Ciudad del Vaticano, 30 ene (EFE).- El papa Francisco viaja desde mañana y hasta el 6 de febrero a la República Democrática del Congo (RDC) y a Sudán del Sur en un intento de impulsar la paz en dos países destrozados por la guerra civil y cuyos pueblos esperan que esa importante visita les otorgue «la dignidad» de formar parte del mundo.
Después de tener que aplazar el viaje previsto en julio por sus problemas de movilidad, Francisco prometió que iría, como recordó este domingo, a «República Democrática del Congo, desgarrada por enfrentamientos armados y explotación» y a «Sudán del Sur, destrozado por años de guerra que han obligado a tantas personas a vivir desplazadas y en condiciones de gran penuria».
La religiosa y teóloga congoleña Rita Mboshu Kongo, que acompañará a Francisco en este viaje, destaca a EFE «el impacto social y político» que tendrá la visita a la RDC: «No hablará sólo a los católicos, a los creyentes, sino que a toda la humanidad, a la gente de buena voluntad».
«La situación social en la RDC deja mucho que desear. Basta pensar en la agresión y explotación de la que son víctimas niños, mujeres, jóvenes y ancianos inocentes. Las potencias internacionales que buscan materias primas que llenan el subsuelo congoleño no hacen más que fomentar las guerras que cada día causan víctimas», explica sor Rita.
La población «espera del papa apoyo, aliento y acompañamiento espiritual, que tendrán un fuerte impacto social».
Francisco llega a la RDC cuando se ha recrudecido la violencia en el este del país entre el ejercito y las milicias que existen en la zona fronteriza con Ruanda y por ello ha tenido que renunciar a la prevista etapa en Goma.
Más de 200 civiles han muerto en las últimas seis semanas en la región de Ituri y al menos 52.000 personas han huido, que se suman a los más de 1,5 millones de desplazados en la provincia, según Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR).
En un encuentro con los medios, el obispo de Luiza, Félicien Mwanama Galumbulula, expresó su preocupación porque los últimos atentados han sido contra objetivos religiosos, como el más reciente, contra una iglesia pentecostal en Kasindi (noreste), y destacó que la RDC es uno de los ejemplos «de la Tercera Guerra Mundial a trozos de la que habla el papa».
También viaja a Sudán del Sur, un país escindido del resto de Sudán en 2011, que ningún pontífice ha visitado y al que Francisco quería ir desde 2018, cuando se le invitó después de que se firmase en Roma un esperanzador acuerdo de paz con la colaboración del movimiento católico Comunidad de San Egidio.
«La visita del papa reforzará las iglesias locales que tanto hacen por el país y apoyará al pueblo sursudanés que espera mucho de esta visita y también habrá un mensaje político, el de sostener el proceso de paz», asegura el secretario general de San Egidio, Paolo Impagliazzo.
En su visita «histórica» a Sudán del Sur, según Impagliazzo, viajará con el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, y el moderador de la Iglesia de Escocia, Jim Wallace, pues el país cuenta con una importante presencia de anglicanos.
En abril de 2019, los tres líderes religiosos convocaron un retiro espiritual en el Vaticano para ayudar al proceso de paz en Sudán del Sur y durante esa iniciativa, en un gesto de humildad que conmovió al mundo, Francisco se arrodilló y besó los pies del presidente sursudanés, Salva Kiir Mayardit, y del opositor Riek Macharel, e instó a los dos líderes enfrentados a proceder con el acuerdo de paz firmado el año anterior.
El responsable de San Egidio explica que el acuerdo «avanza, pero dolorosamente de manera muy lenta» y por ello «todos esperan una palabra que anime a continuar a trabajar por la paz, y por la reducción de la violencia»
«La sociedad civil espera con alegría esta visita y hay una gran expectativa también entre la clase dirigente. Pero es sobre todo la gente común la que vé este viaje como un momento en el que se les tratará con dignidad», añade Impagliazzo, «algo fundamental en un país que ha vivido grandes dificultades, considerado muy problemático, incluso un paria por la comunidad internacional».
La visita del papa «les pone en el centro de la Historia, les da dignidad y esto les hace sentirse muy orgullosos».
Según recordó el Programa Mundial de Alimentos de la ONU en una sesión informativa con motivo del viaje, dos tercios de la población (7,76 millones de personas) sufren inseguridad alimentaria grave y otros 2,9 millones de personas se encuentran al borde de la inanición, incapaces de encontrar alimentos suficientes para ellos y sus familias. Y hay más de 2 millones de desplazados en todo el país debido a los conflictos de los últimos años.
«Hay que ir a estos países. Y el papa va porque no quiere ser uno de los que miran hacia otro lado. Hay gente que sufre y tiene que ser ayudada, también empujando a la clase dirigente a encontrar un modo para convivir en paz», subraya el secretario general de San Egidio.
Cristina Cabrejas