EL INOLVIDABLE «PANCHITO»: UN GIGANTE EN CORAZÓN Y GENEROSIDAD | Por: Marcos Montilla*

 

En los pintorescos parajes del «Carvajal de Ayer y Hoy», aquel, él del siempre recordado, Rafael Benito Perdomo (+), que se extienden desde la parte alta de Carvajal hasta Campo Alegre, en el municipio San Rafael de Carvajal del estado Trujillo, Venezuela, existió un personaje popular muy querido por todos. Su nombre de pila era José Francisco Moreno, mejor conocido como «Panchito», y a pesar de su diminuta figura por su bajo tamaño, dejó una huella imborrable en la memoria de los habitantes de «Mi sagrado suelo», San Rafael de Carvajal, y de quienes tuvieron la fortuna de conocerlo.

En «Panchito», se destacaba su distintiva elegancia y buen gusto, a pesar de su pequeño tamaño. Siempre estaba impecablemente vestido, luciendo trajes, corbatas y sombreros, en muchas de sus ocasiones. «Panchito» se preocupaba por su apariencia y se esforzaba por transmitir una imagen de distinción y estilo. Sus atuendos llamativos y perfectamente combinados no pasaban desapercibidos, y la gente solía admirar su sentido de la moda. A pesar de ser un personaje diminuto, Panchito irradiaba confianza y sofisticación con cada paso que daba.

Con su fiel e inseparable sombrero sobre su cabeza, muy parecido al del «Llanero solitario» y empujando su pequeño carrito de madera que tenía una rueda maciza y duradera en el centro, que no parecía muy resistente, según algunas fuentes, fue diseñado en los alrededores de El Serrucho, sector La Llanada, «Panchito» se convirtió desde muy joven en un gran emprendedor, en un vendedor ambulante lleno de vitalidad y espontaneidad.

Calle arriba y calle abajo, recorría incansablemente los populosos sectores del «Municipio de mis afectos», donde salía a vender su mercancía desde muy temprano, ofreciendo con una sonrisa incansable en su rostro y con orgullo, sus mercancías y productos, acemas, panes, verduras y frutas frescas, especialmente, cambures, naranjas, aguacates, y mucho más, que él mismo seleccionaba con esmero. Recorría las principales calles y rincones, San Genaro, La Cabecera, La Horqueta, El Amparo y hasta El Limón de Campo Alegre, y otros tantos lugares. No importaba si el día estaba soleado o lloviznaba, el siempre estaba ahí, dispuesto a servir a los clientes con amabilidad y cortesía.

Lo sorprendente de «Panchito» no era solo su valentía para enfrentar los desafíos de la vida cotidiana en aquellos lejanos días con su modesto carrito de madera, sino también su impecable actitud hacia todos aquellos que se cruzaban en su camino. Siempre se mostraba amable y servicial, brindando una sonrisa cálida a cada persona que se acercaba a él.

Su carrito de madera, aunque sencillo, se convirtió en el centro de atención de muchos jóvenes y adolescentes del lugar, en aquellos especiales días. Ellos veían en «Panchito» una fuente de inspiración y, con gran entusiasmo, se ofrecían a empujarlo en su carrito por largos trechos de la antigua «Estovacuy». Era una forma divertida de ayudarlo a moverse más rapido y, al mismo tiempo, un gesto de cariño hacia este humilde y diminuto personaje. Juntos, «Panchito», los jóvenes y adolescentes, compartían risas y anécdotas, creando vínculos de amistad y generando momentos inolvidables. «Panchito» siempre agradeció estos pequeños momentos de diversión y se dejaba llevar con alegría y buen humor.

Pero más allá de haber sido un vendedor ambulante, «Panchito» era una persona muy querida, y respetada por la comunidad, se destacaba por su increíble generosidad. Muchas veces, ante la falta de recursos de algunos vecinos, él les brindaba un gesto de solidaridad, regalando alimentos o ayudándoles de cualquier manera posible. Su espíritu altruista y su deseo de hacer el bien eran una parte integral de su ser, demostrando que no era su tamaño físico lo que determinaba su grandeza.

A medida que «Panchito» avanzaba por las calles de la «Sabana de los Truenos», aquella del cronista mitológico del municipio, Ramón «Lapo» Aguilar, dejando a su paso una estela de bondad y alegría, se ganó el cariño y el respeto de la comunidad. Su presencia se convirtió en un símbolo de inspiración, recordándonos que la fortaleza no siempre se mide en altura, sino en la capacidad de tocar los corazones de los demás con gestos de amor y amistad.

