El SENTIDO COMÚN convertido en «el MENOS común de los sentidos» | Por: Frank Bracho

 

Frank Bracho – 16 de junio del 2025

El contexto:
¿Qué tal si «lo que nos han dicho» es exactamente lo opuesto a lo que es? (!!)…
Una vez le preguntaron a ese gran científico austríaco alternativo y contestatario, Viktor Schauberger, cuál era, en resumen, «el secreto» de su gran exitosa genialidad. Su respuesta fue: «Haga exactamente lo opuesto de lo que el actual desquiciado mundo hace… y le irá bien!» (!!)

Subrayaba así Schauberger lo que muchos sabios y místicos alternativos siempre han dicho: «El sentido común se ha vuelto el menos común de los sentidos» (!!).
El «corazón puro, compasivo y abierto»—del que tanto hablan fuentes como los Evangelios—parece que ya poco se ejerce (!!). Menos aún aquella famosa regla dorada de: «No hacer a los demás lo que a nosotros no nos gustaría que nos hicieran» (!!).

Un mundo en cuanto al «sentido común» donde todo parece hacerse al revés (!!!). Es «la alegría de tísico» del «científico convencional» que baila en una pata por haber, al fin, descubierto una bomba capaz de acabar con todo el planeta (-de todos!). O del que se alegra por nuevas guerras porque así el precio de nuestro petróleo y oro se dispara (!!). ¿Acaso no es nuestra misma humanidad y planeta—sobre todo áreas tan vitales como el Amazonas—lo que sufrirá las terribles consecuencias?

O los que se vanaglorian de que «una cosa es la fe y otra es la ciencia» (!)… cuando, en verdad, históricamente siempre han sido lo mismo. Ambas—y el todo—funcionan mejor en conjunto. Como el brillante cirujano Hakim, de la Clínica Santa Fe, que acaba de operar exitosamente tras el atentado al senador colombiano Uribe Turbay este 7 de junio en Bogotá. Un galeno que no lo hizo sin antes encomendarse a San Charbel para lograrlo (!). Nunca, en verdad, las dos dimensiones han estado separadas para grandes maestros médicos como Hipócrates, Avicena, Maimónides y nuestro mismísimo santo Dr. José Gregorio Hernández (!).

Lo que nos lleva al tema de la petro-hidrocarburos y minería-adicción (!) como un «gran karma nacional» (!!). Suficientes ríos de tinta e historia se han vertido ya en Venezuela y el mundo para documentar los males inherentes de su fácil alta renta corruptora, efectos depredadores sobre el ambiente y «gobiernos y empresas dictatoriales» (precisamente por la concentración del inescrupuloso poder rentista!).

Nosotros mismos—siguiendo la pauta de grandes predecesores como Uslar, Pérez Alfonzo, Pérez Guerrero y sabios indígenas—hemos participado en ello con diversas obras propias como «Petróleo y Globalización: Reflexiones para una Nueva Civilización…» (Vadell Hnos. Editores, 1998), y en particular en pasajes del libro entre las páginas 76 (siglas de la fecha del atentado en Bogotá!) y la 86. Además de nuestra desoída asesoría al más alto nivel, previa a la I Cumbre de la OPEP en el 2000, con el respaldo de un convocado grupo internacional de expertos de gran calibre (!).

Pero hoy en día seguimos patinando en «la ufana cantaleta de tener las reservas más grandes del mundo» (!). Los que quieren quedarse han hablado delirantemente del «socialismo petrolero», y los del presunto «cambio alternativo» han planteado un análogamente delirante «Hub de hidrocarburos al servicio de las Américas» (!).

¿Y el sacrificio de nuestro territorio y planeta no cuentan? ¿Y la agenda mundial de fuentes alternas renovables, ecológicas y descentralizadas, incluyendo una responsable, oportuna y eficaz transición energética, así como una plena nueva civilización… tampoco cuentan? En verdad, ese sería un verdadero cambio y revolución (!). Y en ello podríamos ser un genuino ejemplo mundial cooperativo y constructivo, incluso para los irresponsables que quieren seguir en más de lo mismo (!!).

¿Aún no hemos aprendido suficiente de más de un siglo de experiencia con los resultados de más «Drill, drill, baby drill» (!)? ¿Y en más concesiones que nos amarren por hasta 40 años más (!), al término de los cuales ni siquiera sabemos si seguiremos vivos en el planeta (!!)?

¿»Macondo» en nuestro medio?

Conclusión:
No habrá paz ni prosperidad sustentables—ni en lo social, político, económico ni ambiental—si no terminamos de pasar la página de un más de lo mismo en petro-adicción y minería-adicción (!). El oro negro y el amarillo comparten el mismo paradigma de la renta fácilista concentradora, depredadora y corruptora en lo político y lo moral, además de la violencia y guerras (!).

Igual que el engañoso polvo blanco y la enfermante comida industrial chatarra farmoquímica de tóxicos y bebidas análogas (!!).

Se necesita una urgente, completa nueva civilización.
De genuina paz y prosperidad sustentables—social y ambientalmente.
Una revolución de las almas, en vez de las armas (!!).

Tic tac… tic tac…

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