Decenas de miles de personas agitaron palmas y ramas de olivo en la Plaza de San Pedro ayer domingo, en una conmemoración masiva en la que el Papa Francisco inició la Semana Santa con un llamado a la Iglesia a ser humilde.
El Domingo de Ramos es la festividad con que los cristianos celebran el día en que la Biblia dice que Jesús entró a Jerusalén y fue alabado como mesías, para ser crucificado días después.
Después de una larga procesión en la Plaza de San Pedro, acompañado por decenas de obispos y cardenales, y seguida por lecturas del evangelio, Francisco dijo en su homilía que era importante resistir a la tentación del triunfalismo y ser humildes.
“Alegres aclamaciones a la entrada de Jesús a Jerusalén seguidas de su humillación. Llantos de emoción, seguidos de brutales torturas. Este misterio de dualidades acompaña nuestra entrada a la Semana Santa cada año”, dijo.
La Iglesia misma tuvo que resistir el triunfalismo y la mundanalidad espiritual, agregó, llamándolos “la tentación más traicionera que amenaza a la institución.
Al final de dos horas de servicio religioso, Francisco pidió a la multitud rezar por la paz, particularmente en Tierra Santa y en todo Oriente Medio.
El Domingo de Ramos marca el inicio de la semana más importante para el catolicismo que termina con el Domingo de Resurrección, el momento más relevante del calendario litúrgico cristiano.
El Jueves Santo, Francisco viajará a ciudad de Velletri, en el sur de Roma, para lavar y besar los pies de 12 reclusos en una prisión y conmemorar así el gesto de humildad de Jesús hacia sus apóstoles la noche antes de morir, de acuerdo a la tradición católica.