“El muerto sí quedó bonito” | Por: Alfredo Matheus

 

 

El cronista popular Teófilo Maldonado, es un excelente narrador de las cosas más sencillas de la Valera de antier. De La Ciénaga de su niñez, narró algunas vivencias que compartió hace 60 años:

“El barbero concañero”

“Pedro pela muerto, no se quitaba un flux de encima, con aquellos calores valeranos sudaba a borbollones. Su tufito a miche sanjonero lo delataba como eterno amante a las bebidas espirituosas… En la década de los años 60 y 70 del siglo pasado se hizo famoso. De casa en casa ofrecía sus servicios de experto peluquero acompañado de una vieja maleta con el flamante nombre de “El barbero de Sevilla” …

En las mañanas llegaba al Hospital Central a visitar los pacientes, al que observaba muy mechudo le manifestaba: “Ay, amigo, usted sí está feo para la foto, usted como que está llamando a la muerte”, en minutos, el hombre estaba quitándose la larga melena, influenciado por las palabras del señor Pedro…

Luego se dirigía a la morgue del hospital para ver qué novedad había (o quién había “pelado cacho»). Si había un muerto, se daba a la tarea de afeitarlo, quitarle la barba, y dejarlo como nuevo. Los familiares del difunto al ver el excelente trabajo de don Pedro, manifestaban: “Ay, pero mi muertito sí quedó bonito”… Pedro, respondía: “Bonito sí es bueno, son 5 bolívares la “pelada”.

 

A correr que tiran piedras

 

En la barriada La Ciénaga, la señora Carmen Sánchez solicitó los servicios de Pedro para que le hiciera un peinado a su hija Ana Julia. El barbero le entregó una carpeta donde aparecían los peinados de último grito de la moda europea. Otra vecina, la señora Olga, también se entusiasmó y trajo a las dos pequeñas hijas para que les arreglara el cabello al estilo de las damas europeas. Acordaron un pago de 15 bolívares por las tres muchachas…
“Las chiquillas”, cuando se miraron al espejo, pegaron el grito al cielo. No les gustó para nada los peinados. Las madres tuvieron que “desbaratar” la faena del célebre “barbero de Sevilla”, quien tuvo que pegar soberana carrera ante la furia de las mujeres que se sintieron estafadas…

 

La hallaca la llevamos en el alma

 

Una navidad sin hallaca es como comerse una arepa sin queso, es igual a un barrio sin un bodeguero “echador de bromas”, o un vecindario sin un rezandero que le eche tres padres nuestros al muerto que se marcha al más allá… más allá de la pasarela de San Luis, allí donde queda el cementerio Jardines La Paz…
Y como las elaboraba mi mamá Josefa en la calle 14, jamás volví a comer una igual… Las hallacas de mi madre estaban cargadas de mucho amor, generosidad y bondad para compartirlas con los vecinos, y uno que otro “pordiosero” que pasaba por nuestra casa pidiendo un bocado de comida…

Para el escritor Adriano González León, la hallaca tiene sus orígenes en los primeros años de la colonia. Nadie sabe a ciencia cierta cómo nació en humilde fogón de leña tan apetitoso manjar criollo… Es importante destacar, que hallaca en voz indígena significa “bojote”. En ninguna parte del mundo hay algo que se denominara hallaca, su nombre es originario de Venezuela.

En opinión de Adriano González León, la hallaca tiene influencia y sabores de varios continentes: Los indígenas aztecas, pioneros del maíz en América, elaboraron los primeros ejemplares de masa dura… La alcaparra, una flor que no ha abierto todavía pertenece a Asia… El cochino alimentado por los romanos lo llevaron a distintas partes del mundo… La gallina que tan buen gusto da a la hallaca nos llegó de la lejana India… El pavo nos lo mandaron de Centroamérica… A los egipcios le debemos las aceitunas que tanto le gustaban al general Gómez.

Destaca Adriano González León, la hallaca, es uno de los pocos elementos que quedan, o el único, que define lo venezolano que hay en nuestra tradición pascual… Allí está presente la historia, la cultura y nuestras raíces étnicas… Distintos continentes dieron su aporte para formar tan exquisito plato, el auténtico símbolo autóctono decembrino…

Razón le sobraba a Mario Picón Salas cuando manifestaba: En vez de estar perdiendo el tiempo con grandes discursos de blablablá sobre nuestra historia, deberíamos sentarnos cada vez que queremos estudiar sobre identidad cultural; sentarnos frente a una hallaca bien preparada, degustarla y saborearla, y así conocer nuestro bello pasado de la Venezuela que se fue…

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