El IUTEMBI para Julio Viloria: «Un sitio de encuentro»

Su amplia sonrisa siempre estuvo presente en el IUTEMBI.

 

Francisco Graterol Vargas


A mí personalmente me impactó cuando supe la muerte de Julio Viloria Zambrano. Estaba viendo un juego de béisbol cuando me llamó Charles Bronson, el director de Brava 96,9. Tardé un rato largo en digerir  la infausta noticia. Es porque en nuestra mente nunca pensamos en que los hombres buenos como Julio, el de la eterna sonrisa van a  morir.

Sábado 25 de enero de 2025, a eso de las 6 de la tarde el corazón de Julio dejó de latir. Al otro día  después de oír la misa  en la iglesia en construcción de La Arboleda,  fuimos a dar hasta Servicios Especiales gracias a la cola que una elegante dama me dio y que pese a que salió de la urbanización donde resido en “Caminos de Carvajal”, jamás la he vuelto a ver. Ni a ella ni a su carro, es como una hada madrina que me condujo hasta la última cita con el buen amigo.

Al otro día ya instalado en Servicios Especiales, el sitio se fue llenando para la gente que acudió, tanto a dar el pésame de Julio, como por el deceso de la señora madre del párroco de San Genaro y La Arboleda, José Manuel Castro.

Habíamos quedado con Carlos Simón Olmos en vernos para hablar de su socio y pariente, y  así lo hicimos junto a Alexander González,  compañero en la redacción de Diario de Los Andes. Ya sentado con Carlos Simón Olmos, en el cafetín de Los Servicios Especiales, hablamos largo y tendido de un hombre que nació para servir a los demás y que hoy está en la Jerusalén del Cielo, Julio Viloria  Zambrano. Además de su gran socio en el IUTEMBI, también era familiar suyo.

“Bueno, Julio fue un muchacho  junto a sus hermanos muy pobre, agricultores de la población de El Dividive, sin embargo se fue superando, resultó un gran emprendedor. Desde joven, trabajó en ventas, digamos, como comerciante,  en la parte privada,  y hasta incursionó en política cuando el FND estuvo en el  gobierno,  llegó a ser dirigente de ese partido y lo designaron  jefe de personal de la zona del Ministerio de Agricultura y Cría en Trujillo. De resto, toda la actividad de Julio fue privada”.

A  Carlos Simón le brillan los ojos cuando habla orgullosamente del hijo de María Zambrano. “Julio, inteligentísimo, siempre lo fue. De esos que mi papá decía, si hubiera tenido un título incendia el mundo, muy habilidoso. Fíjate que él se metió en todo. A través de mí, incursionó en el sector educativo universitario. Yo se lo recomendé a Richard  Tucker, el único dueño y fundador del IUTIRLA, para que lo ayudara a hacer la planta física como constructor  y de pronto me sorprende que Richard lo puso de coordinador, que no había ningún impedimento legal, porque él era quien gerenciaba la parte administrativa y había un coordinador académico, pero quien manejaba todo era Julio”.

“Julio no era consumista, al contrario y por eso llegó a tener muchos bienes conseguidos con su trabajo, no gastaba en nada que él considerara  innecesario, en ropa, en hoteles, no, no”.

Carlos Simón Olmos: “Julio se adelantó a los tiempos”.

-¿Contigo fue que él llegó a la educación?

“Cuando yo estuve en el cargo de Director de Educación Superior  cuatro años, venía y me visitaba, e insistía en que fundáramos un instituto universitario en Valera, porque ahí es la tierra de nosotros y yo estaba engolosinado con la cuestión del cargo pero, Julio  se empeñó. Yo tenía 33 años cuando entré al cargo y estaba muy emocionado con las prebendas del poder. No estaba pensando a futuro, sin embargo, Julio me convence y metimos el proyecto del instituto. Ya yo había salido del Ministerio, no lo hice estando allí, por el prejuicio de que no lo iba a hacer estando adentro. Lo hicimos  después que había salido. Y tardó siete años, pero él prácticamente fue quien lo financió y llevaba a la gente a trabajar y no les pagaba, porque eran amigos de él”.

