El preso más famoso de Carache / Por: Alfredo Matheus

Sentido de Historia

 

Los pueblos trujillanos tienen una gran riqueza de anécdotas que en oportunidades no son valoradas, a pesar de un detalle de tanta trascendencia; allí está presente la obra humana de nuestros antepasados… Empezando por los gobernantes, los pueblos hacen “chistes” de los peores funcionarios, es una manera muy diplomática de “castigar” a quienes en funciones de gobierno solo se acordaron de hacer “marramuncias”, como arrebatarle a la ciudad de Valera su gran casa de la cultura (Ateneo de Valera) para convertirla en un cuartel militar, qué diría nuestro gran poeta Aquiles Nazoa, un revolucionario de verdad…

En los momentos más difíciles o de grandes adversidades, a los trujillanos los ha salvado su gran sentido del humor: un señor ya entrado en años con algunas cervecitas en la cabeza, va caminando por frente a la Gobernación de Trujillo, se detiene, mira de pies a cabeza al policía que está en la entrada, se le acerca y le dice: “amigo, ¿qué se necesita para ser gobernador de Trujillo, yo quiero arreglar tantos años de desidía, de abandono, de mentiras, qué currículo piden?, el funcionario mal humorado, con voz de autoridad, le responde: “usted es imbécil, es estúpido, es loco, es un pobre diablo, es tramposo”. El viejito, replica: “dejémoslo así, dejémoslo así; ya no quiero ser gobernador, solicitan mucho currículo, mucho currículo.

 

Engañaron al Coronel…

 

En momentos de “paridera”, los trujillanos tienen salidas geniales a situaciones embarazosas. En 1915, el Coronel gomecista de apellido Yéspica, dirigía los trabajos para unir a Carache con Valera, abriendo camino a través de una frondosa montaña gracias al sudor y sacrificio de un grupo de presos quienes, a punta de pico y pala, picaban piedras y derribaban gigantescos árboles…La mayoría de los presos, dicen cronistas de la época, eran asesinos, ladrones, y uno que otro político, que habían condenado a largos años de prisión…

Luego de semanas y meses de trabajo, el Coronel Yéspica, se encontró con un grave problema: el caudaloso río Carache estaba demasiado cerca de la carretera y había que construir un puente. En menos de lo que “espabila un ciego” dio la orden para que un grupo de presos prepararan todo lo necesario para levantar el bendito puente, los trabajos se iniciaron en noviembre de 1919.

Grandes vigas de madera de vero, las de mayor calidad, cruzaron de un lado al otro del río., descansando sobre inmensas bases de “calicanto”, se instalaron barandas para protección de las personas que por allí transitaran con sus arreos de mulas o carretas tiradas por caballos…
Una mañana, el lugar amaneció con un sol radiante, el Coronel Yésica estaba de muy buen humor, los trabajos avanzaban, se imaginaba el gran ascenso que venía en camino con la terminación del puente, que llevaría el nombre del General Juan Vicente Gómez, Presidente de la república…El Coronel levanta la vista al cielo, y se da cuenta que una enorme piedra, sobresalía de una parte del cerro que estaba frente al puente. La piedra amenazaba con caer sobre el puente de vero y volverlo “frijolillo”. Acabando, de paso, con las aspiraciones de Yesica de ser ascendido…
Al Coronel se le escuchó un; “coño, que buena vaina”, y hace una “reunión de presos”, motivándolos, les preguntó: ¿Quién se gana para subir a amarrar aquella piedra que amenaza con destruir el puente?, nadie dijo “ni pio”, el silencio era de cementerio…

Yésica, observando que nadie se animaba, ni se entusiasmaba, cambio el discurso inicial y dijo: “Señores, si uno de ustedes amarra la piedra, queda en libertad de inmediato”…El silencio era general, hasta que un negro de mucha corpulencia física, casi dos metros de altura, exclamó a viva voz; “Yo Coronel, yo amarro esa piedra”…” Anja; pues tome esa guaya y amárrela pa´ dejarlo en libertad “ya”, respondió el Coronel con cara de regocijo, porque el puente no sería destruido y el ascenso estaba más que seguro…

El preso tomó la guaya y se dedicó a subir el empinado cerro… Se entusiasmó, al escuchar los gritos y vivas de sus compañeros. Luego de subir 25 metros, llegó al lugar donde estaba la piedra, la comienza a amarrar con la guaya de acero. Con piedras y cal elaboró un muro de contención, quedando la guaya incrustada en la gran piedra…

“Se dice por esas calles” del anecdotario popular, que el preso a pesar de saber que el Coronel Yésica le había prometido la libertad, desconfió de la palabra del militar, y se fue cerro arriba, internándose en la profundidad de la montaña…Jamás se supo que fue de la suerte del negro corpulento que amarró la piedra, solo quedo la tremenda “guaratara” amarrada, como testigo de lo que es capaz el hombre en la búsqueda de su bendita libertad…

Hoy, a 103 años de la inauguración del Puente Gómez, en la carretera a Carache, actualmente existe un moderno puente, que sustituyó al de madera…A más de 100 años, en que fue amarrada la piedra por el preso con ansias de libertad, la gran pregunta que se hacen los caracheros, es; ¿En verdad, ¿el Coronel Yesica, fue ascendido por salvar el puente, o llevado a las mazmorras de la dictadura somocista por dejar escapar a un preso?
Obra consultada… “Debajo del sol trujillano”. Julio César Borges…

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