Madrid, 20 mar (EFE).- El escritor venezolano Juan Carlos Chirinos, afincado en España hace 24 años, reúne en «La sonrisa de los hipopótamos» once textos que andaban dispersos en diversas antologías publicadas en Europa y América, unidos por un hilo conductor: «que cada cuento abriera un boquete en un universo que apunta a lo que yo pienso que es la literatura».
«La literatura no explica el mundo, es un mundo al lado del mundo y los cuentos, el boquete por el que mira hacia ese mundo», explica Chirinos en una entrevista con Efe.
Nacido en una ciudad de los Andes venezolanos en 1967, este doctor en Letras por la Universidad de Salamanca, asesor literario y profesor de literatura creativa juega en todas sus obras con las voces narrativas; en «Los cielos de curumo» (2019), su última novela, optó por la segunda persona omnisciente.
En el relato que da título a su nuevo volumen, «La sonrisa de los hipopótamos» (Ediciones La Palma), pasa del narrador de tercera persona a primera sin solución de continuidad y sin que se resienta el relato.
Para el escritor, el concepto de progreso en la literatura no es el mismo que en otros oficios, el mejoramiento de un escritor, dice, «no necesariamente implica que escriba mejor con el tiempo: implica una mayor conciencia de lo que está haciendo, pero su mejor obra puede ser la primera que escribió, y la peor, la última».
Está a punto de cerrar una secuela de su novela gótica «Nochebosque» (2011), que se le está «ralentizando» por culpa de la pandemia del coronavirus, aunque comparte que no es por el confinamiento, porque «salir, salgo poco», dice. «Como los gatos, odio al ser humano y prefiero estar en mi casa», pero no es lo mismo no poder que no querer hacerlo, puntualiza.
El nuevo libro reúne relatos con el ajedrez como leit motiv, «Qué dios detrás de dios» (2018); dedicados al retardo, «Un ataque de lentitud» (2007), o surrealistas, como el que da título al volumen «La sonrisa de los hipopótamos».
Se trata de uno de sus relatos más pesimistas, escrito en 2014, «España se ríe de Casandra», donde el autor alerta del «mal camino» que lleva España.
«Deseo con toda mi alma estar equivocado, pero por el camino que vamos la vaina no va bien. Por eso escribí el cuento de Casandra, porque yo, como venezolano, y todos los venezolanos en España, nos sentimos como Casandra, que estamos avisando y no nos hacen caso», advierte el escritor, que reconoce que ya el título del cuento «es bastante elocuente».
En el cuento, una joven pareja venezolana Laocoonte y Casandra, viajan a España huyendo de lo que queda de su país. «2011 fue el año de las plagas», explica Chirinos.
En 2013 los protagonistas hicieron las maletas y se fueron para España a la espera de su nacionalización como nietos de republicanos. Madrid era tan segura que les daba miedo.
Casandra advertía a sus nuevos amigos de lo peligroso que era aupar al populismo, seguir los cantos de sirena, pero nadie le hace caso. En España, le decían, «nunca pasaran esas cosas».
«Los personajes de ese relato están condenados a ver cómo se repite la historia de su país, pero España se ríe de ellos, confiada y feliz, por más que yo no quiera que así sea», reconoce Chirinos, que acompaña el título del cuento con una frase popular de su lugar de origen, Valera: «El que va a salir se asoma».