El paradigma del capital social, que recupera el sentido común perdido, aquel reflejado en el proverbio «La unión hace la fuerza», amplía significativamente esta lista parcial de nuevos paradigmas, que abren nuevas posibilidades para el desarrollo integral de las naciones, regiones, organizaciones e incluso las personas. Y para la humanidad como un todo.
Francis Fukuyama sostiene: “Muchos hoy ven el capital social como el ingrediente clave tanto del desarrollo económico como de una democracia liberal estable”. Robert Puntman, uno de los padres de esta teoría, señala a su vez: “El capital social correlaciona positivamente con longevidad, inversamente con morbilidad, aumenta la capacidad de superar situaciones graves de vida, incrementa el ingreso y el bienestar integral”.
Cohen y Fields afirman que: “Silicon Valley está construido sobre Capital Social”.
Y Malcolm Gladwell reporta que «Los habitantes de Rosseto morían de viejos, eso era. Y no se enfermaban porque comieran sano, no fumaran ni bebieran, todo lo cual sí hacían, sino por el tipo de relaciones que tenían, por el elevado capital social de la comunidad. »
Así como la capacidad de producir valor de un ser humano depende más de sus sinapsis que de sus neuronas, la capacidad de producir valor de un grupo de personas depende más de las relaciones entre ellos que de sus capacidades individuales. Depende también de los estados de ánimo en que viven y de la existencia de un proyecto común. Que vivan en comunión.
Las tecnologías de construcción de capital social son hoy por lejos las más importantes. Son las que atienden la necesidad más acuciante en el planeta: permitir la convivencia en la diversidad y contextos complejos, impredecibles, ambiguos y permanentemente cambiantes; las que facilitan la comunicación, construyen confianza y espíritu colaborativo y generan sentido de comunidad.
Donde no hay capital social nada florece. Ni las otras tecnologías, ni la democracia, ni la justicia, ni la libertad, ni los derechos humanos, nada. El capital social es el sustrato primario y fundamental de cualquier acción que pretenda producir desarrollo integral de cualquier organización humana.
Por ello es necesario destinar muchos recursos a su desarrollo y amerita crear una disciplina abocada a ese desafío: la SOCIOTECNOLOGÍA.
Como ya antes señalamos, pero vale la pena insistir en ello, las naciones que no han participado de la generación de los viejos paradigmas, y que no les ha ido bien con ellos, tienen ventajas para participar de la generación de nuevos paradigmas. América Latina se encuentra en ese caso. Además de que tenemos una urgente necesidad de incrementar su capital social en nuestros países, muy en particular Chile, país desde el cual vengo y hablo, que es el país más desconfiado de la OCDE. También el más depresivo, en parte por ello mismo. Invito aquí a todos y todas las lectoras a participar de la creación de esta disciplina y el noble y gran objetivo que se propone: fortalecer el capital social y contribuir a humanizar la humanidad a través de ello.
- Construir capital social en un grupo humano es fácil desde una filosofía y humanología constructivista radical
- Expandiendo conciencias, de sí y de mundo.
- Aprendiendo a respetarse y valorarse en la diversidad.
- Transformándose, literalmente, biológicamente, en el conversar y la convivencia.
- Cambiando los relatos sobre sí mismo, los demás y las cosas.
- Construyendo juntos una realidad y un futuro común, comprensiva y compasivamente, con conciencia de sí y de mundo.
- Incrementando la inteligencia emocional y espiritual.
- Fortaleciendo, por todas las vías anteriore, nuestra capacidad de amar.
Diseñar, aplicar, evaluar y difundir teorías, técnicas y métodos para lograr todo ello es el objetivo de la Sociotecnología.
Eso hemos venido haciendo con muy buenos resultados desde hace 30 años en el Departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile, a partir de la biología, filosofía y humanología constructivista propuestas por Humberto Maturana y Francisco Varela. En base a cursos, talleres, diplomados, coloquios y conversatorios centrados en la expansión de conciencia de sí, conciencia de la revolución paradigmática, y el aprender a conversar conversando. Todo ello en base a ejercicios individuales y grupales que han sido probados por ya muchos años.
Para concluir, construir capital social requiere de tomar conciencia y hacerse cargo de los factores históricos, sociales y económicos, Especialmente precisa hacerse cargo de las patologías culturales, y muy especialmente de los sociópatas,.
- Detectándolos y neutralizándolos a tiempo, como lo hacen hoy las empresas de punta en el mundo.
- Disminuyendo la tasa de producción de los Homo Psicopaticus y aumentando la tasa de producción del Homo Amans.
Para lo cual necesitamos:
- Cuidar amorosamente de la madre embarazada y su criatura, a la madre lactante y al lactante.
- Garantizar amor, juego y equidad a niños y adolescentes.
Coherente con ello, poner la inversión en estos desafíos en la primera línea de la inversión y la política pública.
La clave fundamental para que todo ello sea posible es instalar el paradigma «AMO, LUEGO EXISTO» en el centro de la vida humana y social, lo cual exige el compromiso y la acción decidida y eficaz de todas y todos nosotros, saliendo de la resignación y nuestra postura de observadores, analistas y comentaristas del mundo este que se desploma.
Carlos Vignolo F.
Académico Universidad de Chile