El proyecto Méridas del Mundo busca renovar sus votos de hermandad

Méridas: cuando el gentilicio se multiplica

Teté Mézquita viene haciendo seguimiento al tema de las Méridas del Mundo desde 1992. Aquí con dos ediciones de una de sus obras entrañables: “Al encuentro de las Méridas”. / Foto: Cortesía María Teresa Mézquita

 

Desde  la homónima  ciudad de Mérida, capital del estado mexicano de Yucatán, la comunicadora e investigadora  literaria María Teresa Lavinia Mézquita Méndez (ampliamente conocida en su país como Teté Mézquita) enarbola las banderas en favor de la continuidad y el  fortalecimiento de la iniciativa que vincula, desde hace casi cuarenta años, a las Méridas del Mundo, grupo  integrado por la milenaria Mérida de Extremadura, en España; por la peninsular Mérida mexicana y por la andina Mérida venezolana. Es una unión que trasciende la onomástica geográfica, dirigiendo sus propósitos a un crecimiento cultural y económico que reporte concretos beneficios para emeritenses, meridanos y merideños.

 

Adelfo Solarte / Diario de Los Andes

 Es como si en la agitada confusión de un enorme aeropuerto, repleto de miles de personas,  se encontraran, de repente, dos rostros familiares. En el desconcierto de la multitud anónima, en el vértigo de un mundo azaroso, refugiarse en la familiaridad,  juntarse, apretarse las manos, darse ánimos, consejos o una palmada para enfrentar el caos, puede producir una reconfortante sensación entre humanos.  Ocurre que a las ciudades les puede pasar igual.

Así lo cree la comunicadora y estudiosa literaria, María Teresa Lavinia Mézquita Méndez –   quién en el mundo cultural de su natal Yucatán, en México –  es ampliamente conocida como Teté Mézquita –  tal vez una de las personas que más ha investigado para  intentar encontrar las claves (esa especie de  “genética histórica”)  que como un hilo permite tejer los vínculos entre las Méridas del Mundo, etiqueta ésta que incluye, en principio, el hermanamiento, desde hace casi cuatro décadas, de las ciudades de Mérida de España,  de México y de Venezuela; aunque también hay una Mérida algo descarriada en la exótica Filipinas la que, tal vez por el idioma y la distancia, se mantiene por ahora fuera de este círculo.

Mézquita considera que  la globalización y la vorágine de las  relaciones en un mundo altamente tecnológico, obligan a reducir las escalas, en un intento de encontrar referentes con quienes nos reconozcamos. Este sentido anima el propósito de las Méridas del Mundo: “Yo creo que estos  hermanamientos (entre ciudades) nos permiten, conociendo al otro, conocernos nosotros mismos. Tener un referente que, aunque parezca increíble, es más próximo que tener esta pauta de parámetros actual que es el mundo, que es desconcertante y genera enorme frustración, sobre todo en las nuevas generaciones. Entonces, tener un referente de otra provincia con la cual nos comunicamos y trabajamos, puede humanizar esa pauta de parámetros”.

Pero aun así, acotando la vastedad a dos o tres puntos sobre el planeta, no se crea que resulte sencilla la empresa, no tanto de  hermanar a las Méridas, sino, más bien,  de hacer sostenible esa relación a lo largo del tiempo.

Teté Mezquita opina que el avance de esta unión de Méridas del Mundo  “sería sostenible si se llega a dar la horizontalidad de las dinámicas, que no esté impuesta como una cuota”, y aconseja desde su experiencia que sería muy útil “un impulso inicial para este relanzamiento: fuerza de voluntades sólidas, para poder despertar el interés. Tendríamos que encontrar motivaciones que hagan que las Méridas del mundo tengan este magnetismo. Sería sostenible cuando haya aprendizajes, una puesta en valor de conocimientos, y que nos permita ser mejores y se capitalice en acciones reales. Que estos esfuerzos entre personas, instituciones, tengan su propia vida”.

Pero… ¿por qué viene a cuento hablar de las Méridas del Mundo en este naciente año 2021? ¿Qué hay más allá de las coincidencias toponímicas? Y, aún más,  ¿qué ganan las Méridas – sus pueblos -con esta unidad y su pretendido fortalecimiento?

 

No es sólo asunto de nombres: las tres Méridas principales comparten muchos rasgos coincidentes. Por ejemplo, las tres ciudades son capitales. En la imagen, el Centro Cultural Olimpo y, al fondo, el Palacio Municipal de la Mérida yucateca. / Foto: Cortesía Fernando Acosta Yam

Una relación de décadas

Según explicó Teté Mézquita, un somero y rápido paseo por algunas fechas de interés en la historia del hermanamiento entre las Méridas nos indica que unas de las primeras iniciativas donde se buscó la integración ocurrió hace más de 70 años, allá por 1948: ese año el arzobispo de Yucatán, Monseñor Fernando Ruiz Solórzano, visitó la Mérida de España.

