Kozhikode (India), 24 abr (EFE).- De siete de la mañana a siete de la tarde, la agenda del candidato del opositor Partido del Congreso (INC) a las generales de la India en la ciudad sureña de Kozhikode está cargada de actos, estirando el tiempo en el último día de campaña antes de la segunda fase de votaciones este viernes, en la que un millar de aspirantes luchan por una plaza en el Parlamento.
«Voy a conseguir una cómoda mayoría en estas elecciones, este es mi cuarto mandato», afirmó a EFE M. K. Raghavan de madrugada, tras una tardía reunión de líderes de la formación opositora vestidos del blanco impecable que es en la práctica el uniforme de los políticos en el estado de Kerala, uno de los pocos bastiones de la histórica formación de la dinastía Nehru-Gandhi.
La ciudad es presa este miércoles de una efervescencia de camiones con grandes altavoces a todo volumen que ensalzan a los candidatos, con los del Partido Comunista de la India (Marxista) equipados incluso con una batería y un maestro de ceremonias que no dudaba en mezclar arengas políticas y bailes al ritmo de la percusión.
El primer ministro de la India, Narendra Modi, se ha mostrado seguro de obtener un tercer mandato consecutivo al frente del país asiático con el ambicioso objetivo de obtener 400 escaños de los 543 en liza con su coalición, la Alianza Democrática Nacional (NDA), frente a su ya cómoda mayoría de 352 en los últimos comicios.
Pero para ello necesita aumentar su presencia en el sur y, de la veintena de escaños en juego en Kerala, el Bharatiya Janata Party (BJP) del líder nacionalista hindú no consiguió ni un solo representante en los comicios de 2019.
«Aquí odiamos a Modi, especialmente los cristianos. Se ha convertido en un tirano y la gente común reza por que no gane, porque se dedica a esparcir el odio sobre todo entre la comunidad hindú y musulmana», resumió a EFE Babukutty, un profesor de historia.
Su opinión, vigorosamente respaldada por sus cuatro amigos y también educadores que lo acompañaban en uno de los principales mercados de Kozhikode, es mayoritaria en este estado donde la lucha es entre el Partido del Congreso y el Frente Democrático de Izquierda (LDF), una alianza gobernante liderada por los comunistas.
«Pero en el norte de la India las cosas son bien diferentes», lamentó su compañero John.
Aunque Kerala es el estado con más escaños en liza en esta segunda fase de las elecciones generales, que comenzaron el pasado viernes y cuyos resultados se esperan el próximo 4 de junio, más de 1.200 candidatos luchan por un puesto en la Cámara Baja del Parlamento en regiones como la también sureña Karnataka o el norteño Rajastán.
Es en este último estado donde Modi ha endurecido esta semana el tono de la campaña electoral al atacar a la marginada minoría musulmana del país, en torno al 14 % de la población de un país mayoritariamente hindú, una táctica polarizadora que ha sido interpretada como un gesto ante la caída de la participación en la primera fase de la votación.
«Si el BJP gana 35 escaños en Bengala Occidental, el estado quedará libre de la infiltración», afirmó el pasado martes desde esta región en manos de la oposición el ministro del Interior y mano derecha de Modi, Amit Shah, haciendo referencia a un controvertido término utilizado contra los inmigrantes ilegales y específicamente contra los musulmanes.
A pesar de la resistencia en el sur de la India a la agenda nacionalista hindú del BJP, Modi está proyectado como el ganador de las elecciones generales.
Una coalición opositora, bautizada como ‘INDIA’ y encabezada por el Partido del Congreso, busca por su parte hacerse con la victoria afirmando que la democracia se encuentra en peligro por las tendencias autoritarias del primer ministro.
David Asta Alares
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