Existen temas interesantes sobre la historia cultural, religiosa y artística del periodo colonial trujillano, que tiene como referencia al padre Francisco Antonio Rosario, quien fue la autoridad eclesiástica en el Valle del Bomboy. Un asunto en el que incursionó, fue en el de la infraestructura eclesiástica, lo que incidió sobre la fisonomía de Mendoza, Los Cerrillos y La Puerta, desarrollando un corredor de lugares de devoción religiosa, adoctrinamiento y control social, que cambió el perfil urbano y arquitectónico de esos pueblos y del valle en su conjunto.
¿Tenía acaso este párroco, una estrategia artística o arquitectónica religiosa para desarrollar en el ámbito espacial de su jurisdicción o simplemente respondía al modelo de dominación? Lo que se evidencia, es que su presencia en esta tierra fue de obras, la llevaba en su pensamiento, y lo que dejó en el proceso de construcción, terminó de alguna forma perceptiva, siendo el símbolo de civilización cristiana en estas tierras andinas, que en líneas generales, significaba el nexo de lo hispano con este valle. Este aspecto, de escaso tratamiento por la historiografía, relacionado con sus ideas de infraestructura religiosa, que tienen relación con su sentido de la arquitectura, belleza y estética manifestada en las edificaciones que aún se conservan, es cautivante, para su debida investigación, que a la par, define el gran poder que tuvo la iglesia católica.
Se deduce que los vecinos aportaron a la fábrica, que estaba acorde con la bonanza económica del valle y de su estilo de vida aristocrática, pero en el fondo, fue por consolidar las relaciones sociales de producción y de dominación. Destacando que estaban aquí residenciados varios de los «Grandes Cacao», que exportaban cacao, café; terratenientes como los Hurtado de Mendoza, Tafallés, los La Bastida y el mismo realista Dr. Antonio Nicolás Briceño, el padre del «Diablo»; Álvarez Dabuyn, productor y exportador de tabaco, los Fernández Saavedra, navegantes y dueños de naves, que además, de alianza de familias, ejercían el poder político en Trujillo, es decir, en este valle se decidía todo.
La ruta o corredor espiritual del valle del Bomboy religioso, concebida y construida por el padre Francisco Antonio Rosario, en su gestión de Párroco (1795-1847), se inicia en “El Cucharito” –sin descartar la Capilla de Agua Clara-, terminó con la meseta de Valera, en la zona norte de su jurisdicción, la misma residencia del párroco, hoy Casa Histórica Carmania, con oficina que servía de despacho de la autoridad parroquial y para sus asuntos personales, aunque se observa ostentosa, correspondía a la autoridad eclesiástica en el próspero Valle del Bomboy.
A unos 12 kilómetros aproximadamente, en dirección al sur de este lugar, está el templo de San Antonio Abad, en la Cañada de los Mendoza, ubicado en una pequeña loma que hace frente y divisaba «La Concepción», floreciente posesión y estancia de los Briceño, estirpe de Próceres. A este templo, para el pueblo de vecinos de Mendoza, que había construido el anterior párroco, padre Pedro Santa Ana de Coronado, agregó en el lado Sur, una hermosa y amplia Capilla, lo que fue convirtiendo ambas edificaciones en conjunto, en un monumento eclesiástico, cultural e histórico.
Hacia el sur del valle, y como punto de su transitar, construyó una Capilla sencilla y de gruesas paredes, en el caserío Los Cerrillos, hoy bajo la advocación de Santa Rosalía de Palermo, alrededor se fue desarrollando esta comunidad, en tierras de la Iglesia, con los indígenas, mestizos, blancos de orilla, que trabajaban como peones del trapiche.
A menos de una legua de camino, La Puerta, pueblo de aborígenes, en el lado norte del Resguardo, a 700 metros de distancia aproximadamente del nuevo templo Parroquial de San Pablo Apóstol del Bomboy, construido por el mismo padre Santa Ana de Coronado, edificó el Oratorio de la Virgen de Guadalupe de Indios, que fue su última creación monumental religiosa. Este monumento fue destruido en 1891, cuando el fraudulento juicio de Partición del Resguardo.
Esas edificaciones católicas, que evolucionaron y desarrollaron la infraestructura urbana colonial de estos dos pueblos, levantadas en puntos muy específicos y estratégicos, de norte a sur del referido valle, fueron espacios para el control social, la actividad litúrgica, y el símbolo de la devoción católica; pero a la vez, el recinto social en el que los habitantes se encontraban, y resolvían sus contingencias de vida, dentro del complejo proceso social e histórico trujillano. Conformado este Corredor, por 4 edificaciones principales o monumentos históricos religiosos, en nuestro valle andino, de sencillo arte colonial, con mucha riqueza ornamental y belleza, en el valle de Bomboy, Municipio Valera (quedan solo 3 en pie), que todo venezolano debe conocer.