Uno de los temas interesantes en el examen de las peculiaridades históricas de La Puerta, Estado Trujillo, se relaciona con la devoción a sus figuras religiosas más emblemáticas, punto que va conectado a su devenir histórico y al reforzamiento de la conciencia colectiva; en esta ocasión me voy a referir solo, a la veneración en este pueblo, de uno de los personajes de la iglesia católica, que tiene incidencia en la formación de la conciencia nacional, como lo es el médico trujillano Dr. José Gregorio Hernández Cisneros.
La devoción de la feligresía de La Puerta, por «Mano Goyo» -según narran vecinos de mayor edad-, la encausa y organiza el padre Ramón de Jesús Trejo (Mucurubá, Mérida, 1907- Mendoza, 1984), cura Párroco, en 1949, año en que la alta autoridad de la Iglesia Católica en Venezuela, dio inicio al proceso de canonización para designarlo santo, lo que coincidía con el comienzo de la construcción del nuevo Templo de San Pablo Apóstol. Trejo había sido años antes, Párroco de Isnotú, donde percibió la obra virtuosa y la religiosidad de este santificable. Siendo dicho Párroco, promotor de esta obra, decidió que entre las imágenes que iban a estar en los vitrales de la fachada, una era la del Dr. Hernández, para esa época, no era Siervo de Dios, ni tenía jerarquía como para adorarlo en los templos católicos, y el padre Trejo, estudioso de los fenómenos sociales y religiosos, le encargó al maestro Salvador, italiano, artista, herrero y vitralista, hiciera tan hermoso tributo, dando así, su incorporación como una de las joyas de nuestro patrimonio artístico, cultural y religioso.
Este sencillo vitral, es una atractiva prueba de esta devoción y culto por el beato trujillano, que seguramente desconoce la mayoría de la población; relató mi vecino Víctor Delgado, el popular “Gordo Víctor”, recientemente fallecido por el Covid-19, quien contaba con una memoria privilegiada y trabajó muy joven en esta obra, que la construcción del nuevo templo empezó en 1949, por iniciativa del padre Trejo, Párroco de La Puerta, por 26 años, y fue éste quien con ayuda de la comunidad, entre ellos el próspero comerciante Audón Lamus, la construyó casi en su totalidad. El constructor fue un señor italiano llamado Masó o Mazaud, era el jefe de la obra de ingeniería.
La idea del padre Trejo, el de la iniciativa y construcción fue hacer un templo moderno y amplio para los requerimientos del crecimiento de la población y de los visitantes. También, se trajeron otros dos maestros italianos, el maestro Rosario, que levantó la construcción general, y el otro, el maestro Salvador, que tenía conocimientos de arquitectura, y era carpintero, herrero y vitralista. Recordó Delgado, que, fue este maestro, el que dibujó en láminas de cartón la figura de José Gregorio, la que sirvió de modelo y llevó a la fase del metal y del vidrio, que hoy podemos ver en la fachada de nuestra iglesia. Tuvo la oportunidad de observarlo, haciendo los trazos, bajo la asesoría del padre Trejo, que tenía fotos del beato, y lo vio picando los cartones con las figuras de los santos, igualmente cuando estuvo picando vidrios y armando las piezas y formas de metal y herrería, donde se incrustarían los vidrios. Este artesano italiano de los vitrales, con esto le dio más luminosidad y sensación de amplitud al interior de la iglesia, preponderando el color que él seleccionó y las figuras simbólicas de esta iglesia, en armonía con las técnicas de ese complejo arte y realizar los vitrales que adornan este templo. Desde el exterior se observa una fachada, cargada de simbología católica. Nuestro entrevistado recordó que la obra se paralizó a mediados de los años 50, con los vitrales ya hechos y fijados en la fachada, faltando muy poco para terminar la edificación, por falta de recursos y de material, también, porque el Padre era hostigado por la dictadura imperante, y viendo los vecinos lo bien que trabajaban estos maestros italianos, los contrataron y se fueron con sus obreros a construir la casa del señor Marco Tulio Viloria.
Este templo fue inaugurado 17 años después de su comienzo, debido a sus paralizaciones por falta de recursos, es decir, el 23 de enero de 1965. El hermoso y colorido vitral, de forma rectangular, y arqueado en su parte alta, muestra al Dr. José Gregorio Hernández, de pie, vistiendo una bata blanca de galeno, su estetoscopio en el cuello, al lado de una camilla, dentro del recinto de una sala hospitalaria, presto a suministrar un medicamento; al fondo se observa una entrada de luz.
Quizás, la obra en vidrio, a la que me he referido, que forma parte de nuestro patrimonio cultural religioso local, pase desapercibido para la mayoría de los visitantes, pero este año se están cumpliendo 66 años de su elaboración, y 56 de la inauguración de este hermoso vitral, el primero que se hizo en el país, como tributo a nuestro Beato trujillano, sea oportuno para recordar, valorar, difundir y exaltar tan importante, sencillo y sentido símbolo religioso de nuestra Parroquia y de Venezuela.