Por Ivanna Laura Ordoñez/CRONICA UNO
Guardianes de Bosque es una iniciativa que congrega a más de 15 personas para el cuidado de las 1600 hectáreas que aproximadamente tiene el parque municipal Piedra Kanaima, en Santa Elena de Uairén.
Caracas. Entre lo más complicado de ser guardabosque voluntario está conseguir un tiempo en la cotidianidad de la vida para hacer labores de limpieza, concientización y vigilancia dentro de un espacio natural tan amplio como el Parque Municipal Piedra Kanaima, ubicado en Santa Elena de Uairén, en el municipio Gran Sabana del estado Bolívar, al sur de Venezuela.
Mariela Morillo lo sabe muy bien. Ella es integrante de una iniciativa vecinal llamada Guardianes del Bosque, la cual está formada desde el año 2019 por un grupo de vecinos que viven en las áreas aledañas a Piedra Kanaima. Todos con oficios, profesiones y deberes que organizan muy bien para poder contar con horas disponibles y hacer frente a los peligros que en la actualidad ponen en riesgo el medioambiente.
Mariela es periodista de profesión. En el grupo hay también abogados, comerciantes, administradores, veterinarios y personas indígenas, todos unidos por la voluntad de promover la educación ambiental en un territorio protegido que también es víctima de la precariedad en la que vive el 96 % de los venezolanos, según la investigación de Encovi de 2019-2020. El deterioro del país es consecuencia del desplome de la economía en los últimos años, que, a su vez, ha provocado el colapso de los servicios básicos.
A la zona han llegado muchas personas de otras regiones de Venezuela, también afectadas por la crisis. Esta especie de migración interna hacia Santa Elena de Uairén, según Mariela, se debe a que en esta ciudad, fronteriza con Brasil, la moneda predominante es el dólar, por lo que llegan en busca de mejores ingresos económicos. Otra razón es el negocio de la minería ilegal, que ha proliferado durante los últimos años.
El problema es que estas personas, en su desconocimiento y su urgencia económica, han aumentado la tala de árboles en los espacios de Piedra Kanaima, un área con protección decretada por el Concejo Municipal (1996), el cual establece que estos espacios no pueden ser devastados y que solo pueden tener un uso recreacional limitado, y que deben ser administrados por consejos comunales, organizaciones no gubernamentales o grupos ambientalistas.
“En principio la tala era solo con fines de obtener leña para cocinar, tanto por los nuevos residentes como por los nativos de la zona, pero luego también se convirtió en una estrategia de supervivencia. Algunos de los padres de familia talan para construir sus casas y también empezaron a vender gajos de leña a los comercios. Y los comerciantes por desconocimiento o insensatez los compran para venderlos a sus clientes”, dijo Mariela.
89 % de los venezolanos dependen del gas propano contenido en bombonas para cocinar en sus hogares, según datos de Antero Alvarado, director regional para Venezuela de la firma Gas Energy Latin America. Pero la escasez de este servicio público en el país, en Santa Elena de Uairén las personas han recurrido a traer bombonas de gas doméstico desde Brasil, el cual se paga en dólares.
“El tema es que ha llegado mucha gente nueva que no conoce la importancia de estos espacios naturales, gente que ha venido acá simplemente como una estrategia de supervivencia. Lo que los atrae a esta frontera es una urgencia económica que les impide pagar, por ejemplo, el gas doméstico, que aquí es brasilero. Nosotros pagamos aproximadamente 40 dólares por una bombona de 13 kilos de gas brasilero”, explicó.
Para evitar esto, Guardianes del Bosque, grupo que está en trámites de convertirse en asociación civil, ha realizado carteles y campañas para la radio, con el fin de generar conciencia social sobre el daño que ocasiona la deforestación de los ecosistemas. La tala de árboles perjudica la vida de los seres vivos que habitan dentro de los bosques, provoca la erosión de los suelos, contribuye al cambio climático, entre otras consecuencias. Además, los árboles son los principales proveedores de oxígeno al planeta.
“También entramos frecuentemente al bosque. Nosotros elaboramos un protocolo de abordaje de las personas en el cual les explicamos los riesgos que corren al estar allí: los peligros naturales, porque son espacios prístinos donde hay arañas y serpientes, por ejemplo, y también los riesgos legales, porque son espacios protegidos. Les explicamos que es un parque municipal, que es un bosque que nunca se había intervenido, donde hay especies muy representativas de la zona”, agregó Mariela.
Mariela dijo que también cuentan con la colaboración de la Fiscalía Ambiental y de la Guardia Nacional. “Estas personas son presentadas ante un fiscal, eventualmente trabajamos con la colaboración de la Guardia Nacional, quienes nos prestan apoyo, no con la regularidad que quisiéramos, pero sí nos han apoyado bastante. Se han llevado detenidas a algunas personas. Ese es parte también del trabajo”.
Pero además de tener que hacer espacio en sus rutinas diarias y tratar de mantener la motivación grupal ante la volatilidad de la tala dentro del parque, otro aspecto más complicado de crear Guardianes del Bosque, ha sido, según Mariela, el aspecto económico que conlleva proteger un parque municipal prácticamente sin ayuda externa.
Hasta ahora todos los gastos han salido de los bolsillos de los integrantes permanentes y los colaboradores de la agrupación porque no cuentan con la ayuda económica de ninguna organización privada o de alguna entidad pública. Sin embargo, se encuentran en la elaboración de un proyecto con la finalidad de buscar apoyo económico.
Debido a la falta de dinero, Guardianes del Bosque no ha podido concretar una de sus ideas para la protección de Piedra Kanaima. Mariela contó que han intentado establecer un cargo de guardabosque dentro del parque y asignarle un salario fijo, pero hasta que no puedan costearlo no será una realidad.
“Los aportes económicos fundamentalmente vienen de nosotros. Me río porque realmente son muy pocas nuestras posibilidades de reaccionar en términos económicos; estamos, como todos los venezolanos, muy limitados económicamente. Para las acciones que hemos llevado a cabo tenemos que reunirnos entre todos y, eventualmente, para reunir el dinero nos tardamos muchísimo”.
A pesar de las dificultades, Guardianes del Bosque en solo dos años ha logrado reunir a más de 40 personas, entre activos y voluntarios, dentro de una misma causa: enseñar a proteger, desde el ejemplo y la empatía, los espacios naturales del Parque Municipal Piedra Kanaima, un ecosistema que es igual de generoso con todos los seres humanos que rodean sus 1600 hectáreas aproximadas de biodiversidad que merecen respeto.
Nuestra vida como guardabosques voluntarios es como la de cualquiera, con sus trabajos normales, solo que ahora en nuestras rutinas incorporamos entrar al bosque”.
@ivannalauraor
Fuente Original: CRONICA UNO
.
.