Lima, 26 jul (EFE).- En medio de incertidumbres sobre su futura gestión, temores alimentados en gran parte por una campaña que lo ha acusado de «comunista», Pedro Castillo que toma posesión como presidente de Perú este 28 de julio se enfrenta al desafío de despejar inquietudes en un país polarizado y golpeado por la crisis generada por la pandemia.
Tras una prolongada y agotadora definición de la segunda vuelta presidencial que disputó el 6 de junio con la derechista Keiko Fujimori, Castillo asumirá el reto de pasar del discurso proselitista a la administración de un país complejo y con una oposición política que lo retará desde el inicio de su gestión.
Castillo ganó las elecciones por tan solo 44.000 votos sobre Fujimori, quien denunció un «fraude», del que no presentó pruebas fehacientes, y solo tendrá la primera minoría en un Congreso atomizado y conformado en gran parte por agrupaciones de derecha.
«El gran desafío político va a ser un Congreso donde él no tendrá una mayoría y que, claramente, no solo es oposición, sino que muchos de ellos creen que es un presidente ilegítimo», remarcó a Efe la analista Gelin Espinoza
Ante ese escenario, el politólogo Sandro Venturo opinó que el gobernante deberá «tomar decisiones clave sobre cuál es el perfil político de su gobierno», que parte de una propuesta izquierdista que oscila entre el centro concertador y el marxismo ortodoxo de la ideología de su partido, Perú Libre.
«Estamos en un escenario de harta fragmentación política, las derechas están divididas, las izquierdas están divididas, a pesar del entusiasmo que él genera y, en general, hay una gran brecha entre el Estado y la sociedad», apuntó Venturo a Efe.
LOS RETOS DEL PODER
Tras la polarización que afrontó Perú en los últimos meses, con una campaña que acusó a Castillo de «comunista» y «chavista», principalmente por haber planteado convocar a una Asamblea Constituyente y cambiar el sistema económico, hay analistas que consideran que el Congreso bien puede intentar destituirlo, como sucedió en 2020 con Martín Vizcarra.
Se suma a esto la fuerte oposición que han mostrado las élites a su elección y las exigencias de políticos y empresarios para que establezca pactos que aseguren la continuidad del sistema económico.
«El poder económico también va a buscar colocar un conjunto de trabas a Castillo para que este vaya cediendo, ese es otro gran reto al que se enfrenta», señaló Espinoza.
Además, Venturo consideró que el gobernante afrontará el desafío individual de cimentar su liderazgo político, algo que, según dijo, no mostró durante la campaña hacia el balotaje, cuando «no logró armar un buen equipo técnico para de una manera oportuna presentar propuestas inequívocas, claras, de su propia posición política».
«Si no pudo hacer una buena campaña, la pregunta legítima es ¿podrá liderar un buen gobierno?», preguntó antes de considerar que Castillo ganó las elecciones «a pesar suyo y gracias a las debilidades de Fujimori», quien recibe un gran rechazo ciudadano.
LA PANDEMIA Y LA ECONOMÍA
Además de despejar dudas sobre su acción política, lidiar con una oposición agresiva y definir los principales ejes de su gestión, Castillo aún debe aclarar cómo manejara la crisis sanitaria y económica causada por la pandemia de la covid-19 en su país.
Con más de 2 millones de casos y casi 200.000 fallecidos, la pandemia ha desnudado un sistema sanitario deficiente y mal organizado, pero también ha golpeado a una economía que se mantenía estable hasta 2019 pero en solo un año cayó en casi 11 % e incrementó la pobreza y la desigualdad.
«A Pedro Castillo ahora le toca enfrentarse a cómo reactivar la económica del país, también buscando lo que ha prometido tanto en campaña: una economía popular. Buscar ese equilibrio creo que es un reto importante», agregó Espinoza.
La actual gestión transitoria, que presidió Francisco Sagasti durante 8 meses, también le deja el gran desafío de terminar con el proceso de vacunación contra la covid-19, que aún puede desencadenar una tercera ola en el país, según alertan muchos especialistas.
EL FUTURO INMEDIATO
Lo que pasará en Perú a partir de este 28 de julio aún «es una incógnita» para Venturo, para quien todo dependerá, en gran parte, de «los gestos» que haga Castillo para permitir que esa incertidumbre «se reemplace por gobernabilidad».
Más allá de ello, el politólogo destacó que existe «un simbolismo muy fuerte» en el hecho de que Castillo, un maestro de escuela rural y campesino, «reciba el mandato popular» el mismo día en que su país cumplirá 200 años de independencia.
Espinoza coincidió en el fuerte simbolismo de esta toma de mando y recordó que Castillo ha planteado «terminar con los privilegios de algunos y propone un país de mayores oportunidades», donde todos los peruanos tengan «los mismos derechos».
David Blanco Bonilla