El primogénito de la UCLA | Por: Juan Gutiérrez

Juan Gutiérrez

El Dr. José Antonio Contreras Briceño, nació en un pueblito llamado San Lázaro en el estado Trujillo por allá en 1944, familia numerosa con el cariño y carácter que solo los Andinos poseen, estudio sus primeros años de vida en La Ciudad de Valera en la ilustre Escuela Ricardo Labastidas, hasta graduarse de 6to grado cuando comienza sus estudios en el Liceo Rafael Rangel de la misma Ciudad hasta 4to año, de allí decide irse a estudiar en Mérida en busca de cosas más grandes y aventuras, se va al liceo Libertador, teniendo de Tutores a Profesores de ULA quienes le fomentaron el amor a las ciencias biológicas, a la naturaleza y a los animales.

Al graduarse sabía que le esperaban cosas más importantes, Lee en la prensa de aquel entonces, un anuncio de la creación de un nuevo instituto en Barquisimeto llamado CEDES (Centro Experimental de Estudios Superiores) que recién comenzaría con tres Carreras Medicina, Agronomía y Veterinaria y no lo duda y agarra viaje a ciudad guara que después sería su hogar, presenta el examen de Admisión y es aceptado para formar parte de la primera cohorte de Estudiantes de Medicina Veterinaria.

Durante su transitar en la Universidad, lo escogió como pupilo nada más y nada menos que el Dr. Humberto Ramírez Daza y comienza a formarlo en el área de la Medicina y Clínica de Rumiantes.

Se gradúa en la primera promoción de Médicos Veterinarios en la que ya se llamaba UCO (Universidad Centro Occidental), haciendo historia y dando comienzo a una vida extraordinaria profesional. El aún no lo sabía, pero sería el primero de una estirpe de clínicos, laboratoristas, zootécnicos, ginecólogos, andrólogos, nutricionistas, Parasitólogos, que cambiarían la historia ganadera de Venezuela.

Primer trabajo

Era el año 1969 y consigue su primer trabajo como Médico Veterinario en Santa Bárbara del Zulia en el Ministerio de Sanidad, sin secretaria, sin equipo de trabajo y sin indicaciones muy claras de sus funciones, solo una habitación y un escritorio, sus notas de apuntes y un par de manuales de semiología bajo el brazo, no tenía bien claro lo que tenía que hacer, pero sabía que lo que hiciera lo tenía que hacer bien.

Pero había un detalle, no tenía vehículo para movilizarse en aquella zona de Sur De Lago. Pasan un par de noches y angustioso por aquella situación se ingenia un plan: Habilidoso en el hablar y con un fantástico poder de convencimiento, se dirige a la comandancia de policía de aquel Distrito, y con una voz firme, el ceño fruncido y como si se la creyera, habla con autoridad y se le planta al jefe de policía, muestra sus credenciales como Médico Veterinario Auditor del Ministerio de Sanidad y solicita una patrulla para que lo apoye en sus labores de extensión. Aquel comandante se le queda mirando y en unos 10 segundos de silencio eterno, y se para de aquel escritorio, lo mira de arriba a abajo y le da la mano » De inmediato Dr.» Atónito, recibe las llaves de la patrulla con la que recorrería aquellas carreteras, supervisando Fincas lecheras, manejos de rutinas de ordeño, calidad de leche y los programas incipientes sanitarios de aquella época.

Incansable, no se detiene en sus obligaciones, inquieto comienza a ver casos clínicos y a anotar los signos más relevantes y la repuesta a tratamientos que en muchas ocasiones el mismo suponía que funcionarían. Rápidamente capta la atención de sus jefes y se destaca en aquella región Zuliana, promoviéndolo a coordinador y supervisor.

Pasan dos años y recibe una llamada de su Padre Académico, el Dr. Humberto Ramírez Daza: «José Antonio te necesito aquí», la UCOLA abrirá un laboratorio diagnóstico en Carora y no pensamos en nadie más que tú.

«Usted manda!”, Mujer, niños, maleta, apuntes al carro y viaje a Bqto. Comienza una etapa maravillosa en la zona donde más lo apreciarían y dónde cultivaría amistades valiosas, sin saberlo, con el comienza una nueva etapa en la Medicina Veterinaria de la Región, que es el diagnóstico efectivo a través de los análisis de laboratorio, aquellos caroreños vieron por primera vez el Anaplasma, El Tripanosoma, Los Ooquistes y aún más maravilloso los tratamientos eran más efectivos, recibe los primeros pasantes de su Alma Mater y se da cuenta de la Belleza y la satisfacción de enseñar, sin dudarlo y aún de la mano de su Mentor hace lo posible por regresar a la escuela ( aún no era Decanato) y comienza su andar como profesor universitario.

Ya en la universidad,  recorrió todas las áreas con los demás maestros de aquella época, pasando por, Reproducción, Parasitología, Farmacología, Laboratorio Clínico, durando hasta altas horas de la noche aprendiendo de cada uno de ellos.

Sus aportes

Los aportes Académicos y Profesionales del Dr. José Antonio Contreras son tan prolíficos que faltarían palabras, 6 libros, cuatro manuales, guías de estudio, más de 30 promociones , tesis de postgrado y un infinito desfile de pasantes y pupilos, descubrimiento de los primeros casos de IBR, DVB y Leucosis en animales criollos producto de las primeras importaciones de ganado.

Deja una marca indeleble en Carora, Sur De Lago, El Tocuyo, Humucaro Bajo, La Zona Baja de Trujillo, Barinas, Portuguesa, Yaracuy, Falcón y en cualquier sitio donde se hable o practique la Medicina de Rumiantes en Venezuela.

Prolífico también en su vida personal, con Doña Luz, tuvo a María Luz, María Catherine, José Antonio Jr., Esposo y Padre ejemplar, abuelo cariñoso, Hombre íntegro y amigo de buen consejo.

Hasta el final nos enseñó, que con nosotros se quedan solo la familia y los amigos de verdad. No nos consuela todo esto, pero estamos agradecidos de haber contado con un Maestro de la vida que existe uno cada 100 años.

Vuela alto y si en el cielo existen vacas, pues estarán bien atendidas.

Gracias por tanto

 

 

 

 

 

 

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