El Referendo Consultivo del 3D ha sido una invención, un camino trazado por el oficialismo, donde ha quedado atrapado el sentimiento nacionalista del pueblo venezolano afanado en la recuperación de una séptima parte de su territorio vilmente arrebatado por apetencias colonialistas en el siglo XIX.
Quienes nos sentimos convocados a expresar el deseo patrio de reivindicar la integridad de nuestro territorio, hemos sorteado diversas interpretaciones sobre la potestad y viabilidad referendaria y sus circunstancias; también ante las preguntas de insuficiente y discordante precisión según opinión de jurisconsultos ‘superdotatos’ y temerosos en general; adicionando el calculado silencio de una oposición dominada por el interés electoral, colocando en su punto ciego a Venezuela.
El Referendo visto sólo como risible tabla de salvación del régimen, una trampa, el singular modo de acabar con la ilusión de recuperar la Guayana Esequiba, es una explicación superficial de dirigentes opositores luego de haber realizado su acto de contrición calculador; en ellos se impuso sin necesidad alguna el burdo interés electoral, pese a la imposibilidad de negar la importancia de la consulta constitucional en la activación de un pueblo históricamente inconsulto ante tan importante problema urgido de interés nacional; mucho más ahora en las actuales circunstancias, donde se ha visto el acecho de los lobby de la viveza transnacional interesada en la explotación de recursos energéticos abundantes en el área esequiba venezolana.
Ya no se puede negar la repetición de la causa y los antecedentes de tan vetusto litigio: la voracidad irresponsable de países agrediendo y usurpando la soberanía de Venezuela se ha hecho ‘sostenible’ principalmente por medio de influencias ‘políticas’ y financieras extendidas hacia poderes judiciales y militares, lo cual representa un verdadero riesgo y chantaje para la soberanía venezolana.
Por qué no se debe hablar de la conveniente revisión del Estatuto de la CIJ, de su efectiva competencia, y si Venezuela es realmente signataria de la misma. Son preguntas esperando una respuesta, más allá de la opinión de algunos al ‘redondear’, en base a las visitas obligadas a la CIJ, un reconocimiento ‘tácito’ de Venezuela a dicho ente
Lógicamente debe buscarse una explicación cotejando el Estatuto de la Corte y sus procedimientos [su persistencia de hacerse parte de un juicio, arreando a un país soberano y pacífico armado de paciencia ante las actitudes escurridizas y usurpadoras de Guyana y de quienes le ayudan], con el articulado del Acuerdo de Ginebra [no un simple acuerdo sino el Tratado con mayor logro y alcance en toda la extensión de la palabra], según el cual se afianza y consolida la doctrina de un arreglo siempre bilateral y pacífico, respetuoso de la paz.
Esa es la esencia y espíritu del ‘Acuerdo’ de Ginebra, y ha de ser reivindicado en beneficio mismo del derecho internacional y no de la excesiva discreción de la CIJ [duda y riesgo para Venezuela y oportunidad para forjar una salida a favor de Guyana]; también en la previsión y fortalecimiento de los adecuados, y por supuesto convincentes, procedimientos de la ONU, ente mundial destinado a evitar el conflicto armado en aras del derecho a la vida y armonía de las naciones, de la región, porque ahora Venezuela, no tan débil como en el siglo XIX, aunque mal gobernada, no escatimará esfuerzos para hacer valer la soberanía sobre la Guayana Esequiba.
El gobierno guyanés ha sido aconsejado e impulsado por la ONU, organismo este al parecer permeable a los intereses transnacionales
El centro de poder de Georgetown, ha amenazado con sus influencias en el Comando Sur de EEUU, en la CARICOM, el gobierno británico y la Commonwealth; envalentonado por la flaqueza entreguista de los ‘gobiernos’ venezolanos, principalmente de este primer cuarto de siglo XXI; también por la sola palabrería de los jurisconsultos y pragmáticos dirigentes ‘políticos’ de la Tierra de Gracia, resignados como corderos ante una CIJ excesivamente ‘prominente’ cual si fuera la Corte Celestial.
