Santiago de Chile, 19 dic (EFE).- El diputado de izquierda Gabriel Boric será el nuevo presidente de Chile, al que le tocará liderar la transición hacia el modelo de país que consagre la futura Constitución y abordar los anhelos de cambio social que le han aupado al mandato, tras derrotar holgadamente este domingo al ultraderechista José Antonio Kast en unas polarizadas elecciones.
Boric arrasó en las urnas cosechando el 55,86 % de los votos contra el 44,14 % de su contrincante, con más del 99 % escrutado, y sumó a Chile al grupo de países latinoamericanos que han girado a la izquierda en los últimos años, junto a Argentina, Bolivia, Honduras, México y Perú.
Con más de 4,6 millones de votos de los más de 8,3 millones de electores que acudieron a las urnas, Boric se convirtió en el presidente electo que más sufragios acumuló en la historia del país, en una jornada en la que se registró el mayor porcentaje de participación en Chile desde que en 2012 el voto pasó a ser voluntario, superando el 55 %.
Ello, pese a un calor de Justicia que reinó durante todo el día y a los problemas de movilidad que causó el transporte público y que fueron criticados por ambos candidatos.
El representante de la coalición Apruebo Dignidad, que cuenta con el apoyo del Partido Comunista, será el presidente más de izquierda en ocupar la sede del Gobierno, el Palacio de La Moneda, desde Salvador Allende (1970-1973), y el más joven en ostentar la primera magistratura en más de 200 años de historia.
El próximo 11 de marzo de 2022, cuando tenga 36 años de edad recién cumplidos, Boric —nacido en la sureña ciudad de Punta Arenas y descendiente por parte paterna de inmigrantes croatas— sustituirá al conservador Sebastián Piñera como presidente del país.
Boric encarna un cambio de era política en Chile, que deja atrás a las tradicionales coaliciones de centroderecha y centroizquierda que se han repartido el poder en los últimos 30 años y entrega por primera vez ese liderazgo a una formación de reciente creación que recoge el descontento ciudadano con las instituciones.
Representa a una generación que apenas vivió bajo el régimen de Augusto Pinochet (1973-1990), que repudia el modelo neoliberal que consagró el dictador hasta la fecha y que aspira a transformar el país en un Estado de bienestar con pensiones solidarias, salud universal e impulso de derechos sociales, por la diversidad, las minorías y el medioambiente.
«Estamos ante un cambio de ciclo histórico», afirmó Boric en su primer discurso como presidente electo.
VOTOS «PRESTADOS» DE LA CENTROIZQUIERDA
Fue el reclamo de estos cambios por lo que el país estalló en una grave ola de protestas en octubre de 2019 y Boric el candidato que prometía en su programa transitar hacia ese nuevo Chile.
Pero, tras llegar al balotaje de este domingo en segundo lugar, con el 25,83 % de los votos por los 27,91 % que obtuvo Kast —defensor del modelo neoliberal y de los valores tradicionales— necesitó hacer concesiones al votante de la centroizquierda para tomar el voto «prestado» de electores que no quieren una revolución, pero que vieron en Boric una opción menos mala que la del ultraconservador.
«Seré el presidente de todos los chilenos y chilenas, no gobernaré solo entre cuatro paredes», expresó Boric durante una conversación con Piñera, tras conocerse su victoria virtual en las elecciones.
El presidente saliente le trasladó sus felicitaciones y lo animó «a saber combinar la fuerza, el idealismo, el espíritu de la juventud con la prudencia».
Antes ya le había felicitado Kast por teléfono, reconociendo su «gran triunfo» y garantizándole su «respeto y colaboración constructiva».
UN GOBIERNO CON GRANDES RETOS
Boric matizó en la segunda parte de la campaña sus promesas electorales, añadiendo mayor gradualidad a las ambiciosas metas de recaudación fiscal del 8 % del PIB en 8 años y reconociendo que los cambios necesitan de un proceso de tiempo.
Los que le prestaron su apoyo desde sectores más moderados serán muy vigilantes con él, pero también encontrará la presión de sus aliados del Partido Comunista, la izquierda más radical y quienes confiaron en él para cambiar el país.
Chocará también con un Congreso muy fragmentado, pero en el que la suma de izquierda y derecha está casi empatada, lo que obligará a arduos acuerdos y negociaciones para avanzar.
«Los avances sustantivos para ser sólidos van a requerir de acuerdos amplios y que para durar tienen que ser peldaño a peldaño», dijo Boric esta noche.
Encontrará un país cuya economía está previsto que crezca alrededor del 12 % este año, tras caer un 5,8 % en 2020 —la peor caída en cuatro décadas— debido a la pandemia, pero para los años 2022 y 2023 el Banco Central del país proyecta una fuerte desaceleración, de 1,5 % y 2,5 %, y entre 0,0 % y 1,0 %, respectivamente. En tanto, la tasa inflacionaria de los últimos 12 meses está un 6,7 %, la mayor desde 2008.
Mientras, Boric deberá implementar el proceso constituyente que lleva a cabo la Convención que redacta la una nueva Carta Magna, que en 2022 será sometida a referéndum para su aprobación o rechazo, y cuya composición es de mayoría progresista.
«Su Gobierno nos da certeza del respeto a la autonomía y el trabajo de la Convención», dijo la constituyente Constanza Schonhaut sobre Boric, que fue uno de los impulsores del acuerdo político que en noviembre de 2019 abrió el proceso constituyente en el país.
Rubén Figueroa