Ciudad del Vaticano, 1 oct (EFE).- El papa Francisco pidió este martes «perdón» a los que han sido «heridos» por todos los «pecados» de la Iglesia y expresó su «vergüenza» por ello, en una ceremonia en la Basílica de San Pedro en la que siete cardenales se disculparon por las diversas faltas cometidas por el clero, incluidos los abusos sexuales.
«Pedimos perdón por todos nuestros pecados (…) Pedimos perdón, sintiendo vergüenza, a aquellos que han sido heridos por nuestros pecados», dijo el papa en una inédita ‘vigilia penitencial’ previa al Sínodo, la asamblea de obispos que comienza este miércoles para abordar los temas más importantes para la Iglesia.
Francisco quiso escribir personalmente «las peticiones de perdón leídas por algunos cardenales porque era necesario llamar por su nombre a nuestros principales pecados», como «la falta de coraje para luchar contra la paz», la conversión del mundo «de un oasis a un desierto» y los pecados contra los pueblos indígenas, los migrantes y las mujeres, entre otros.
«¿Cómo podríamos ser creíbles (…) si no reconocemos nuestros errores y nos inclinamos a curar las heridas que hemos causado con nuestros pecados?. La curación comienza confesando el pecado que hemos cometido», aseguró.
La ceremonia contó además con el testimonio de tres víctimas de esos pecados: un barítono sudafricano que sufrió abusos sexuales por un miembro del clero católico, una monja originaria de Siria que padeció los horrores de la guerra y una migrante de Costa de Marfil superviviente de la violencia de las rutas migratorias.
Entre los cardenales que leyeron las peticiones de perdón destacó Seán Patrick O’Malley, responsable de la comisión vaticana que combate los abusos sexuales a menores en la Iglesia católica.
«Pido perdón, sintiéndome avergonzado, por todas las veces que nosotros fieles hemos sido cómplices y cometido directamente abusos de conciencia, abusos de poder y abusos sexuales», dijo, antes de mostrar «vergüenza y dolor al pensar sobre todo en los abusos sexuales contra menores y personas vulnerables», que son «débiles e indefensos», y a los que «robaron la inocencia».
A su vez, expresó disculpas por los religiosos que se aprovecharon de su posición para ello: «Hemos usado la condición del ministerio ordenado y de la vida consagrada para cometer este terrible pecado, sintiéndonos seguros y protegidos y aprovechándonos diabólicamente de los pequeños y pobres», lamentó O’Malley.
Otros cardenales, entre ellos el prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, el argentino Víctor Manuel Fernández, intervinieron para pedir perdón por otros pecados, entre ellos «contra la paz, contra las poblaciones indígenas, contra los inmigrantes, contra las mujeres, la familia y los jóvenes, contra la pobreza y contra la falta de escucha, comunión y participación de todos».
«Pido perdón sintiéndome avergonzado por todas las veces que hemos dado justificación doctrinal a tratos inhumanos», imploró Fernández ante la mirada de Francisco.
Por su parte, el cardenal Michael Czerny pidió perdón por no reconocer siempre «el derecho y la dignidad de toda persona humana, discriminándola y explotándola», y «en particular en los pueblos indígenas», así como por «cuando hemos sido cómplices de sistemas que favorecieron la esclavitud y el colonialismo».
Para Francisco, «la confesión es una oportunidad para restablecer la confianza en la iglesia, confianza rota por nuestros errores y pecados», exclamó, al instar a «comenzar a curar las heridas que no paran de sangrar».
«Pedimos perdón por todos nuestros pecados, ayúdanos a restaurar tu rostro que hemos desfigurado por nuestra infidelidad», dijo el papa antes de concluir pidiendo «perdón, sintiendo vergüenza, a quienes han sido heridos por nuestros pecados. Todos pedimos perdón, todos somos pecadores».
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