Hay otros recursos eclipsados en la superficial interpretación del Estatuto de la CIJ y el Acuerdo de Ginebra [excepcional Tratado de Venezuela y el peor para Guyana], y en los procedimientos de la ONU, susceptibles de revisión sin temores ni tabúes. Estos instrumentos legales deben revisarse y dárseles su utilidad en el seno de las Naciones Unidas, antes de aceptar la ‘obligada’ intervención judicial o decidir el indeseado enfrentamiento armado, lo que requeriría la intervención del Consejo de Seguridad.
Para muchos venezolanos está clara la culpa de las infortunadas y peligrosas circunstancias: gobiernos, pese a la continua ocupación guyanesa, han actuado casi indiferentes y entreguistas, o sea presos del temor y creídos nomás de la documentación y la palabrería histórica; mientras los guyaneses si están ocupando y violando los acuerdos sostenidamente y con desparpajo, buscando recursos e influencias para quedarse con el territorio; mostrándose débiles, pobres e indefensos ante una ‘potencia’ energética como Venezuela con ansias de ‘expansionismo’ y ambición económica desmedida; mostrando al mundo la posibilidad de una lucha de David contra Goliat.
Frente a las expuestas y penosas circunstancias, lo más adecuado ha sido el Referendo del 3D. Una manera de hacer algo diferente, de legitimar acciones —tal vez con perfil aventurero y desafiante—, tendientes a llamar la atención del mundo, y reclamar el mejor accionar de los organismos internacionales por el derecho y la paz.
…
Venezuela, es lo primero…
Todavía no lo
quieren asumir, siguen con sus
[tantos
peros, y con el yo
por delante. Contrarios
a todo lo que no esté comulgando
o en plena sintonía
del manido ego y necia
[conveniencia,
predispuesta y mezquina,
del colectivo ajena.
Entonces ¿qué ciudadanía es esa?
¿Dónde está el deber,
el orgullo por la Tierra de Gracia,
suelo y atmósfera del
corazón de la patria?
Raíz, tallo, flor o espiga, del alma
de quienes la vivimos
y deseamos legar, sin desidia,
a sus futuros hijos,
libre de la ‘política’
del falaz egoísmo provenida.
L A V P
…
La Corte Internacional de Justicia [en la mañana del viernes 01/12/2023], tuvo a bien, en la voz de su presidenta, jueza Joan Donoghue, pronunciarse sobre la solicitud de Guyana contra el Referendo 3D
En tal sentido, ‘ordenó’ a ambos países “abstenerse de llevar a cabo acciones que pudieran agravar la disputa del Esequibo…”. Acotando “que existe un riesgo de perjuicio irreparable al derecho ‘plausible’ de Guyana… “. Reiterando “que Guyana ‘administra y controla’ el territorio en disputa…“; también reseñando “que las ‘órdenes’ provisionales tienen efecto vinculante y crean obligaciones jurídicas internacionales…”.
Para los adelantados y anuentes de tales procedimientos judiciales, ‘sólo’ queda a Venezuela consignar en la primera mitad de abril 2024 la ‘’contra memoria’’ para insistir y probar la nulidad del Laudo Arbitral de París [1899], ya declarado inconforme por el Acuerdo de Ginebra [1966], Tratado este sobre el cual el Estado venezolano tiene la obligación de insistir y hacer valer.
…
Sólo quedamos a la espera de la sucesiva utilidad, bien entendida y responsable, del Referendo 3D
Sigue dependiendo de la participación de los electores, del control ciudadano, el apropiado uso de esa gran jornada, para hacerla genuina y efectivamente nacionalista; es decir, el punto de inflexión para continuar reclamando a toda costa lo que es de los venezolanos, preferiblemente sin intervención de organismos no garantes de la devolución de nuestra Guayana Esequiba.
.