Una vez publicado el documento final de la VIII Cumbre de las Américas, en él no se hace mayor mención a la crisis venezolana, y no podía ser de otra manera por esos extraños protocolos diplomáticos, a pesar de la dura condena hecha por la mayoría de los países participantes en la reunión (Grupo de Lima y la anexión de los EE. UU y Canadá). No obstante, peor que esta evidente discordancia entre política y diplomacia, resulta la contradicción entre la decisión de esos países ante los desafíos que les presenta la grave realidad política actual que se vive en el país presidido por Maduro, y la de una oposición sin garra, ni fuste.
Lo que parecía un aislamiento global de Maduro con respaldos muy representativos como el de los Estados Unidos de Trump, el Canadá de Justin Trudeau, la Unión Europea de Macron, Rajoy y Merkel, y los 16 presidentes que conforman el Grupo de Lima, por esas piruetas de la dinámica política y diplomática, y el juego de intereses económicos, ha comenzado a resultar una suerte de segundo aire para el pupilo del fallecido Hugo Chávez.
Exagerando las dimensiones del hecho, no hay quien deje de parangonarlo con el que tuvo Cassius Clay (ya rebautizado como Mohamed Alí) frente al favorito Georges Foreman en la histórica pelea del 30 de octubre de 1974 en Kinshasa, Zaire (actual Congo). Para los registros deportivos de la época, entre los que destacó el del periodista norteamericano Norman Maileren “El Combate”, este empleó las técnicas que formulara Tom Wolfe: “La construcción escena-por-escena, contando la historia saltando de una escena a otra y recurriendo lo menos posible a la mera narración histórica. De donde parten las proezas a veces extraordinarias para conseguir su material que emprendieron los nuevos periodistas: para ser efectivamente testigos de escenas de la vida de otras personas a medida que se producían… y registrar el diálogo en su totalidad”. Alí consiguió en esa pelea demostrar la supremacía de su técnica, que consistía básicamente en bailar sobre el cuadrilátero e ir asestando pequeños golpes que agotaban a su contrincante. Foreman cayó en la trampa, y desesperado intentó golpear innumerables veces, sin conectar la gran mayoría de sus golpes. El cansancio lo debilitó notoriamente, hasta que, en el octavo round, Alí comenzó a responder con más energía y en los últimos 20 segundos consiguió noquear, casi perfectamente, al entonces campeón.
Este hecho, salvando las distancias, los personajes y su magnitud histórica, puede relacionarse con los resultados de la VIII Cumbre de las Américas, y los anuncios hechos hace pocos días por parte de los gobiernos de Venezuela, por un lado, España y Panamá por el otro, con la mediación, en el último caso, de República Dominicana. ¿Qué pasó en un ínterin de apenas tres días, donde gobiernos enfrentados, aparentemente, a muerte, salen dándose abrazos y cariños? Es posible que de nuevo Norman Mailer tenga una respuesta satisfactoria como la que dio en “Caníbales y cristianos”: “Los profundos y traumáticos conflictos de los políticos, eran lo mismo que las riñas en un burdel…una noche podían arrancarse los cabellos mutuamente y la noche siguiente podían preparar juntas cualquier vileza. No tenían memoria, más que un principio. Uno no se va de la casa”.
De allí que según el canciller español Alfonso Dastis «No vamos a restablecer las relaciones porque no las hemos roto nunca». Recordó que lo que ha ocurrido es que el pasado 25 de enero, el Gobierno de Venezuela decidió declarar persona non grata al embajador español «y nosotros tuvimos que responder de manera recíproca». Ahora hemos decido acordar junto con el canciller venezolano, Jorge Arreaza, «restablecer el diálogo a todos los niveles, que nosotros siempre hemos entendido que es importante para favorecer una salida, pacífica y democrática a la crisis en Venezuela».
Por su parte el gobierno de Panamá aseguró que tiene interés en normalizar las relaciones comerciales y diplomáticas con Venezuela tras un fallido intento en días pasados, cuando altos funcionarios de los dos gobiernos se reunieron en República Dominicana. El gobierno de Juan Carlos Varela reaccionó así luego de que el miércoles el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, dijo que estaría dispuesto a reunirse con él, para solucionar los «problemas» bilaterales, como el retiro de los respectivos embajadores y la suspensión de las operaciones aéreas entre los dos países.
El origen de este conflicto está en la publicación el pasado 28 de marzo por parte de Panamá de una lista de venezolanos políticamente expuestos con «alto riesgo» de blanqueo en la que aparece Maduro, que respondió el 4 de abril suspendiendo por 90 días prorrogables las relaciones comerciales y financieras con altos funcionarios, incluido Varela, y empresas panameñas como Copa Airlines.
¿Cuál será el corolario de esta puesta en escena? ¿Maduro será reconocido luego de las elecciones fraudulentas del 20 mayo, y aquí no ha pasado nada?