1898
El pequeño valle de La Puerta, vigilado por las celosas serranías y refrescado permanentemente por el Bomboy, exponía en los últimos años del siglo XIX, paletas difuminadas de verdes alegres y productivos, en hermoso contraste, con los altivos celestes de su cúpula. En uno de sus laterales, como paraje desolado y pobre, donde solo se ve declive y acequias, hay una de las escasas viviendas, con techumbre de fajina de caña y paredes de barro, cercada de guadua protectora del pertinaz ventarrón de la Sierra mayor, en la que se observó algo fuera de la cotidianidad.
Adentro, tendida sobre un catre, está acostada una mujer con cara llorosa y en pose de dificultad. En la entrada, está un hombre, nervioso y en estado de incertidumbre. Era Carmen Mendoza. Al parecer Carmen estaba emparentado con Felipa y Petronila Mendoza, dos hermanas mestizas, que pelearon y lograron les reconocieran en algo sus derechos ancestrales indígenas. El Tribunal Municipal de La Puerta, les adjudicó el lote de terreno N° 53, con 100 metros de frente, colindando por el norte y el sur, con el terreno de Eulogia Abendaño y familia (Documento de Partición del Resguardo Indígena de La Puerta. 1891. Registro Principal de Trujillo). Ellas, se mantuvieron bregando el valle, trillando sus montañas y las riveras bajo el puntualísimo sol.
Aquella noche escucharon, como en las anteriores, el ruido del hilo de la acequia, bajando hacia el Bomboy. Esperaban. Estaba la luna blanquecina, perturbada de niebla y del silbido del frío viento. Ella no podía dormir, estuvo ratos sentada en la vieja silla de cuero de res y apenas lograba percibir cuando le decía: -¿Cómo te sentís?, que le dedicaba Carmen, bajo la iluminación del mechurrio, y llegó un momento en que se apoderó de la pieza, la oscurana.
El mestizo Carmen Mendoza, un hombre de labor, acostumbrado al trabajo del campo y a la cría de animales, curtida su piel por el inclemente sol y el feraz viento de estos páramos, no se le había borrado la cordialidad y acostumbraba a visitar a sus distantes vecinos. Los caseríos que por su belleza paisajística o por asuntos de trabajo eran recorridos por los pobladores, eran el Portachuelo, Mesa Alta, Kukuruy, los Páramos, Tierra de Loza, Agua Fría, las Delicias y el Rincón.
La familia de María Gracia era de los lados de Jajó, se fueron asentando entre el caserío La Lagunita y El Pozo, cercano a Comboquito. En una de las recorridas de Carmen, por esos sitios, campesino y combatiente ocasional de la época, ejercitando su espíritu para todo lo que significara trabajo, temple y fortaleza varoniles, de pronto, vio en una de esas fincas a una joven con cara fresca, piel blanca, ojos de mirada penetrante, que acariciaba su larga cabellera, se le quedó viéndola mientras continuaba su paseo, y todavía volteó varias veces a verla. El resto del camino, fue fijando la figura de la joven en su pensamiento, entusiasmado, quizás ansiando tenerla en sus brazos y tentado a huir con ella, como estilaban muchos en aquellos años. En la noche, fumó su cigarro descansando en una piedra, desde donde contemplaba la luna y las pléyades de los tiempos.
A pesar de su timidez, con o sin motivo, procuraba pasar por donde podía observarla y acercarse a María Gracia. Ella, aunque se hacía la timorata, pensaba que el hecho que la haya visto de esa forma, era porque alguna voluptuosidad existía. En toda la comarca había menos de 300 habitantes y en el pueblo cabecera unas 55 familias nuevas, muy pocas con casa, otros porque podían vivir en alguna pieza prestada, arrendada o enfeudada. Mucha pobreza, a pesar de las nuevas haciendas que fomentaron los terratenientes al repartirse golosamente las tierras de la reserva indígena. En los alrededores del pueblo cabecera del Municipio <<sus moradores son agricultores y en sus campos se cultiva el trigo, las papas, las arvejas y todas las demás producciones de tierra fría. También tienen sus pobladores algunos hatos de ganado vacuno y lanar y cultivan la caña de azúcar>>, (Briceño Valero, Américo. Pág. 123). Esta era la realidad económica de la zona.
Carmen conoció a María Gracia, de la familia Araujo, descendiente del general Araujo, el moteado «León de la Cordillera». Se gustaron y al poco tiempo, decidieron y se fueron a vivir juntos.
