(EFE).- La COP27, el evento global de Naciones Unidas para abordar la emergencia climática, arranca este domingo en la ciudad egipcia de Sharm el Sheij centrada en resolver cómo y quiénes pagarán la transición energética y los daños causados por el cambio climático, entre señalamientos a las notorias deficiencias del anfitrión en materia de libertades.
Se espera que unas 30.000 personas, entre delegados gubernamentales y de organizaciones internacionales, académicos, activistas, empresarios y periodistas viajen entre el 6 y el 18 de noviembre a esa ciudad ubicada a orillas del mar Rojo para buscar soluciones a la crisis climática.
Entre ellas habrá varias decenas de jefes de Estado o de Gobierno que han anunciado su presencia durante la reunión, como el estadounidense Joe Biden o el español Pedro Sánchez.
Bajo el paraguas de esta 27ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, los jefes de Estado y Gobierno participarán en una cumbre de alto nivel el 7 y 8 de noviembre, con varias reuniones plenarias y mesas redondas de marcado carácter político.
Luego arrancarán casi dos semanas de negociaciones técnicas y jornadas académicas, ponencias empresariales, informes técnicos, protestas y reivindicaciones de la sociedad civil.
Dinero, pérdidas y daños
La presidencia egipcia de la reunión ha insistido en que su objetivo es que los países más desarrollados pasen «de las palabras a los hechos» y activen de una vez la entrega de la financiación prometida (100.000 millones de dólares, hasta la fecha) para que los países con menos recursos puedan abordar la transición energética.
También buscan que la empresa privada se active en esta financiación, así como que se avance en solucionar el asunto de «las pérdidas y daños», como se denomina a las indemnizaciones debidas a los países en desarrollo por los efectos del calentamiento global del que apenas han sido responsables.
El enfoque egipcio busca poner sobre la mesa las inquietudes del sur global, que se plasmarán también durante los días temáticos en los que se abordarán problemas como la financiación, la adaptabilidad al cambio climático, la agricultura o los impactos específicos del cambio climático para la juventud y las mujeres, entre otros temas.
Ucrania
Más allá de las seguras fricciones y disputas que se darán en los debates técnicos, tanto la presidencia egipcia como las Naciones Unidas han alertado del peligro que la crisis desatada por la invasión rusa de Ucrania y la tensión entre distintos bloques impida que se llegue a acuerdos de relevancia.
Sin embargo, resulta poco probable que ese tema, que tiene importantes ramificaciones en cuestiones climáticas, como la energía o la seguridad alimentaria, quede fuera de la reunión, por muchos esfuerzos que se hagan entre las partes por hacer la vista gorda al asunto en un encuentro cuyas decisiones además deben tomarse por consenso.
Por otro lado, la vigencia actual en Occidente de cuestiones como el precio de la energía, la dependencia de los combustibles fósiles y la importancia de desarrollar fuentes energéticas alternativas y solventes, podría impulsar el interés político para que se den resultados tangibles, tal y como desean los organizadores.
Aislado paraíso
Otro tema de relevancia será ver si un país como Egipto, donde hay un déficit notable en materia de derechos humanos y donde las autoridades son muy renuentes a permitir manifestaciones públicas, puede albergar un encuentro de este tipo en el que la sociedad civil y la protesta son centrales.
Organismos internacionales y ONGs como Human Rights Watch o Amnistía Internacional han denunciado trabas que el Gobierno de Abdelfatah al Sisi ha puesto para la acreditación de activistas críticos con su gobierno y denuncian que el evento no será más que un «greenwhasing» (lavado de imagen) para un régimen autoritario.
De hecho, varias figuras globales de la lucha ambiental, como Greta Thunberg, no acudirán precisamente por la situación de los derechos humanos en el país.
El evento se realiza en la ciudad de Sharm el Sheij, ubicada en la desértica península del Sinaí sobre el mar Rojo, a la que en la práctica sólo se puede acceder por vía aérea.
Durante el transcurso de la reunión, únicamente se podrá acceder a la zona previa acreditación y con reserva hotelera, en un contexto en el que los precios de pernoctación se han disparado, lo que para varios diplomáticos y responsables de organismos internacionales consultados por Efe constituye una fórmula indirecta para expulsar visitas no deseadas.
Egipto insiste en que permitirá movilizaciones públicas en áreas habilitada.