por los amigotes del gobierno.
En 1905, Giacopini no se rinde, comienza de nuevo. La junta administradora se integra otra vez, a pedimento suyo, y sus palabras entusiasman nuevamente a los ediles y a los valeranos más notables. Vende un terreno por doce mil bolívares y destina el dinero para el fondo económico del hospital, mientras encarga a Pompeyo Oliva que haga los planos de una construcción idónea. Pero nada de esto se realizó: el Gobernador, haciendo valer su machete y su compadrazgo con «El Cabito», dictador de turno, obliga a la Junta Administradora que le entregue los fondos del hospital «en calidad de préstamo».
Es en 1909 cuando realmente comienza el levantamiento de aquel tan anhelado centro asistencial, según los planos de Oliva y con el apoyo del general Víctor Manuel Baptista, Gobernador del Estado para esa fecha, quien se entusiasmó mucho con la idea que le fue expuesta por el Pbro. Miguel Antonio Mejía, el General Rodulfo Terán y el Sr. Abdón Briceño, quienes integraban la Junta Administradora. A pesar de todo eso el edificio no se terminó, porque los que sucedieron al general Baptista ninguna preocupación mostraron por aquel maravilloso proyecto.
El gran sueño de su vida, el Hospital de Valera, no pudo realizarlo íntegramente, pero no fue culpa suya, sino de la época abominable que vivía el país. (Raúl Díaz Castañeda, Libro Valera, 1970).

 

Mano amiga para su culminación

 

Debido a las perturbaciones políticas y a la escasez de recursos, el trabajo se paralizó hasta 1916. A partir de ese año, la Junta prosiguió la construcción.
En 1917 don Ulpiano Cañizales donó importante suma para construir uno de los salones enteramente a sus expensas, el Dr. Cifuentes Labastida se activó, en el sentido de que la edificación no decayera, y doña Ana Hernández Bello de Tejera mediante saraos, verbenas, veladas y gestiones cerca del Presidente de la República y personas económicamente pudientes, logró recolectar fondos para la prosecución de los trabajos.
En 1919, el Concejo asignó una contribución mensual de cien bolívares y creó una estampilla municipal para ayudar a la obra. El general Gómez regaló 160 acciones de la Compañía Anónima «Planta Eléctrica de Valera» y 500 sacos de cemento.
El Hospital a partir de su inauguración, los nombres de Miróclates Montiel, Dr. Eugenio P. de Bellard, Dr. Manuel de J. Chuecos, don Juan de Dios La Corte, Pbro. Dr. Guillermo Parra, Pbro. J. Humberto Contreras, Dr. Pedro Emilio Carrillo, Pbro. Ignacio Burk, Dr. J. Gil Manrique y otros, figuran entre sus más calificados y útiles colaboradores y servidores. “Alberto La Riva Vale, Anales de Valera I, 1957).

 

Un 10 de mayo en la calle 10

 

El 15 de diciembre de 1922, la municipalidad designa la Junta Administradora del Hospital N. S. de la Paz: Presidente Honorario, el Presidente del Concejo Municipal. Principales: El Cura y Vicario de Valera, Dr. Eugenio P. de Bellard, Dr. Ricardo Cifuentes Labastidas, Manuel de Jesús Chuecos, Dr. P. E. Febres Cordero, Ernesto Ibarra, Dr. José Domingo Tejera.
El 10 de mayo de 1923, el Hospital N. S. de la Paz es puesto en servicio. Las Hermanas de Santa Ana, traídas por doña Ana de Tejera, se encargan del régimen interno y de la enfermería. Las primeras hermanas que vinieron son: las hermanas Patrocinias Navazcuez y Pilar, Isabel Asín, Apolonia Fernández, Carmen Ortiz y Genoveva Gascón.
El Concejo Municipal nunca se desentendió del Hospital ni siquiera cuando el 10 de febrero de 1955 le entrega el control y la administración al Ejecutivo del Estado. Construido el nuevo Hospital se destinó a enfermos crónicos y niños desnutridos. (Juan de Dios Andrade, 100 años del Primer Concejo Municipal, 1975).

 

 

Repensar a
Valera es…

SABER que, “A Domingo Giacopini tenemos que recordarlo siempre, es parte de nuestra historia y como uno de los forjadores de la Valera del último siglo. Aunque al final, no pudo ver cristalizada la obra y su sueño de un Hospital para Valera por los motivos que nos cuenta la historia, con él tendremos siempre una deuda eterna”, sostiene con firmeza y argumentos, Reinaldo Parilli

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