Rosalinda Hernández Colmenares
Periodista
Este 9 de noviembre, el Diario de Los Andes cumple 31 años de labores ininterrumpidas en el estado Táchira y como siempre, en lo personal, es una fecha de celebrar. Tal vez no con la algarabía y fastuosidad de aquellos años en los que apenas me iniciaba en el periodismo, cuando se llenaba la vieja casona de la avenida 19 de abril, con gente de medios, amigos y personas que admiraban la labor diaria del periodismo regional plasmada este medio impreso, incluidos políticos, gobernadores y alcaldes.
Mucho tiempo ha pasado desde entonces y Diario de Los Andes sigue haciendo periodismo libre, independiente y comprometido. En los últimos años menguado y reducido por las censuras impuestas desde el poder, primero con las limitaciones y obstáculos para la compra de papel que llevaron al diario de ser un impreso con más de 32 páginas y de circulación diaria a reducirse a unas 16 páginas, y bajar el número de ejemplares en la calle, crisis que lo fue ahogando cada día más hasta convertirse en un Semanario que nunca dejó de estar al lado de la verdad y de las comunidades más vulnerables del Táchira.
Mucho tiempo no pasó para que otro duro golpe tocara a mi casa-madre del periodismo. La arremetida del gobierno nos llevó a desaparecer físicamente y a pasar a ser uno de los primeros medios netamente digitales de Venezuela, no por los adelantos tecnológicos, sino producto de la censura, la misma que ha cerrado emisoras de radio en la región y que amenaza cada día con bloquear los espacios del periodismo crítico e independiente. En ese año, 2017, me despedí de la plantilla de periodistas que conformábamos para ese momento Diario de Los Andes Táchira, profesionales auténticos y comprometidos con la misión de informar. Hoy muchos de ellos en otro plano, como el apreciado y siempre recordado Armando Hernández, a quien cariñosamente llamábamos en la sala de redacción “Josefo” y que a muchos nos supo llevar con generosidad, paciencia y risas al mundo del periodismo de sucesos.
Otros colegas han migrado no solo del diario, sino del país como un mecanismo de escape a la Venezuela en crisis que tenemos. Judith Valderrama, amiga, colega y la hermana que me regaló el periodismo, de la que he aprendido mucho, sobre todo a no callar cuando se tiene la razón, Yulliam Moncada, profesional, responsable y excelente jefe con quien tuve muchos puntos en común y también diferencias que con respeto y equilibrio supimos sobrellevar, ganando mi admiración y cariño. A todos los recuerdo con aprecio infinito, con especial mención a su Director General, el Dr. Eladio Muchacho quien siempre me brindó y aun me sigue ofreciendo un lugar especial en su mesa de redacción. Desde que toqué la puerta al gran maestro del periodismo Tiberio Martínez, cuando apenas era una estudiante que quería ejercer como aprendiz del oficio y fui bien recibida y conducida al mejor oficio del mundo, como decía Gabriel García Márquez.
Hoy no tengo más que palabras de agradecimiento, admiración y reconocimiento al medio donde aprendí a ser periodista. Celebro a Diario de Los Andes con orgullo y aplaudo su permanencia a pesar de los avatares de tiempos tan convulsionados para el ejercicio del periodismo y de la libertad de expresión. Celebro en sus 31 años de trayectoria firme y dedicada al medio que no sólo siempre me mantiene abiertas sus puertas, también celebro a quienes, en aquellos días de noviembre de 2014, cuando mi corazón estaba arrugado porque se apagó la luz de mi madre y no podía sostenerme de la tristeza, me dieron una tregua y luego con paciencia y sabiduría me fueron mostrando que en el periodismo estaba la clave para salir de nuevo adelante. Un periodismo humano, puro, sin miedo y siempre de la mano de la verdad, esa es y ha sido la clave de Diario Los Andes en este fructífero, pero no fácil transitar. Ya aprendida la lección, estoy segura que el periodismo, el buen periodismo siempre nos mantendrá en pie, el periodismo siempre nos va a salvar.
.