El papa pide que el Jubileo sea tiempo para la paz y que se condone la deuda a los países más pobres

El papa Francisco presenta en una ceremonia en el atrio de la basílica de San Pedro la bula que oficializa el gran Jubileo de 2025. EFE/EPA/Riccardo Antimiani

 

Ciudad del Vaticano, 9 may (EFE).- El papa Francisco presentó en una ceremonia en el atrio de la basílica de San Pedro la bula que oficializa el gran Jubileo de 2025 y en la que pidió que sea un tiempo de valentía para conseguir dialogar por la paz y que los gobiernos condonen la deuda a los países más pobres.

En la solemne ceremonia ante la Puerta Santa de la basílica de San Pedro, que se abrirá el próximo 24 de diciembre dando inició al Año Santo, el papa entregó a los arciprestes de las basílicas papales en Roma y a los representantes de los obispos del mundo la bula titulada «Spes non confundit» (la esperanza no defrauda) con la que se anuncia el que será su primer Jubileo ordinario, el que se celebra cada 25 años.

El papa convocó un Jubileo Extraordinario dedicado a la Misericordia en 2015, pero este Año Santo, el que se convoca cada 25 años, es uno de los grandes eventos de la Iglesia católica y se espera que cerca 35 millones de peregrinos acudan a Roma.

 

La Puerta Santa cerrará el 6 de enero

En el documento que el papa presentó, se dispone que la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, se abra a partir del 24 de diciembre, dando inicio así al Jubileo ordinario, mientras que se clausurará el 6 de enero de 2026.

Además, el 29 de diciembre de 2024, en todas las catedrales y concatedrales, los obispos diocesanos celebrarán la Eucaristía como apertura solemne del Año jubilar.

Posteriormente, en la homilía durante la vigilia tras la ceremonia, Francisco pidió que este año Santo los fieles se conviertan «en cantores de esperanza en un mundo marcado por un exceso de desesperación. Con los gestos, con las palabras, con nuestras elecciones cotidianas».

«En efecto, nos hace falta la esperanza. La necesita la sociedad en la que vivimos, a menudo inmersa sólo en el presente e incapaz de mirar hacia el futuro; la necesita nuestra época, que a veces se arrastra cansadamente entre la monotonía del individualismo, dijo.

Y también indicó que necesitan esperanza «los pueblos y las naciones que afrontan el mañana cargados de preocupaciones y temores, mientras las injusticias se prolongan con arrogancia, los pobres son descartados, las guerras siembran la muerte».

 

Signos de esperanza: condonar la deuda y amnistía a presos

En el Jubileo de 2025, en su bula, el documento papal, invita a los fieles a llevar «signos de esperanza» y, entre ellos, Francisco desea que «el primer signo de esperanza se traduzca en paz para el mundo, que vuelve a encontrarse sumergido en la tragedia de la guerra»

«La humanidad, desmemoriada de los dramas del pasado, está sometida a una prueba nueva y difícil cuando ve a muchas poblaciones oprimidas por la brutalidad de la violencia. ¿Qué más les queda a estos pueblos que no hayan sufrido ya? ¿Cómo es posible que su grito desesperado de auxilio no impulse a los responsables de las naciones a querer poner fin a los numerosos conflictos regionales, conscientes de las consecuencias que puedan derivarse a nivel mundial?», se lee en la bula.

También renovó su llamamiento para que «con el dinero que se usa en armas y otros gastos militares constituyamos un Fondo mundial, para acabar de una vez con el hambre y para el desarrollo de los países más pobres, de tal modo que sus habitantes no acudan a soluciones violentas o engañosas ni necesiten abandonar sus países para buscar una vida más digna».

A los gobiernos del mundo, Francisco pidió que en este Año Santo trabajen para «iniciativas que devuelvan la esperanza; formas de amnistía o de condonación de la pena a los presos», al tiempo que instó a condonar la deuda a los países que nunca la podrán pagar.

La bula contiene llamamientos para mayor atención de los enfermos, los ancianos, los pobres y los jóvenes; y anuncia la apertura de una Puerta Santa en la prisión.

Además, afirma que es «urgente» que haya un «apoyo convencido» de los creyentes y de la sociedad civil al «deseo» de los jóvenes de tener nuevos hijos ante la baja natalidad en muchos Estados.

Y también que se trabaje «por la abolición de la pena de muerte, medida contraria a la fe cristiana y que destruye toda esperanza de perdón y de renovación».

 

 

 

 

 

 

 

 

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