La doctrina social de la Iglesia es una bellísima propuesta que se fundamenta en las enseñanzas del evangelio y en las encíclicas pontificias que han emitido los Papas desde León XIII con su RERUM NOVARUM aparecida a finales del siglo XIX hasta el Papa Francisco, felizmente reinante.
Es una doctrina que postula el respeto a la dignidad de la persona, de cada una de las personas y del conjunto de las personas. Una doctrina que habla del amor, de la fraternidad, de la solidaridad, de la justicia social, de la paz. Una doctrina que habla en contra del odio, del egoísmo, de la injusticia, de la violencia y de la guerra.
Se trata de una doctrina riquísima que de haber sido asumida plenamente por todos los pueblos y por todos los gobiernos, nos hubiéramos ahorrado muchas guerras, muchas injusticias y muchos sufrimientos que hemos padecido a lo largo de la historia de la humanidad. Hoy mismo estamos sufriendo una guerra abominable en Ucrania víctima de la invasión de Rusia a aquel país tan digno de respeto y de admiración. Pero no es solo Ucrania, es también Siria y el Medio Oriente en general, es la amenaza de China sobre Taiwán y tantas otras expresiones del desorden que existe en las relaciones internacionales en el mundo contemporáneo.
Esa doctrina enseña, entre otras muchas cosas, que hay un principio muy importante, sumamente importante, que es el respeto a la propiedad privada, pero que hay otro principio todavía más importante que es el destino universal de los bienes de la tierra que han sido creados justamente para la felicidad y el disfrute de toda la humanidad.
El Papa Francisco, felizmente reinante, ha recordado estos principios a los cuales hace referencia la doctrina social de la iglesia desde tiempo inmemorial. Principios que tienen antecedentes en la propia predicación evangélica y en todos los documentos de la Iglesia. El Papa Francisco ha sido criticado muy injustamente por recordar esos principios.
No hay duda de que el Espíritu Santo interviene en la elección de los Papas. No hay duda que la elección del Papa Bergoglio fue una bendición del cielo y que representa justamente el liderazgo que la Iglesia necesita en estos tiempos de tanta confusión.
Ha sido criticado también por recientes declaraciones sobre el conflicto de Ucrania. He leído con profunda atención todas sus declaraciones y las comparto plenamente. Comparto su solidaridad con el pueblo de Ucrania que sufre la insólita violencia de la invasión rusa. Comparto su rechazo a la guerra y sus gestiones a favor de la paz.
Comparto sus opiniones sobre los orígenes del conflicto y doy gracias a Dios por habernos regalado en esta hora un Papa tan sabio y tan Santo.
Seguiremos conversando.
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