El 27 de junio, Día Nacional de Periodista, no podía pasar desapercibido para el gremio. El ajetreo intenso vivido por la cuarentena bien valía la pena “una canita al aire”. Así lo entendió un grupo de periodistas y periodistos y sobre todo los que le han puesto el pecho a la brisa en la cobertura en estos días de pandemia como es el equipo campeón de Diario de Los Andes.
Después del mediodía, la tropa se fue apareciendo en la Casa del Periodista en el sector de San José. Mucha agua había corrido debajo del puente desde los días en que Alejandro Sánchez Cortés, gobernador de Trujillo, en la década del 60, compró aquella vieja casona, desaparecida desde hace rato largo donde comenzó a funcionar nuestra sede. Eran los días gloriosos de la AVP. Con la aparición del Colegio Nacional del Periodistas, CNP y la mano solidaria de los mandatarios de la IV República, los adecos, José Mendez Quijada y Luis Ernesto González, la vieja estructura fue demolida y dio paso a la moderna sede que hoy tenemos donde el gremio convive con una serie de oficinas de organizaciones amigas, Un salón de conferencias con el nombre de Fabricio Ojeda y una biblioteca, “Don Luis González”.
Una comitiva encabezada por nuestro secretario General, Jesús Segovia, recibió a los colegas a la entrada del colegio. Ticket en mano, una orden para disfrutar de unas cuantas birras.
Franco Acosta, con un repertorio de sus mejores éxitos en su carrera artística comenzó la fiesta para calentar los músculos. Por ahí aparecieron unos grupos regionales y todo el mundo comenzó a mover el esqueleto. Rigoberto Ocanto, desempolvó sus mejores piezas. La animación era por turnos, pero siempre bajo la coordinación de José Monagas, artista y periodista.
Una fiesta a todo dar
“Tres por uno” comenzaron a gritar algunos colegas mientras miraban hacia el centro de la pista a una pareja que bailaba animadamente. Eran Mayra Linares y Rigoberto Márquez, donde sobresalía la estatura de la animadora de Contacto 970 y del equipo de Diario de Los Andes. En otro extremo, un par que tenía buen ritmo eran el del popular “Chaparro” y el de Yoerli Viloria. Comenzaron a tararearle al compás de la música.
“Súbete a mi moto”. “Súbete a mi moto”.
María Grabiela andaba esponjada con corona y todo. Había sido nombrada reina en el Día del Periodista. Y no es nada, su mejor escudero, Hebert Carrizo, no dejaba que nadie se le acercara. “A otro perro con ese hueso” decía el abogado y colega cuando alguien le lanzaba un piropo a la hija de Merle. ¡Celoso el muchachito!
Hasta Frank sacó a relucir unas cualidades que le desconocía como bailarín y de mí no las heredó, porque si para algo soy malo, malísimo es para el baile. Eso sí, estaba más marcado que Messi por Ismar que no lo soltaba ni para beber agua.
Otra que se soltó el moño fue la Diana Paredes. La negra de Ciudad Capital no pierde su “sumbao” pese al paso de los años no tenía reposo. Una birra y a la pista. Y al que no quería bailar, a los “achantados”, a esos que van solo a mirar y a beber los “halaba” por un brazo y les decía. “Suelta ese muchacho, a menear el esqueleto”.
Las admiradoras de Alexander González se quedaron con los crespos hechos. El analista de Alta Política se apareció con una morena cuarto bate. “Está maluca la muchachita” diría el recordado Rafael Angel Lujano. Otro “runche” para el baile. Y en verdad que la niña tenía lo suyo. Ahora a Alexander lo llamarán el Mago y es que de repente desapareció con la prenda y nadie ha sabido más nada de él.
La música se detuvo por un momento. José Monagas anunció a los artistas de la casa. El Gato Segundo Mendoza, el Gaby Montenegro y Guillermo Torres. Comenzó un mano a mano entre ellos, pero la gente cansada del mismo repertorio de todos los años, lo que quería era bailar y comenzaron a sonar la trompeta al estilo de El Chacal.
“Y fuera”, “Y fuera”.
Todo no era pachanga, ni birras y baile. En un rincón llamaba la atención un grupo de amigos de la política que se auto invitaron al encuentro. Carlos Andrés González, Marcos Montilla, que de paso trajo un conjunto de gaitas, Iraly Guerrero, Leonardo Montilla, Joaquín Aguilar, y por ahí entreverado se mezclaba Douglas Abreu, el colega del Búnker, quien trajo la bomba a la pista de baile.
“Hay un acuerdo para ir a las parlamentarias unidos como los Tres Mosqueteros. Todos para uno y uno para todos. Mañana darán una rueda de prensa.
“Sí mañana, o pasado mañana, aquí no vengan a aguar la fiesta” soltaron muy molestos, Eduardo Viloria y Héctor Briceño, el par de bejucos con sus espumosas en la mano. No querían saber nada ese día de primicias ni de caliches sino beberse sus cervecitas gratiñán porque para comprarlas cuesta un ojo de la cara.
Miguel Angel Albarrán, fue el champion consumidor de la jornada. Pidió tickets como tres veces . Y no le daba descanso a las colegas que andaban de agentes libres como Layisse Cuenca, doña Cecilia que por fin salió de la baticueva y Yuliana, quien aprovechó que Marcos estaba de guardia. El grito de batalla del homónimo del gran artista de la época renacentista no se hizo esperar, mientras alargaba la mano a la pareja de turno.
“Cúbranse de gloria, muchachas”
La noche estaba cayendo cuando se formó la de San Quintín. El sonido de una sirenas de la policía retumbó a la entrada del CNP. “Bonito ejemplo están dando ustedes, en plena cuarentena y con una fiesta montada” gritó un oficial de casi dos metros que venía al frente de la comisión.
“Nos jodimos, preso todo el mundo” balbuceó todo asustado Luis Huz, quien llegó a última hora junto a su carnal Caraquita, con Marcos a representar al gremio de los gráficos.
¡CRISTOFUE! ¡CRISTOFUE! ¡CRISTOFUE!
Con este cantar me despierto casi todas las mañanas. Es una manada de pajaritos que se posan en un árbol cercano a la ventana donde duermo y melodiosamente como los propios ángeles tararean:
¡Cristofué! ¡Cristofué!
Cierto, abro los ojos y la claridad del día está apareciendo. Carmen tiene su propio concierto. Ninguna fiesta del periodista, ni que ocho cuartos. Todo fue un sueño.
¡Nos salvamos nadie resultó preso.!