En la década de los setenta, Gustavo Amador López- merideño de Venezuela – logró entablar comunicación epistolar con las Méridas de España y México, iniciativa que mantenía vivo el tema de la hermandad.

Mézquita también contó que en 1977 el para entonces alcalde de la Mérida española, Don Pepe Aránguez Gil, visitó la Mérida de México.  El funcionario español aprovechó un encuentro de cronistas para formalizar los intentos de hermanamiento mediante la figura de una Asociación Internacional de Ciudadanos de las Méridas del Mundo.

Pero la formalidad del proyecto se concretó, según las referencias de Teté Mézquita,  con el primer encuentro Méridas del Mundo, realizado en España en 1982.  El segundo encuentro fue en Venezuela en 1990;  el tercero y en el cuarto se realizaron en México y España, respectivamente, ambos curiosamente en 1992, lo que da pistas de  la gran energía que para ese entonces emanaba de la iniciativa.

Los encuentros siguieron sucediéndose en 1995, en México con el quinto encuentro. Un año más tarde, en 1996, la Mérida de Venezuela recibió a sus pares emeritenses y meridanos; en tanto el    séptimo  encuentro se celebró en  España en 1998 y el octavo, y hasta ahora último encuentro formal,  se celebró en la Mérida de Yucatán en el  año 2000.

En fin: ocho encuentro entre las tres Méridas, seis de los cuales se efectuaron en la década de los años 90, sin duda el momento de mayor efervescencia  de estos planes de hermandad.

No obstante, pese a que en los últimos 20 años no se han concretado nuevos encuentros, Mézquita estima que siguen existiendo actividades que permiten afirmar que la idea de hermandad de las Méridas no ha muerto aunque, ciertamente, debe ser revitalizada.

Precisamente, desde la Mérida de Venezuela – aunque más valdría decir desde los Andes venezolanos – varias voces recomenzaron a colocar sobre la mesa la conveniencia de lograr el despertar de las Méridas del Mundo, en tanto iniciativa de hermandad que aunque viva, ha sufrido el lógico desgastes de los procesos en los que se mezcla no sólo la buena voluntad sino también aspectos más mundanos como la logística, las gestiones comerciales y hasta los encuentro o desencuentros políticos.

Con el entusiasmo de los hermanos gemelos  Francisco y Fortunato González (reconocidos académicos e intelectuales venezolanos)     y el respaldo del Diario de Los Andes, enero de 2021 nos encuentra, casi cuatro décadas después, tocando a las puertas de meridanos y emeritenses, para decirles que sería muy oportuno empezar a encender las luces del salón, abrir las puertas y convocar a todos para hablar de las Méridas  y lo mucho que pueden hacer juntas. “Para conocernos más, saber cuál es nuestra situación y alentar la amistad y el conocimiento”, según resumió recientemente Fortunato González en entrevista al Diario de Yucatán.

 

 

La hermosa Ermita de Santa Isabel en Mérida, Yucatán. Las tres Mérida tienen un acentuado interés por la cultura y el patrimonio. / Foto: Cortesía Fernando Acosta Yam

 

Más allá del nombre

Es bastante probable que la búsqueda de amistad, relacionamiento y trabajo conjunto entre las Méridas haya tenido su punto de origen en el nombre que comparten las tres ciudades. Pero, como se verá, el topónimo es sólo uno de  varios elementos que justifican esa comunión.

Para Mézquita,  lo que hace interesante esta unión es que “hay varias semejanzas de las tres Méridas principales. No sólo en el nombre – es decir  la coincidencia en la toponimia –  sino que también se parecen”.

Por ejemplo, las Méridas de México y de Venezuela llevan sus nombres por la inspiración que la Mérida de Extremadura causó en los españoles  fundadores de esas comarcas. En lo que respecta a las Méridas de España y México, ambas tienen un parecido a partir de ser ciudades que emergieron en medio de monumentos y vestigios de pasadas y emblemáticas civilizaciones: la romana en el caso de la Mérida española y la maya, en el caso de la Mérida yucateca.

Pero hay más según las investigaciones de Mézquita: las tres ciudades son sedes arquidiócesanas. Adicionalmente, las tres ciudades son provincias de una importancia mediana, pero con grandes deseos de progreso, mucho potencial de desarrollo y una identidad cultural muy fuerte.

