El frío de nuestras montañas nos invita a reflexionar sobre la Navidad de 2025, donde economía y humanismo se encuentran. En medio de la crisis, la frase «Dios proveerá» nos ofrece esperanza y resalta la conexión entre lo espiritual y lo material. Al celebrar el nacimiento del Niño Jesús, el pesebre simboliza dignidad y resiliencia. Este artículo explora cómo este momento es una posibilidad para la reflexión, la construcción de conciencia, la resiliencia y la empatía.
Conexión entre lo Espiritual y lo Material en la Navidad
En este contexto de encuentro entre la economía y el sentido humanista, es clave considerar la visión de James Hillman sobre el dinero. Él argumenta que el dinero, lejos de ser un simple medio de intercambio, es una «tercera cosa» que conecta el cielo con la tierra. Esta perspectiva refleja la complejidad de nuestra relación con el dinero, que puede ser tanto un recurso valioso como una fuente de ansiedad y locura.
Al festejar la Navidad y el nacimiento del Niño Jesús, el pesebre se convierte en un símbolo de esperanza y dignidad, recordándonos que, a pesar de las dificultades económicas, siempre hay espacio para la confianza. El dinero no debe ser visto sólo como un fin, sino como un medio para alcanzar propósitos más elevados.
Luz en el Laberinto
El pesebre es la imagen más poderosa de la resiliencia humanista. En la sencillez de un establo y en medio de la precariedad, nace la ilusión. Este año, ese pesebre se ha instalado en el centro de nuestro propio «laberinto» de ansiedades financieras. En este contexto, la visión de James Hillman se vuelve especialmente relevante, en su concepto de conector simbólico de lo espiritual con lo material. Es precisamente en el nacimiento del Niño Jesús donde lo espiritual y lo material se abrazan, dándonos sentido y recordándonos que, a pesar de las dificultades económicas, siempre hay un espacio para la dignidad y el optimismo.
Hoy, los relatos que hemos compartido a lo largo de este año encuentran su lugar bajo la luz del pesebre. Cada historia refleja el espíritu de aquellas que, en medio de la adversidad, han logrado conectar lo espiritual y emocional con lo material. Recordemos algunos de estos relatos, que nos ofrecen valiosas lecciones sobre la dinámica de la vida, las complejas relaciones con el dinero y las transformaciones personales. Veamos:
- Valeria es un ejemplo de fe en acción. Ha protegido su pequeño negocio educando sus emociones y ahorrando con disciplina, entre las complejas tensiones que generan una moneda que se devalúa. En la crisis económica de Venezuela, su historia simboliza la resiliencia ante la adversidad.
- Sofía nos enseñó a transitar por los miedos. Como los pastores que se acercaron al pesebre solo con fe, aprendió que la confianza en ella es clave en las decisiones financieras. En «El Escudo Roto de Sofía«, vemos su viaje al dejar la comodidad de su hogar y descubrir que el dinero es más que cifras. Enfrenta el miedo y la ansiedad, entendiendo que el verdadero valor del dinero está en la confianza y en decisiones informadas.
- Daniela, una artista de la zona andina de Venezuela, es madre de dos hijas y se dedica al diseño y al arte. En un contexto económico difícil, comparte su viaje de autoconocimiento en el taller «Transforma tu Relación con el Dinero«. Este proceso le ha dado herramientas y ha fortalecido su confianza, ayudándola a construir un futuro alineado con sus sueños.
- El Magistrado nos recuerda que el éxito profesional no significa nada si el alma siente que el «bolsillo está roto» por viejas carencias. Su historia muestra que las lecciones de la infancia pueden limitar nuestro avance. La Navidad nos invita a sanar esas historias, concientizando sobre el miedo y la escasez.
Al igual que ellas transformaron su relación con el dinero al transitar conscientemente sus miedos, nosotros también podemos reescribir nuestra historia financiera. Este proceso de sanación es clave para abrirnos a las posibilidades en un devenir de abundancia y construir un futuro consciente, donde el dinero deje de ser una fuente de ansiedad y se convierta en una herramienta (funcional y emocional) para crear oportunidades. En esta Navidad, reflexionamos sobre la importancia de reconocer nuestras creencias limitantes y mejorar nuestra relación con el dinero y emociones.
Resiliencia, Compasión y Empatía
En estos tiempos complejos, el sentido humanista brilla con más fuerza. La mujer trabajadora —la artesana que teje identidad, la docente que siembra futuro, la productora que alimenta al país— es la prueba de que se puede gestionar la economía sin perder la ternura.
No permitamos que nuestra relación con el dinero se convierta en una «anarquía» de objetos vacíos. El pesebre nos enseña que lo pequeño y lo humilde, cuando tiene un propósito claro, es capaz de transformar el entorno. El dinero, visto desde el humanismo, debe ser siempre un medio para la prosperidad y nunca un fin que nos esclavice.
Nuestro Voto de Esperanza
A ustedes, seguidores de esta columna, que celebran con dignidad: que este Niño Jesús les brinde claridad para ver la economía como una herramienta para sostener el presente y el sentido humanista como brújula para el futuro. Que la empatía sea nuestra mayor riqueza, recordando que, al final de este laberinto venezolano, hay una comunidad valiente que entiende que la verdadera provisión une la arepa en la mesa con la paz en el corazón.
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