«Barriga llena, corazón contento”
No hubo en Valera pastelitos más exquisitos que aquellos que elaboraba “El Cojo Ramón”. Nunca se ponía bravo cuando le decían, “Cojo dame cinco más”. A Ramón lo que le interesaba era vender y gozar con el suspiro de los clientes: “Coño, Cojo, estos pastelitos cada día están más sabrosos”. Las empanadas de Doña Emilia hicieron historia y se fueron para no volver. Llamaba la atención; cada empanada tenía incrustado un huevo sumamente elegante.
“Carajo”, pero la espaguetada de Doña Carmen en el Bar El Chico (calle 14 con Av. 16), era una delicia, nadie pudo hacer una “señora espaguetada” igual. Era para “chuparse los dedos”… En el “Bar la Mano de Dios”, “La sopa de gallina negra, cerquita del mercado viejo, a las 12 del mediodía el lugar estaba full. Siempre me llamó la atención eso de “Bar la Mano de Dios”, para mí que el dueño del local era tremendo ateo.
… Y dígame usted, el hervido de mondongo que vendían los boxeadores Eloy y Ricardo Salas, nadie se iba sin pagar, el respeto colectivo hacia estos dos gladiadores era muy grande, porque tenían “pegada de barretón”… Y murió “Don Tulio”, y se llevó a la tumba el secreto de la “Gran Vitamina” que vendía frente al Colegio Madre Rafols (Av. 16 con calle 10)…También volaban en aquella Valera bonita, los polos caseros de “Mono Chucho” (Helados el Páramo).
La sopa de “Doña Tula” frente a la pasarela de San Luis, reunía a los valeranos en ameno almuerzo. Todos reconocían esas manos bendecidas por Dios de Doña Tula para preparar tan sabrosona comida, nada que envidiarle al mejor chef del mundo…Los tacos mexicanos frente a Cobrapsa eran sencillamente “Deliciosos”, no había otro igual…
“El Gran Laureano Barrios” al lado del cementerio municipal se convirtió en un verdadero personaje. No hay nadie tan atento como él: “Pase adelante amigo, siéntase mejor que en su casa”. “Buenos días doñita, siempre tan hermosa, en qué podemos servirle”. El sancocho cruzado ponía a sudar a los clientes. Jamás pude saber porqué los valeranos llamaban al negocio, “El estrangulador de viudas” si Laureano es una alma de Dios por lo buena gente que es. El visitante no ha terminado de comerse la arepa rellena de carne mechada, queso y ensalada, cuando Laureano exclama: “Te pongo la otra calientica”.
Los tostones del haitiano en la entrada del Cinelandia y su inolvidable pregón: “Llegooo el tostonerooo”… Toño Lobo y su guarapo de panela y la popular cuca (Av. 10 con calle 14), salvó de la hambruna a muchos estudiantes rangelianos que vivían “mamandini”, un día sí y otro también, pero Toño los auxiliaba con este almuerzo que inventó en esa Valera de hace 50 años.
“La Gran Tizana de Edecio” en la calle 15 con Av. 15, cerca del Colegio Lasso de la Vega. En horas de la noche allí no “cabía un alma” degustando la mejor tizana trujillana…Y Guido Núñez pasó a la historia por ser el primer valerano que amanecía trabajando con su carrito de perros calientes (Av. 10. frente a la plaza Bolívar), auxiliando a los trasnochados parroquianos que se dedicaban a empinar el codo toda la santa noche… “El Rey del pollo”, Francisco Suárez (Gran cervecería), a lo largo de 30 años llevó alegrías a la “barrigota de los valeranos”, Su pollo a la broaster nadie pudo imitarlo, lo acompañaba con queso frito, arepitas y el famoso chorizo…Parece que me dio hambre…
Fuente: La Valera de Antier. Alexis Vargas. Pedro Juárez (QEPD).