Samaná (República Dominicana) 8 mar (EFE).- Al abrigo de las cálidas aguas de la bahía de Samaná, noreste dominicano, las ballenas jorobadas retozan y coquetean, emergiendo de vez en cuando a la superficie para deleite de quien visita este santuario marino en época de apareamiento con intención de avistar tan colosal cetáceo.
A pesar de que pueden alcanzar las 40 toneladas de peso, las ballenas jorobadas son capaces de dar increíbles saltos durante la época de apareamiento, que va desde mitad de enero, cuando llegan desde las frías aguas del Atlántico Norte hasta el Santuario de Mamíferos Marinos Bancos de la Plata y la Navidad, donde permanecen hasta final de marzo.
Aunque no siempre se tiene la fortuna de ver un gran salto de estos cetáceos, los avistamientos más modestos, principalmente de la cola, son habituales y generan una gran emoción en el espectador que tiene el privilegio de ver a ese animal grandioso en su hábitat natural.
DIVISAR COLOSOS EN LA INMENSIDAD
Hay que estar muy atento y otear constantemente, el mar es muy grande, más aún para el ojo inexperto en localizar ballenas en la inmensidad.
¡¡A las once!! Avisa el comandante indicando la posición de un ejemplar… pero dura un segundo y se esfuma. Por eso conviene saber que para divisar ballenas «lo que siempre uno busca es el soplo», es decir, el aire condensado que expulsa el animal al respirar, explicó a Efe Aurelio Reyes, encargado de educación ambiental en el Centro para la Conservación y Ecodesarrollo de la Bahía de Samaná y su Entorno (Cebse).
«Lo que buscamos es esa columna de aire condensado» que alcanza entre tres y cinco metros de altura, o una mancha blanca en el agua que deja después de emerger o coletear, apuntó Reyes durante una travesía organizada por el Ministerio de Medio Ambiente.
MAMÁ Y BEBÉ CON SU ESCOLTA
Y, efectivamente, otra vez «a las once», se exhibieron parcialmente uno, dos y hasta tres ejemplares. Una hembra y su bebé acompañados por otro cetáceo que, debido a la cantidad de «heridas de combate» que presentaba debía ser un macho, de los que se denominan escolta, explicó el experto.
Los escoltas no son los padres de los ballenatos, no tienen que ver en el proceso de crianza, y la teoría más aceptada sobre el motivo que los lleva a ir acompañando a madre e hijo es que cumplen un cometido de protección del bebé.
De hecho, puede observarse que cuando una embarcación rompe las normas de mantener al menos 100 metros de distancia y se acerca demasiado a un grupo como este «el escolta se acerca y sopla al lado del bote como diciendo, ‘¡Eh, aquí hay una madre con su cría, no te acerques!'», indicó Reyes.
Y «ese bebé que vimos hoy», quizá fue divisado por primera vez y los nuestros fueron «los primeros ojos en el mundo en ver esa ballena. Esa ballena nació aquí, está, como decimos los dominicanos, nuevecita de caja», especuló.
TEMPORADA DE APAREAMIENTO 2021
Este año las ballenas se están prodigando en sus salidas a superficie, hay un «número considerable» de avistamientos y «una distribución algo diferente a la habitual», aunque Reyes no cree que se deba, necesariamente, a los efectos de la pandemia de la covid-19, ya que las embarcaciones siguen saliendo en número semejante a años anteriores, aunque con menos pasajeros.
La población de ballenas está protegida en virtud de un acuerdo entre Estados Unidos y República Dominicana, y con esta protección se está apreciando un incremento en la población de los cetáceos que llegan cada año.
Según las estimaciones, la población de ballenas jorobadas en esta época en las aguas de la bahía de Samaná, la más grande del Caribe, es de unos 3.000 ejemplares, que acuden a buscar pareja, a dar a luz y en el caso de los ballenatos más jóvenes también en busca de aguas más templadas que los gélidos mares de Islandia, Groenlandia, Canadá y Norteamérica, recorriendo hasta 5.250 kilómetros.
RECLAMO TURÍSTICO
La temporada de avistamiento de ballenas en la bahía de Samaná es un importante reclamo para los visitantes de República Dominicana que, a causa de la pandemia, ha visto el desplome de su sector turístico, que aporta de forma directa cerca de un 7 % u 8 % del Producto Interno Bruto (PIB).
Hasta ahora más de 21.000 personas, entre dominicanos y extranjeros, han acudido a avistar ballenas esta temporada, cifra que supera la meta de 20.000 visitantes fijada por el Ministerio de Medio Ambiente este año a causa de la pandemia de la covid-19, que ha reducido la afluencia de actividades ecoturísticas como esta.