El rescate de la Guayana Esequiba:  incertidumbre sobre últimos acuerdos bilaterales | Luis A. Villarreal P.

Los Acuerdos de Argyle —en San Vicente y las Granadinas— han hecho posible la realización de reuniones entre comisiones de ambos Estados contendientes. Venezuela apela al raciocinio de las mentes guyanesas envalentonadas por intromisión de intereses neocolonialistas y transnacionales en vista de las prometedoras riquezas aparecidas, principalmente en la proyección atlántica.

La delegación venezolana se estaría esforzando en demostrar la legítima y legal propiedad del territorio a su contraparte guyanesa; considerado tierra sin verdaderos dolientes por la despreocupación gubernamental ‘bolivariana’ de algunos gobiernos; principalmente de los últimos, los cuales alentaron en los guyaneses la posibilidad de considerarlo suyo; dando alas a su más reciente afán y determinación de quedárselo.

También tratando de convencer al gobierno y a las fuerzas vivas guyanesas, de la ventaja de un arreglo bilateral tendiente a beneficiar a ambos países a la hora de proceder al reconocimiento, por la parte guyanesa, de la frontera legal e histórica de la Tierra de Gracia, con su correspondiente y efectiva delimitación terrestre y marítima. Incluyendo además de los límites territoriales:  el mar territorial y su zona contigua —las 12 millas náuticas desde la costa—; la zona económica exclusiva hasta 200 millas; y la creación de normas para la extensión de los derechos en la plataforma continental submarina hasta 350 millas náuticas desde la costa.

Teniendo los derechos en orden —bien delimitados— se facilitaría el mejor manejo de los negocios de explotación sobre las áreas energéticas. Le daría principalmente a Guyana, en su clamor ‘existencial’, un verdadero y cuantioso beneficio a la hora  de negociar legalmente con las transnacionales; y de ese modo, pueda recibir los correspondientes dividendos ahora ‘aprovechados’ en mayor parte por las empresas extractivas.

Si este trabajo se está haciendo, bajo el compromiso asumido por Guyana y Venezuela de abordar sin intermediarios ni injerencias indeseadas —principalmente geopolíticas, como se ha acordado—, esta larga diferencia podría llegar a tener a corto plazo el fin deseado: un arreglo justo, precedente de buena vecindad y cooperación entre dos países fronterizos, como debe ser.

Aunque por ahora se estén atenuando las acciones asumidas por mandato del Referendo 3D, mientras se llega a la próxima reunión presidencial pautada para comienzo de este mes de marzo 2024 en Brasil, podemos seguir abrigando la esperanza de mantener en pie y pleno derecho el Acuerdo de Ginebra de 1966, como correctivo del Laudo ‘Arbitrario’ de París de 1899; lo cual permitirá zanjar dicha controversia, sin heridas y secuelas para ambas naciones; en aras de la paz.

Las pretensiones reales de usurpación por parte de Guyana, soterradamente continúan en varios frentes:

— Tratando de ganar el apoyo internacional, mal habido e irresponsable, incluido el militar.

— Aprestándose a intervenir el área en reclamación, con fines de exploración, explotación y comercialización de productos provenientes de la zona por delimitar, sin consultar siquiera a Venezuela.

— Y, por último; seguir con su demanda ante la CIJ, donde supone se impondrán las influencias e intereses sobre las razones históricas de Venezuela ajustadas al derecho internacional.

 Si bien el último acuerdo en Argyle ha proyectado compromisos e ilusiones —complacientes de la comunidad internacional deseosa de un arreglo pacífico—, también es notoria la persistencia de Guyana de querer complacer a las multinacionales en sus apetencias de explotación principalmente petrolífera en la fachada atlántica, área sin delimitación.

Nuestro ‘levante’ es el Esequibo

Como si se tratase

de El Dorado mítico de los tiempos

y andanzas coloniales,

se han puesto en movimiento,

cual torvos bucaneros predispuestos

 

con renovados bríos,

a pelear el filón de oro negro

recién aparecido.

En franco atrevimiento,

orquestados y sin pudor aviesos,

 

guyaneses y quienes

los inducen a demandar en La Haya,

combinan intereses

contra nüestra patria.

Nos pretenden usurpar  la Guayana

 

Esequiba que desde

siempre ha pertenecido a Venezuela.

¡Aunque ahora se muestren

dóciles y aparentan

desde Argyle el Acuerdo de Ginebra!

                                   L A V P

La Comisión Especial para la Defensa de la Guayana Esequiba y la Soberanía Territorial, aprobó una propuesta para ser considerada en el seno de la Asamblea Nacional Legislativa —basada en el artículo 5, numeral 2 del Acuerdo de Ginebra [1966]—, según la cual se ‘aspira’ a una administración conjunta de las áreas donde se piensa desarrollar actividad exploratoria y de explotación de recursos energéticos

Estás gestiones, y otras advertencias por parte de Caracas a las multinacionales en el sentido de no permitir la intervención de las mismas sin convenio previo entre los dos países, ponen de manifiesto y entredicho el cumplimiento o la genuina intención de los más recientes acuerdos.

Igualmente, suponer la quietud y silencio de la Corte Internacional de Justicia [CIJ] —aparentemente dando tiempo a un arreglo bilateral— interpretándose como indicio de una solución al margen del proceso judicial, simplemente es efímera ilusión mientras Guyana en su silencio guarde esa posibilidad como su última carta: la de intentar replicar después de tantos años el Laudo ‘Arbitrario’ de París de 1899.

El encuentro presidencial y sus respectivas delegaciones, pautado entre Guyana y Venezuela  —a realizarse en Brasil este mes—, considerándose los buenos oficios del presidente Luiz Inácio Lula da Silva con participación de la Celac, al parecer podría estar sujeto o condicionado a la necesaria anuencia por parte del oficialismo venezolano al proceso de Elecciones Libres Presidenciales.

Concretamente; se requiere contar desde ya con la inscripción de la Candidatura Unitaria Democrática del Cambio, obstruida caprichosa e ilegalmente. Actitud oficialista antidemocrática, frente a la cual países con gobiernos y líderes socialistas han marcado distancia exigiendo a su vez rectificación ante absurdo impedimento; máxime al ver su reputación política cuesta abajo.

De los resultados de la esperada cita podría apreciarse el verdadero rumbo y utilidad de tales negociaciones, para calmar la expectación de la ciudadanía y liderazgo venezolanos, y también colocar en el foco del colectivo nacionalista la conducción y desempeño oficial en defensa de la soberanía sobre nuestra Guayana Esequiba, ya encaminada según mandato del Referendo 3D.

Seguimos confiados, aun encontrándonos en las inciertas circunstancias —sin pesimismo ni desmotivación— de una Ruta Electoral inmutable, cohesionando de modos muy diversos a la diversidad de pensamientos y posturas; con el creciente denominador común representado en la enorme necesidad de cambio austero.

 

 

 

 

 

 

 

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