El papa agradece en Budapest la acogida de la Iglesia local a los ucranianos

Budapest (Hungary), 29/04/2023.- El papa Francisco recibe en la iglesia de Santa Isabel en Budapest a refugiados ucranianos EFE/EPA/ZOLTAN BALOGH HUNGARY OUT

Budapest, 29 abr (EFE).- El papa Francisco escuchó hoy testimonios de ucranianos que huyeron de la guerra a Hungría y agradeció el modo, «no sólo con generosidad sino con entusiasmo», con el que la Iglesia de este país los ha acogido, durante un encuentro con refugiados y pobres en la iglesia de Santa Isabel en Budapest, durante su segundo día de visita al país.

A esta Iglesia, acudieron para escuchar al papa numerosos refugiados ucranianos y paquistaníes, mientras que no se vieron a personas procedentes de África. Siria y Afganistán, mucho menos presentes ante la dura política antinmigración del Gobierno de Viktor Orbán.

En los bancos de esta iglesia también se vieron decenas de pobres y de familias gitanas de los que se ocupa Caritas local.

El papa escuchó el testimonio de una mujer húngara, un padre de familia ucraniano y un diácono y su esposa que se ocupan de acudir a personas vulnerables y sin hogar.

Delante del papa habló Brigitta de Máriapócs, en Hungría, que contó su infancia de penurias como trabajadora en el campo y que se casó a los 17 años y vivió toda una serie de penalidades.

«Este es el testimonio que se nos pide: la compasión hacia todos, especialmente hacia los que están marcados por la pobreza, la enfermedad y el dolor.

Necesitamos una Iglesia que hable con fluidez el lenguaje de la caridad, idioma universal que todos escuchan y comprenden, incluso los más alejados, incluso los que no creen», dijo el papa tras escuchar a la madre húngara.

Y añadió: «gracias por el modo con que han acogido, no sólo con generosidad sino también con entusiasmo, a muchos refugiados procedentes de Ucrania» al recordar el testimonio de Oleg y su familia y su viaje huyendo de los horrores de la guerra.

Oleg, su esposa Lyumilla y sus cinco hijos huyeron en mayo de 2022, cuando en Dnipro y otras ciudades, los misiles explotaron durante toda la noche y muchos edificios se derrumbaron, explicó que en Hungría ha podido comenzar una nueva vida y agradeció al papa «hablar en favor de la paz y defender a las víctimas de la guerra».

Por este país han pasado cientos de miles de ucranianos que escaparon de la guerra, aunque sólo cerca de 35.000 han pedido el estatus temporal de protección para poder quedarse, según la Agencia de Refugiados de Naciones Unidas (ACNUR)

En primera fila también se encontraba Olesia, que embarazada decidió escapar con sus dos hijas de Kiev, donde trabajaba como enfermera. Pero en Hungría ha encontrado de nuevo la felicidad. Explicó a EFE antes de la llegada del papa a la iglesia que «le respeto por sus oraciones por nosotros y para que termine esta guerra. Se lo agradezco de todo corazón».

A pesar de las críticas a Orbán por sus políticas migratorias, Olesia explica que antes pasó por Países Bajos, pero era un país demasiado caro, mientras que aunque tuvo que esperar tres meses en Hungría consiguió un apartamento y ayuda. No sabe si volverá a Ucrania, aquí se ha hecho una vida sólo espera poder volver a estudiar para conseguir un trabajo.

Sobre la caridad de la Iglesia, el papa afirmó que «no es suficiente dar el pan que alimenta el estómago, es necesario alimentar el corazón de las personas!

La caridad no es una simple asistencia material y social, sino que se preocupa de toda la persona y desea volver a ponerla en pie con el amor de Jesús: un amor que ayuda a recuperar belleza y dignidad»

«Hermanos y hermanas, los animo a hablar siempre el lenguaje de la caridad», concluyó Francisco.

El papa también visitó durante la mañana el Instituto católico para niños ciegos «Beato Laszlo Batthyany-Strattmann» de Budapest, donde residen cerca de 70 chicos y niños a quienes el papa saludó mientras una pequeña orquesta y un coro cantaron para él.

«Gracias por vuestras canciones, vuestros gestos, vuestros ojos», dijo el papa a los jóvenes de este centro a las afueras de Budapest.
por Cristina Cabrejas

 

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