El Inmigrante

Salimos de madrugada
con un nudo en la garganta
Nunca olvidaré a mi madre
con lágrimas en su cara
Es imposible olvidar
sus ojos y su mirada.
Dejamos allá en el pueblo
nuestra familia adorada,
emprendiendo largo viaje
con el alma devastada.
Muchos viajan en aviones
con tarifas elevadas
Pero la gran mayoría
Salimos en autobuses
Desplazándonos por tierra
Por tarifas más holgadas.
Pidiéndole mucho a Dios
que siempre nos resguardara,
para llegar a un país
donde su tierra y su gente
a todos nos apoyaran.
Un país donde el gobierno
su nobleza demostrara,
para con gran diligencia
permitieran nuestra entrada,
y de inmediato mi gente
se sintiera refugiada.
Larga sería la jornada,
sin conocer los caminos,
sin conocer las paradas,
sin conocer el lugar,
donde sería la llegada.
Cruzando ríos y montañas
con subidas y bajadas,
siempre se escuchan los rezos
al pasar una quebrada.

El chófer con gran pericia
de repente aceleraba,
y cuando menos lo esperabas
te despierta una frenada.
El camino fue muy largo
mi columna va cansada
Espero que ya muy pronto
Pueda hacer una parada.
Para llamar a mi madre
que debe estar preocupada,
pa` decirle que estoy bien,
que no me ha pasado nada.
Muchos que viajan conmigo
no cuentan con pasaporte
ni con visas aprobadas
Salieron con su esperanza,
que se vino acompañada
junto al montón de proyectos
e ilusiones renovadas.
Ya en el lugar de destino,
en la última parada,
llenándome de valor
aunque mis piernas temblaban.
Tratando de organizar
mi mente desorientada,
comencé a bajar del bus
con mi cintura aporreada.
Con la chamarra abrochada
cubriéndome el corazón
y el alma que va agobiada,
sujeté bien mi maleta
y me coloqué en mi espalda
mi mochila bien terciada.
Y para colmo de males
del dinero que me traje
casi no quedaba nada.

Ya en estas tierras sagradas,
sin conocer el país,
sin conocer la morada,
sin conocer los vecinos,
sin conocer la barriada.
Comencé a buscar trabajo
de una forma apresurada,
pues lo poco que quedaba
ni siquiera me alcanzaba
para cancelar la renta
de manera adelantada.
Las suelas de mis zapatos
ya las siento desgastadas,
y es de tanto caminar
buscando una buena paga.
Pero nunca me rendí,
nunca bajé la mirada,
pues aquí no importa mucho
profesiones alcanzadas.
Deme una oportunidad
y me prueba una semana,
yo trabajaré muy duro
aunque sea doble jornada.
Yo vine fue a trabajar
y lo haré con muchas ganas
Lo importante es enviarle
a mi madre su mesada.
Hoy me preguntó un señor
El porqué de mi partida
le conté con dolor y
mirada deprimida,
porque los venezolanos
salíamos en estampida.
No saben de la tragedia
que vivimos cada día
No queremos caridad,

si viajamos hasta aquí
fue buscando una salida.
Nuestra Patria está abatida,
su gente está empobrecida,
los servicios colapsaron,
Y en los mercados del pueblo
no encontramos ni comida.
Nuestra moneda no vale,
los sueldos no nos alcanzan,
no encontramos medicinas,
ya ni para la tensión
Conseguimos las pastillas,
Mi madre se encuentra enferma
Y bastante desnutrida
Si no envío la mesada,
yo no creo que sobreviva,
Cada vez que hablo con ella
la siento más afligida.
Ya han pasado varios meses
mi piel se ve envejecida
Hoy cuento con dos trabajos
dieciséis horas seguidas
Mi cuerpo está cansado
y por el frío y el desgaste,
mis manos adoloridas.
Pero a pesar del cansancio
y de los cambios del clima
hoy me siento un triunfador
Mi madre se encuentra sana
ya cuenta con medicinas
y en su casa no le falta
dinero para comida.
Mientras yo me encuentre vivo
ya no estará desvalida
Yo trabajaré muy duro,
si es posible noche y día,
pues ella siempre será
Mi dama más consentida.

Por Fabián Salinas Santiago

Fabian.salinas@yahoo.es

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