Es un hecho la designación del diputado de Voluntad Popular (VP) Juan Guaidó como presidente de la Asamblea Nacional (AN) este sábado 5 de enero – y en la primera y segunda vicepresidencia, Edgar Zambrano AD) y Stalin González (UNT), respectivamente, – junta directiva que obedece a un acuerdo previo establecido por las fracciones parlamentarias de la Alternativa Democrática una vez electos en las elecciones de 2015 y que se viene cumpliendo pese a las maniobras y estrategias del Gobierno para evitarlo.
Juan Guaidó “en el ojo del huracán”
Desde el mismo momento que Voluntad Popular anunciara oficialmente tal designación ha colocado a Juan Guaidó «en el ojo del huracán» en virtud de los escenarios que se vislumbran con miras al próximo 10 de enero fecha en la cual está prevista constitucionalmente la toma de posesión presidencial para el período 2019 – 2025, que corresponde a Nicolás Maduro, quien no sería reconocido como presidente de la República por el parlamento nacional – según lo han anunciado las organizaciones políticas – en consecuencia se produce la vacante del cargo.
Dada esta situación y apelando al texto de la Carta Magna, corresponde a la órgano legislativo declarar dicha vacante, la cual debe llenar el presidente de Asamblea Nacional, o sea Juan Guaidó, en calidad de presidente «interino»» de la República por un lapso de 30 días, tiempo en el cual deberá convocar nuevas elecciones. Lo anteriormente descrito es lo que hipotéticamente estaría planteado, y sobre lo cual se discute en el seno de las diversas fuerzas políticas opositoras., ya que en el contexto internacional en sesenta países es una decisión tomada.
Como también y que con toda seguridad viene siendo tema de discusión y análisis en el resto de los sectores de la sociedad democrática venezolana, llámense, movimiento estudiantil, sindicatos, gremios profesionales, empresarios, comerciantes e industriales (grandes, medianos y pequeños), la Iglesia, universidades, intelectuales, medios de comunicación social, organizaciones no gubernamentales, y por supuesto, el pueblo, que en definitiva tendrá la última palabra, en cuanto a reconocimiento se refiere, inclinando la balanza de la legitimidad a respetar y hacer respetar.
Posee madurez política para asumir histórico reto
Ese papel estelar y protagónico de Juan Guaidó que viene jugando a medida que se acerca el 10-E lo hace desde este momento en adelante blanco y objetivo de la Sala Situacional de Miraflores que debe estar trabajando en el diseño de una estrategia, si es que no está en pleno desarrollo, bien sea una matriz de opinión u otro mecanismo, para desacreditarlo y descalificarlo buscando con ello, dividir y/o evitar su asunción a la presidencia de la AN como por ejemplo, “que está muy joven para asumir ese histórico reto”. Ojo, más allá, que se trate de algo descabellado, es la estrategia del régimen, así actúa porque le ha dado resultados.
En las primeras de cambio ha demostrado tener la madurez política suficiente, cuando hizo una llamada telefónica a la exmagistrada Rosa Mármol León, – quien a través de su cuenta de twitter denunciaba de un supuesto acuerdo de AD y UNT con el gobierno para reconocer a Nicolás Maduro – para desmentir tal versión y ratificar el respeto al acuerdo que establece la presidencia para Voluntad Popular, la cual será ocupada por su persona, asimismo, le ratifico que la AN desconocerá a Nicolás Maduro como presidente de la República.
Corresponde al pueblo blindarlo y protegerlo
Sin duda alguna de mantenerse todo en esta dirección es una obligación y sería una irresponsabilidad no hacerlo proteger y blindar la figura de Juan Guaidó de estos certeros ataques que seguro van a venir pero también alertar y preparar al pueblo para que no caiga en esa trampa mucho menos hacerse eco de todo aquello que vaya en contra de este parlamentario que ha demostrado estar comprometido con la lucha por el cambio y la solución pacifica y constitucional, al contrario, se hace necesario el apoyo de ese ya 90% de descontento popular desde la calle.
Douglas Abreu / @douglasabreub