¿Qué camino escogemos para asumir nuestra vida? bien sea para con ella lograr diversidad de satisfacciones, enseñanzas, aprendizajes no sólo individuales sino colectivas o asumimos de vivir de forma insensible, superficial, sin compromiso alguno, consumista en nuestros espacios de convivencia, en la patria, en el planeta. Hay un empeño constante para vaciar la memoria y la identidad de los seres humanos, de los pueblos como vía para el sometimiento y la dominación por parte de quienes en el mundo se erigen como sus dueños y propietarios.
A mis amigos, amigas que logren detenerse en la lectura de esta columna les invito a la reflexión permanente, a encontrarse con la naturaleza y sus nobles enseñanzas, a buscar en las entrañas de la historia la razón y la inspiración necesaria para tener la solidez y la claridad del saber qué hacer en cualquier situación y más en los momentos de duras dificultades, donde debemos con capacidad y conciencia enfrentar con sabiduría y sobreponernos con hidalguía ante las circunstancias que nos puedan ahogar y que la respuesta correcta es no cruzarnos de brazos, ni mucho menos cansarnos, es levantarnos con la firmeza que nos ha caracterizado desde siempre en los distintos escenarios históricos.
Buscar el desánimo, la incertidumbre, la ansiedad, la desesperación, la reacción violenta de nuestro pueblo, es el objetivo de sus enemigos utilizando para ello todos los medios internacionales y nacionales para acosar, agredir, bloquear y ahogar nuestra república, nuestra gente. Por su puesto es importante resaltar el papel de la traición a la patria desarrollado por quienes desde sus partidos de derecha , élites económicas, mediáticos, cúpulas eclesiásticas guiadas por el imperialismo norteamericano desde nuestro país promueven abiertamente todo tipo de intervención extranjera colonialista para derrumbar nuestro proceso de soberanía e independencia nacional.
Quienes vivimos en la tierra de Guaicaipuro, de Simón Rodríguez, de Bolívar, Sucre, Ezequiel Zamora y Luisa Cáceres de Arismendi, de Fabricio Ojeda, Argimiro Gabaldón y de nuestro Comandante eterno Hugo Chávez nos levantamos en la inmensidad de sus ejemplos para fortalecernos y no ceder jamás a los chantajes, a las mediocridades, a las viles acciones de quienes han querido incendiar nuestro país. Que lamentable que haya seres humanos que aplauden a los destructores de su patria. Por eso insisten en volvernos estúpidos y sumisos, en convertirnos en indiferentes, entrampados en la ignorancia y en la propia estupidez.
Hay que hacer ejercicio creador, no conformarse en el silencio, en el temor que genera la guerra psicológica a que nos han sometido, es rebelarse contra la mentira, el odio y la traición. Tenemos una responsabilidad y un deber, es juntarnos para defender nuestra patria, nuestro hogar y familia. Es un honor asumir el camino revolucionario cueste lo que cueste.