Se suman entre los elementos comunes de estas hermanas merideñas el hecho de que “las tres ciudades son capitales” de sus respetivos estados (comunidad, en el caso de la española).  De hecho, Mézquita refiere un dato de interés sobre este particular: “Don Antonio Vélez Sánchez, quien fue alcalde de Mérida de España a inicios de los 90,  tenía la certeza que esta capitalidad triple es única y no está repetida en el mundo. Es decir, no existe ningún hermanamiento de tres ciudades donde todas tengan rango de capital”.

Sería muy largo de enumerar y explicar muchos otros elementos coincidentes entre las tres principales Méridas del Mundo, pero Mézquita recordó aspectos como el hecho de que las tres ciudades tienen una cierta situación de aislamiento (o retiro) con respecto a la capital del país, además de exhibir  elementos  arquitectónicos, gastronómicos, del habla coloquial, académicos y turísticos que las emparentan más allá del nombre.

 

 

Del proyecto original de las Méridas del Mundo “Hay que rescatar el entusiasmo”, dice Teté Mézquita. La imagen muestra una vista del centro histórico de la Mérida de Venezuela. / Foto: Cortesía Espasa.

 

Afianzar la hermandad

Las Méridas del Mundo parecen perseguir a Teté Mézquita, situación que a ella no le desagrada y, muy por el contrario, la ha convertido en uno de los temas históricos-culturales que con mayor ahincó ha estudiado.

Para empezar la tesis con la que obtuvo, en 1992,  el título de Licenciada en Ciencias de la Comunicación – carrera que cursó en la Universidad del Mayab – llevó por título: “Tres veces Mérida” y, por el creativo nombre, ya el lector sabrá el propósito de su contenido.

Mézquita, durante ese dinámico 1992, en rol de periodista y corresponsal, se paseó por cada detalle del tercer y cuarto encuentro de las Méridas del Mundo, que ese año se escenificaron en  las Méridas de Yucatán y Extremadura, respectivamente. Pero la investigadora también ha conocido y recorrido la Mérida de Venezuela, con lo cual es de las pocas comunicadoras que tienen el privilegio de haber caminado  por las calles de las principales Méridas del Mundo.

Fiel a su merideñidad, Teté Mézquita es  autora del libro “Al Encuentro de las Méridas, más de medio siglo de reencuentros” (2003), producido en digital pero cuya primera versión impresa vio luz entre las altas cumbres andinas de la Mérida venezolana.

Por cierto, la investigación “Tres Veces Mérida” cuenta con una versión en audiolibro que fue presentada por su autora tanto en su ciudad natal, en Yucatán, como en las Méridas española y venezolana.

Y, de seguro,  todo este esfuerzo de investigación y  difusión ha servido para  llevar esta especie de relatoría de largo aliento  sobre las Méridas y su particular empeño por mantenerse unidas.

“Aunque han pasado 20 años de encuentros formales, las relaciones no se han detenido. Ahora han venido a la Mérida de México, cada año, empresarios. Además se transmiten mensajes y micros radiales,  se publican  artículos de prensa, se imprimen publicaciones diversas”, relata Mézquita con seguridad.

Y cuando en la calle le preguntan: ¿En qué va lo de las Méridas?, ella responde que bien. “Lo más resaltante – insiste –  es que el proyecto ha pervivido, pese a que fue hace 20 años cuando se hizo el último encuentro formal”.

Para la comunicadora e investigadora literaria el hecho de que el proyecto de las Méridas se mantenga activo, pese a las dos décadas que han pasado sin encuentros formales, indica que la iniciativa sigue viva y que se debe apoyar. / Foto: Cortesía María Teresa Mézquita

 

 


Aprender del otro

Aprender siempre es positivo. Aprender del otro, de su experiencia, resulta mejor.  Desde la perspectiva de Teté Mézquita ese aprendizaje es una ganancia invaluable. Por eso no duda en situarlo como un  activo cuando se le consulta sobre lo que pueden ganar las Méridas de su iniciativa de hermandad, sobre todo a la luz de los retos que imponen estos tiempos.

“Yo pienso – afirma Mézquita – que se puede aprender de la experiencia de los otros, desde los más diversos ámbitos de la vida en común. Podemos reconocer modelos de colaboración en las experiencias de las otras ciudades. Se podrían intercambiar experiencias exitosas y revisar errores”.

Claro que esos conocimientos no surgirán de forma espontánea. “Se necesita generarlos a partir de la investigación  profesional. Yo creo que lo que ganaríamos de encontrarnos y reencontrarnos se resume en  aprender de los otros”, ratifica la comunicadora yucateca.

 

Una vista parcial del centro de Mérida, Venezuela. En 1990 y 1996 esta ciudad fue sede del segundo y sexto Encuentro de las Méridas del Mundo, respectivamente. / Foto: Cortesía Espasa

 

 

  @adelfosb

 

 

 

 

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