– ¿Quién fue primero, el IUTIRLA o el IUTEMBI?

“No, primero fue el IUTIRLA, como te dije, él trabajó allí y así fueron caminando los siete años del IUTEMBI, desde 1990 y, en el 97 cuando lo aprobaron, en el año centenario de Mario Briceño Iragorry.  Después de estar funcionando en Valera, nos instalamos en Carora, donde tenemos una extensión del IUTEMBI”.

Carlos Simón  destaca  la solidaridad de Julio, buena gente, y a quien había que ponerle control más bien. Un hombre muy solidario, con su sonrisa  cautivaba a propios y extraños. El IUTEMBI era su primera o segunda casa.

No le gustaba cuando el UTEMBI tomaba vacaciones, porque no tenía para adonde ir. Se la pasaba allá metido las  tardes, noches, sábados, domingos, iba y abría. Estaba enamorado de eso, más que el UTEMBI como organización o como negocio, para Julio era un sitio de encuentro. Le gustaba hablar con los trabajadores, con los estudiantes. Se enteraba de todo con los docentes. “El IUTEMBI es una gran familia, decía con una amplia sonrisa”.

-¿Alguna vez vistes a Julio bravo?

“No, no, jamás,  siempre andaba con su amplia sonrisa  y como primos o socios dejaba fluir todo. Nosotros, el 95 % de las decisiones que se tomaban. (Yo lo decía y él estaba ya de acuerdo conmigo. O él me decía, dale, una coincidencia. Y en el 5 %, o menos, que no coincidíamos. Entonces yo le decía, Julio, me parece que no. Pero dale pues, o era, al revés No, yo creo que no, me decía él a mí. Pero bueno, si tú quieres. Así, conversado como si nada.  Porque él era de mente muy amplia. Él no se enredaba en prejuicios, y yo creo que Julio se adelantó a los tiempos. En cuanto al manejo del personal.

Porque aquí también siempre se ha manejado. Para la gente lo mide por los parámetros normales. Somos informales. Y a Julio le decían el nombre también, porque eso lo impuso Julio.

-¿Alguna anécdota especial con Julio?

Era tal el humor de Julio que en Radio Valera llegó a tener un programa de chistes, esa fue otra de sus características, inventaba bromas, porque él se aprendía todos los chistes. Pero los inventaba él también. Y el que más se reía de sus chistes, era él mismo, no había llegado a la mitad y ya estaba privado de la risa y el programa era sintonía total. Lo único que no hizo Julio fue tocar y cantar.

La familia fue muy importante para Julio, la esposas, los hijos, ninguno tiene por qué quejarse de él.

Julio  fue un hombre consecuente con el IUTEMBI  en toda su vida, yo creo que no perdió  sino  algunos dos o tres días antes de morir y siempre tuvo una memoria prodigiosa, a  todo le llevaba una secuencia, y así fue hasta unos dos ó tres días antes de morir.

“Porque Julio le transmitió  un elemento humano al trabajo y a los proyectos y todo eso. Ese es su legado. Un instituto que fue formado por gente que lo quiere, inclusive lo ha estudiado. Y es de esos legados, Yo diría imperecederos. Que yo siempre decía cuando hablaba en alguna intervención. Que las instituciones universitarias y formadoras no se acaban  y que el valor del IUTEMBI, es que lo atendemos la gente de aquí mismo, que todos los demás, tenían coordinadores de extensión. Este es un instituto trujillano. No es lo mismo ver al jefe, tocarlo, conversar con él, a que el jefe o dueño está en Caracas o en el exterior. Nosotros tenemos 28 años, y hemos sobrevivido.  Julio siempre fue una persona entusiasta, nunca se quejó.

Pudiéramos haber estado hablando horas de Julio, sin embargo, conocidos, familiares y allegados de Carlos Simón se acercaban hasta él, para darle las condolencias por tan irreparable pérdida.

Hasta Siempre, Amigo…

 


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