Ya no son cientos, sino miles las personas que se han visto perjudicadas por el drama de la escasez del gas natural licuado, o el denominado popularmente “gasplan” en nuestra región, combustible de uso vital en las cocinas de la mayoría de los hogares y elemento energético que desde hace unos tres años ha ido desapareciendo paulatinamente para dar paso al tormento, el desasosiego y la anarquía para poder obtener un cilindro de manera regular.
¡Si me pagas tantos dólares te consigo la bombona!...es la frase más común que se escucha en la actualidad.
El pueblo es sabio y paciente, sin embargo esa paciencia ya se está agotando, habida cuenta que además de la crisis social que nos abate, nos hemos sumido en otro drama para poder encontrar al menos un cilindro (bombona) y así solucionar nuestro problema hogareño.
Las mafias se imponen
Desde que las otrora tradicionales compañías privadas como Direco Gas, Andes Gas, Rodrigas, Pamgas, Gas Shellane, han mermado sus operaciones de manera ostensible en la región, el gobierno activó la empresa Pdvsa-Gas Comunal, la cual al nada más nacer se comprometió que se encargaría de dar cobertura “eficiente y pronta” a la mayor parte de la demanda del mercado nacional, en este caso del estado Trujillo, pero eso se ha vuelto sal y agua.
Todo comenzó muy bien, con la participación de llamado Poder Popular a través de los Consejos Comunales como “garantes” de la normal distribución del producto en cada comunidad, sin embargo esto también se volvió en contra del colectivo humilde, toda vez que debido a la falta de gasolina, la disminución progresiva de la producción del gas licuado y otros derivados del petróleo como el aceite de motor y la liga de frenos, es entonces cuando aparecer las “mafias” con la intención de lucrarse con la necesidad ajena, incluso penetrando las organizaciones vecinales, las cuales ya no cumplen una función de servicio público, sino como “empresas privadas dolarizadas”, actuando la mayoría totalmente a espaldas del pueblo al cual juraron defender. ¡Si me pagas tantos dólares te consigo la bombona!…es la frase más común que se escucha en la actualidad.
De país rico a mendigos
Para nadie es un secreto que el racionamiento antes del 13 de marzo de 2020, día oficial del inicio de la cuarentena, ante la llegada del Covid-19 a Venezuela era evidente y se mostraba a grandes rasgos la merma de nuestra producción petrolera y por ende de sus derivados, trayendo las tortuosas e interminables colas y de nuevo la angustia por saber cuándo y cómo recibiríamos estos vitales combustibles, el aceite para motores, el gas y la gasolina..
No se justifica que Venezuela, considerada una potencia energética de la región con reservas probadas de 303.805.745 millones de barriles de petróleo y 200.325.484 millones de pies cúbicos de gas en su subsuelo enfrenta la crisis de suministro de combustible a su población más pronunciada de su historia reciente.
En 20 años de gobierno bolivariano, la actividad medular del país, la producción y exportación de crudo y la atención al mercado interno de combustible y gas fue mermando sistemáticamente, hasta caer en esta debacle que nos tiene a todos paralizados y ha hecho surgir un nuevo modo de robar al pueblo, el de la trácala por los dólares a expensas de esta necesidad básica
A todo esto se le suma la falta (déficit) de bombonas y la deteriorada logística de distribución y comercialización realizada por la empresa Pdvsa Gas Comunal, cuyos objetivos de su creación no han sido cumplidos cabalmente, según lo dicho por la mayoría de los expertos en la materia. Basta solo con ver y escuchar los programas donde intervienen exfuncionarios de Pdvsa que conocen a fondo el drama de nuestras refinerías, para darnos cuenta del craso error cometido y el mal manejo en el cual se ha caído en nuestra principal empresa básica generadora de divisas.
Esta escasez también ha cambiado, y de qué manera, la calidad de vida del venezolano, haciéndonos dependientes de unos cuantos litros de gasolina con mucho sacrificio y largos trasnochos, mientras por otra parte el gas no aparece y cuando lo hace es a precios exorbitantes.
El transporte público está paralizado y no precisamente por el Covid-19; en los hogares ya no se respira aire fresco sino leña quemada y para colmo de males ahora estamos encerrados en un permanente “arresto domiciliario”, lo que agrava más las cosas para un colectivo que quiere respuestas efectivas prontas soluciones .
Todas estas razones negativas han llevado a la mayoría a decir ¡basta! y a levantar la más enérgica protesta, en función de buscar una solución a este drama que ya se vuelve cansón y muy peligroso…¡Amanecerá y veremos!!!.
Gabriel Montenegro.
Gráficas Onésimo Caracas.