Cuando llegó la hora de la nacencia, movieron a María Gracia, al mesón que habían preparado. Ahí estaba la partera para sus labores. Carmen se fue al patio y con mucho nervio sacó la cajeta y se metió la pellíta de chimo en la boca, para la espera.
Estaba lluvioso el tiempo. El cuerpo le decía a María Gracia, que el nacimiento está cerca, que estaba llegando. Ella rezaba mucho para que todo saliera bien y la criatura viniera al mundo sin problemas. A la medianoche, comenzó a sentir ciertos dolores, diferentes a los que percibió como normales los días anteriores. Eso le decía que era la hora de la verdad. La criatura ya estaba lista para venir al mundo.
Salió la partera a buscar al fogón más agua tibia y le dijo: – Metéte vos a ver el chino. Como no se movía, le repitió: – Andá Carmen antes que le salgan barbas al muchachito. Se acercó y la emoción de aquel momento para Carmen con mucho temor por lo pequeñito tomó al niño, quien tenía los ojos bien abiertos y para el padre era como si se los clavara de alegría. El cuerpo de Carmen, se abrumó de regocijo, y así estuvo hasta que llegó la mañanita, llegando el sol. Habían pasado los miedos y también, los nervios.
El primer puertense de los nuevos tiempos
La Puerta ubicada en medio de una zona rural agrícola y ganadera, en el área despojada a los indígenas, que se había adjudicado en 1891, no habían casas, ni servicios, ni médicos, ni centros donde adquirir los consumos, apenas existía el templo de San Pablo y la Casa de Corregimiento que después pasó a ser la Casa Municipal, entre varias acequias y una plaza tobogán, era un terreno desolado, es en 1898, cuando nace el primer niño en el proceso de neopoblamiento, su nombre José Lucio Mendoza Araujo, hijo legítimo del campesino Carmen Mendoza y María Gracia Araujo.
Como no había Libro de Nacimientos, en la Jefatura Municipal, Carmen, lo presentó e inscribió para su existencia en la vida civil, al año siguiente de nacido. Quizás sin entenderlo pero fue así, era el primer nacimiento de La Puerta, en aquel nuevo poblamiento, tan singular. El primer puertense de los nuevos tiempos.
1899
Este año 1899, se registraron como nacidos en La Puerta, 16 niños, de los cuales siete eran varones y nueve hembras. La primera partida del Libro de Nacimientos de 1899, corresponde al niño José Lucio, quien había nacido el año anterior, el día 8 de septiembre de 1898, el texto de este documento histórico es el siguiente:
<<Enero. Miguel Aguilar primera autoridad civil de esta Parroquia ,hago constar que hoy día diez de enero de mil ochocientos noventa y nueve, me ha sido presentado por Carmen Mendoza, un niño que nació el ocho de septiembre próximo pasado, tiene por nombre José Lucio hijo legítimo del presentante y María Gracia Araujo, vecinos de esta parroquia. Fueron testigos de este acto Miguel Briceño y Andrés Andrade, mayores de 21 años y vecinos de esta parroquia. Leída que fue la presente acta al compareciente y testigos, manifiestan estar conformes y no firman por no saber. Miguel Aguilar (fdo) Ign° González (fdo)>> (Libro de Nacimientos, 1899. Archivo Registro Civil de La Puerta).
En el primer Libro de Nacimientos, que se encuentra en el Archivo del Registro Civil de La Puerta, correspondiente al año 1899, aparecen registrados 16 niños estos son: José Lucio Mendoza Araujo, José Antonio Salas, María Antonia Rivero, María Julia Salas, María Melania Rondón, María Dovanciana Rivero, Salustiano de Jesús Araujo, María Lucía Ramírez, María Elvira Araujo, Juan del Rosario Uzcátegui, Marcial de Jesús Villarreal, José del Rosario González, Juana Blaza Delgadillo, José Armando Villarreal, Epifanio González y Antonio José Carrasquero, este último hijo del hacendado Ciriaco Carrasquero. Estos son las primeras personas nacidas en la parroquia La Puerta, durante el neo-poblamiento, iniciado en 1891.
Estas actas y datos del Registro Civil, además de que prueban el hecho histórico con el que hemos denominado este articulo, nos sirve para ir determinando las familias pioneras e integradas al neo-poblamiento que dio origen al proceso de formación de La Puerta, en el proyecto oligarca de construcción de un pueblo sin negros y sin indios.