Seúl, 16 dic (EFE).- Este viernes se cumplen diez años desde que Kim Jong-un heredó el liderazgo, en los que se ha asentado suficientemente en el poder y ha logrado desarrollar con éxito su programa nuclear, mientras que la reforma económica o los derechos humanos son aún grandes tachas, según los expertos.
«Corea del Norte acaba de empezar a usar el ‘kimjongunismo’«, señala a Efe Lim Jae-cheon, profesor del departamento de Estudios Norcoreanos de la Universidad de Corea, en referencia a los términos «kimilsungismo» y «kimjongilismo» que el régimen ha usado para referirse a los cimientos ideológicos que dejaron sus predecesores, su padre y su abuelo.
«Aunque sea difícil saber si su poder es tan robusto como el que tuvo su padre, su mando parece ser lo suficientemente sólido como para no tener que depender de la sombra paterna», añade.
Rachel Minyoung Lee, investigadora no residente del estadounidense Centro Stimson, explicó recientemente en un seminario online que Kim Jong-un ha logrado dar una imagen más cercana al pueblo en comparación con su padre y abuelo.
«Ya no vemos esa mistificación en medios norcoreanos», dijo en referencia a lo que la propaganda ha contado de Kim Il-sung, del que dice que derrotó prácticamente él solo a las tropas coloniales niponas, o de Kim Jong-il, cuyo nacimiento supuestamente vino anunciado por la aparición de un doble arco iris y una nueva estrella en el cielo.
Lee recordó que Kim Jong-un lloró durante las celebraciones del 75 aniversario del Partido, en otoño de 2020, agradeciendo al pueblo sus esfuerzos y pidiendo perdón por no poder mejorar su situación, o que obligó a funcionarios a disculparse públicamente por el derrumbe de un edificio en 2014, algo muy insólito para el régimen.
Tanto Lim como Lee consideran que el actual líder se ha apoyado aún más en el Partido de los Trabajadores y en sus órganos para adoptar decisiones y delegar.
En ese sentido, Robert Carlin, analista que ha participado en numerosas negociaciones con delegaciones norcoreanas, dijo que cree que «la familia Kim siempre ha defendido la idea de que la reforma económica dependía más del partido -mucho más flexible- que del ejército, como en China».
En lo que respecta a esa parcela, Yang Un-chul, Director del Departamento de Estudios Estratégicos de Unificación, apuntó a que Kim buscó implementar reformas en la segunda fase de su mandato, tras purgar a su tío y cimentar su poder.
El actual líder dejó atrás la política «songun» de su padre, que primaba al ejército, y activó en 2013 la estrategia «byungjin», que optaba por el desarrollo nuclear y económico en paralelo.
A su vez, activó una tímida reforma agraria, toleró la actividad cuentapropista en mercados de abastos, fomentó la actividad público-privada o apostó por descentralizar el funcionamiento de empresas, fábricas o granjas, estimulando el crecimiento de mercados internos.
«Pero se topó con un punto y aparte. El país alcanzó la capacidad de Estado nuclear y entonces tuvo que encarar sanciones», apuntó Yang, en referencia a los tres paquetes de sanciones de la ONU aprobados en 2017, los más severos hasta la fecha.
Desde entonces, la economía del empobrecido país se ha resentido, y ahora encara de manera creciente el azote del cambio climático, con tifones cada vez más frecuentes que destruyen sus cosechas, y el cierre fronterizo total -que impide la entrada del muy necesitado capital extranjero- motivado por la pandemia.
Sandra Fahy, profesora de la Universidad Carleton, considera que económicamente el país, que ha rechazado recibir vacunas, está en una situación «insostenible» por la pandemia.
A su vez, apunta a que hay «muchos indicadores de que Kim está aprovechando la pandemia para aplastar cualquier disidencia», y señala los endurecidos controles fronterizos, la orden de disparar a todo el que se acerque a la divisoria o la aprobación en diciembre de 2020 de una ley contra influencias y pensamiento foráneo.
«Muchos pensaban que por haberse educado en el extranjero Kim era más liberal. Pero la situación de los derechos humanos no ha mejorado», apunta Fahy, que opina que «como figura autoritaria está haciendo un gran trabajo, pero como ser humano…».
Todos los expertos se muestran de acuerdo por otra parte en que el actual líder ha logrado llevar a buen puerto su apuesta por el desarrollo de armamento capaz de convertir al país en un Estado nuclear.
Lee Do-hoon, diplomático que ha sido el representante surcoreano en negociaciones nucleares con el Norte, dijo esta semana en el Club de Corresponsales de Seúl que, mientras que su padre y abuelo «tuvieron una posición ambigua» en la parcela atómica, «Kim apostó por un desarrollo nuclear activo tras llegar al poder».
Recordó que de las 10 resoluciones sancionadoras que ha aprobado la ONU contra Corea del Norte, ocho corresponden a la era Kim Jong-un.
De cara al futuro, y ante el atasco de las conversaciones sobre desnuclearización, apuntó que las sanciones parecen ser ahora mismo el principal punto débil del régimen, pero que aún así Kim ha expresado varias veces su plan de seguir armándose y que «parece estar preparándose para una batalla a largo plazo» en lo que respecta a negociar con EE.UU.
Andrés Sánchez Braun