Dentro de la historia de «Panchito», vale la pena destacar su conexión con su familia originaria, los apreciados vecinos, Aranguren, quienes lo acogieron en su hogar materno hasta el último día de su vida. La pequeña figura de «Panchito» se hizo un lugar en el corazón de esta familia, convirtiéndose en un miembro más, morada ubicada al final de la calle 4 en El Filo de Carvajal. Recordando además que llegó a ser propietario de una casa en la Avenida Cuatro de El Filo, justo al lado del desaparecido Rafael Barrios (+), frente a la difunta Eugenia Hernández (+), a escasos metros de la familia de «Pompilio» Arellano.

En mi infancia, tengo vívidos recuerdos de «Panchito, un personaje popular en nuestra comunidad. Uno de ellos, es que él solía guardar, en muchas oportunidades su pequeño carrito de madera en la acogedora casa de la familia Juarez Ruiz. El hogar de Don Pedro Juarez (+) y la señora Cornelia Ruiz (+), era un lugar lleno de calidez y hospitalidad, y siempre estaban dispuestos a ofrecerle un espacio para guardar su carrito. También los refugios o estacionamientos de su herramienta de trabajo fueron también las viviendas de las familias Juarez Bolívar, Monsalve, Marin Juarez, Nava, Castellanos, entre otras. «Panchito» valoraba enormemente estos gestos y se sentía parte de las familias cuando estaba allí. Era maravilloso ver cómo las casas se llenaban de risas y alegría cada vez que «Panchito» visitaba con su preciado carrito en esos hogares acogedores.

En el año 2016, el reconocido «Abogado de la gaita», Jorge Juarez Ruiz, decidió dedicar un tema de su autoría al querido y diminuto personaje «Panchito». Con su creatividad musical, Juarez Ruiz logró capturar la esencia y popularidad de «Panchito» en una melodía llena de alegría y nostalgia, vocalizada por Hixon Palomares y Gonzalo Andara con la agrupación «Gaiteros de Estovacuy». Este gesto musical se convirtió en un homenaje inigualable al entrañable personaje que ha dejado una huella imborrable en el corazón de muchas personas.

I
Con su traje Dominguero
Quien no recuerda a Panchito
Elegante, bien bonito
Y de Flux, corbata y Sombrero
Metro y tanto mediria
Aquel pequeño hombrecito
De un corazón infinito
Que sonrisas repartia

II
Las calles las recorría
Con su carro de Madera
Y todo era gozadera
Cuando más tarde subia
Los muchachos del liceo
Lo montaban al carrito
Y el sentado tranquilito
Disfrutaba del paseo

III
Se fue el amigo Panchito
A vender en otros lados
Dejándonos olvidados
Ni siquiera un recuerdito
Con su carrito alzó el vuelo
Contento andará Panchito
Junto con los angelitos
Por los confines del cielo

CORO
Por calles de Carvajal
Va caminando Panchito
Empujando su carrito
Con ganas de trabajar
Y pregonando al pasar
Traigo buenas las lechozas
Las guanabanas sabrosas
Cambures de a tres por real
(Bis)

Hoy, aunque «Panchito» ya no esté entre nosotros, su legado perdura en nuestros recuerdos y en la historia de San Rafael de Carvajal. Su figura se ha convertido en una leyenda que trasciende su pequeña estatura, recordándonos el verdadero significado de la amabilidad, la humildad y la generosidad. Su partida dejó un vacío en el corazón de todos, pero su legado de amabilidad y servicio continúa vivo en la memoria de quienes lo conocimos.

«Panchito», el vendedor ambulante de esta «Tierra tocada por Dios», San Rafael de Carvajal, el que siempre andaba muy bien arregladito, dejó una huella imborrable en la comunidad. Su ejemplo de perseverancia sigue inspirando a todos a tratar a los demás con respeto y a enfrentar los desafíos de la vida con una sonrisa.

Su legado de amabilidad y servicio inspiró a la Funeraria San Rafael Arcángel de Carvajal, graciss a la iniciativa de la Prof. Juanita Nuñez de Castro, a crear la Fundación «Panchito». Dicha fundación tiene como objetivo brindar servicios funerarios gratuitos a las familias de escasos recursos, en honor a la memoria de este hombre humilde y generoso. Gracias a esta iniciativa, el espíritu de «Panchito» sigue viviendo, ayudando a aquellos que más lo necesitan en momentos difíciles.

En nuestros corazones, «Panchito» permanecerá como un gigante que nos enseñó que no importa cuán pequeños podamos parecer ante los ojos del mundo y de Dios, siempre podemos marcar una gran diferencia en la vida de los demás. Aunque ya no está físicamente presente, su recuerdo vivirá para siempre en los corazones de los carvajalenses.

*Abogado, columnista y exalcalde de Carvajal

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