El mensaje de la Policía española en las aulas: «Las bandas no son un juego»

Madrid, 13 may (EFE).- «Las bandas no son un juego», ese es el mensaje que la Policía española trata de transmitir en las escuelas a los jóvenes que corren el riesgo de ser «captados» por esos grupos violentos, cuya edad de acceso se ha situado en los 12 años, en un contexto creciente de este tipo de delincuencia en el país.

Cuatro agentes de la conocida como Unidad de Participación Ciudadana de la Policía acuden al instituto Antonio Domínguez Ortiz de Puente de Vallecas, uno de los distritos madrileños más controlados por la presencia de numerosos miembros de bandas como los Trinitarios o los Dominican Don’t Play (DDP), que se han saldado con la vida de cuatro jóvenes en lo que va de año en la capital española.

Allí, los alumnos de entre 12 y 13 años reciben una charla sobre estos grupos violentos enmarcada en el Plan Director del Ministerio español del Interior, que desde 2007 responde a las amenazas para la seguridad de los niños y adolescentes mediante una labor preventiva.

 

¿QUÉ ES PARA VOSOTROS UNA BANDA?

 

Las más de 250 charlas sobre bandas impartidas durante los más de ocho meses transcurridos del presente curso, según datos de la Delegación del Gobierno en Madrid, arrancan siempre con la misma pregunta: «¿Qué es para vosotros una banda?».

«No es una pandilla de amigos», adelanta una de las agentes, aunque los alumnos ya lo saben. «Son grupos violentos que tienen peleas entre ellos», responde una joven.

Mientras al fondo del aula dos chicos comentan una reyerta ocurrida días antes en un parque del barrio, los policías les advierten de los destinos finales a los que conducen estas organizaciones: «la cárcel y el cementerio», razón que explica la inexistencia de miembros que ronden los 30 años.

 

EN LAS REDES Y EL DÍA A DÍA DE LOS ALUMNOS

A lo largo de la charla los alumnos hablan sin pudor sobre las bandas juveniles, su «modus operandi», duelos territoriales, jerarquía interna, signos propios, vestimenta, papel de las adolescentes e, incluso, de jerga propia con palabras como «caída» o «coro».

Casi con total certeza algunos de los menores en el aula se habrán fotografiado realizando alguno de los gestos o saludos particulares de estos grupos, o habrán subido a las redes sociales publicaciones de corazones con los colores verdes de los Trinitarios o los negros de los DDP.

La Policía ha detectado que se han convertido en prácticas habituales entre estos menores, que «inconscientemente» se ponen «en la diana» de los verdaderos pandilleros, subraya una de las agentes.

Los policías de Participación Ciudadana saben que estos grupos «forman parte del día a día» de los jóvenes de este distrito, incluido en el plan antibandas reforzado con un operativo de más de 500 agentes en la capital española tras dos asesinatos por este tipo de violencia el primer fin de semana de febrero.

Por eso les remarcan que en caso de caer en sus redes tendrán tres «problemas de seguridad»: con la banda rival, con la Policía y con su propia banda, de la que será «casi imposible» salir.

 

UN EJEMPLO ESPERANZADOR

 

Abandonar una banda es muy difícil, pero los miembros de pleno derecho hacen creer a sus jóvenes presas que resulta sencillo entrar, explica a los alumnos una de las agentes.

En la mayoría de las ocasiones, los «mayores» determinan una prueba de acceso o «de fuego» para ellos, que suele ser resistir a una brutal paliza propinada por los integrantes de la banda durante varios segundos.

Los menores a punto de ser captados se ven acorralados ya que en su entorno está mal visto eso de ser un «chivato» y dar un paso al lado a tiempo.

Para evitar estas situaciones, los policías muestran a los jóvenes estudiantes un «ejemplo esperanzador» dentro de su propio barrio, el caso de un menor que fue capaz de no acudir a la cita para recibir esa paliza.

 

EVITAR ELEMENTOS ATRACTIVOS

Durante la charla en el aula, de aproximadamente una hora de duración, no se exhiben símbolos o elementos relacionados con las bandas juveniles.

Tampoco se identifica a miembros de estas organizaciones o se visionan videoclips grabados en canchas de baloncesto y parques en los que enaltecen su actividad delictiva.

Al término del encuentro con los alumnos, los agentes aclaran a EFE que sería «contraproducente» mostrarles todo este tipo de elementos ya que son los que, en muchos casos, «atraen» a los menores al estilo de vida basado en la violencia que promulgan las bandas.

Sin embargo, no tienen pudor a la hora de enseñarles numerosas noticias sobre las consecuencias que en su propio barrio han sufrido jóvenes que en algún momento de sus vidas pudieron decir sí o no.

Jose F. Sánchez

 

 

 

 

Salir de la versión móvil