Jerusalén, 10 feb (EFE).- El número de personas muertas en la Franja de Gaza superó este sábado las 28.000 como consecuencia de los continuos ataques israelíes contra este enclave palestino desde el estallido de la guerra entre Israel y Hamás el pasado 7 de octubre, según el Ministerio de Salud gazatí, controlado por el grupo islamista.
La institución precisó que un total de 28.064 palestinos han muerto y 67.611 han resultado heridos, después de que en las últimas 24 horas militares israelíes mataran a 117 personas.
El Ministerio de Salud agregó que en las últimas horas el Ejército israelí ha «perpetrado 16 masacres contra familias de la Franja de Gaza», lo que ha causado también heridas a otras 152 personas.
Según la agencia palestina Wafa, 25 palestinos murieron en bombardeos israelíes sobre Rafa, en el extremo sur de la lengua de tierra; considerada hasta hace poco el único refugio para los civiles, pero que ya ha sido declarado por el primer ministro Netanyahu como objetivo militar.
En torno a 1,3 millones de civiles palestinos están en Rafah, con enormes carencias de productos básicos, debido al bloqueo impuesto por Israel.
La Oficina del Primer Ministro de Israel aseguró ayer que era «imposible lograr el objetivo de la guerra de eliminar a Hamás y dejar cuatro batallones en Rafah», por lo que pidió al Ejército la evacuación de esta zona.
A la espera de que la incursión terrestre se extienda a Rafah, Israel intensifica sus operaciones militares en Jan Yunis, bastión de Hamás en el sur de la Franja donde lleva más de dos meses de ofensiva en la zona, que ahora se concentra en la parte oeste de la ciudad.
Allí, la fuerzas israelíes mantienen bajo asedio desde hace 20 días los dos principales hospitales, el Naser y el Al Amal, donde ayer irrumpieron soldados israelíes en su interior.
«Las fuerzas de ocupación arrestaron a ocho miembros del personal de la asociación en el Hospital Al Amal, incluidos cuatro médicos, además de cuatro heridos y cinco acompañantes de pacientes, informó la Media Luna Roja palestina, que gestiona ese centro médico.
Según la organización, los soldados israelíes irrumpieron en el hospital durante unas diez horas, en las que «registraron el hospital, destruyeron algunos dispositivos, equipos y muebles, detuvieron al personal, los interrogaron, los golpearon e insultaron e impidieron que el personal y los acompañantes de los pacientes bebieran agua o usaran el baño».
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