El duro reto de reanimar el turismo en el estado Mérida

El fin del año 2019 y el inicio del 2020 habían dejado un agradable sabor de boca en el sector turismo en Mérida. Luchando contra las adversidades, los números rojos empezaban a decolorarse y apuntaban a una palpable recuperación de la actividad, más por ingenio y sacrificio de empresarios y emprendedores, que por las nefastas condiciones del entorno. Entonces llegó la pandemia para cambiar la vida de la humanidad, llevándose, con su filosa guadaña, al turismo como su principal víctima en la economía planetaria. En Mérida, la industria turística se apertrecha con ideas, esperanzas y mucha fe. Y aunque en cuidados intensivos, si uno escucha con atención podrá escuchar la respiración de un sector que se niega a sucumbir.

El principal atractivo turístico de Mérida, el Teleférico Mukumbarí, se mantiene cerrado. En la Plaza de Las Heroínas, punto de acceso a la primera estación (Barinitas), algunos pocos citadinos se distraen.

 

 

 Para efectos de la crisis mundial del turismo, Mérida no es más que una de las ciento de ciudades (por no decir países enteros) que han visto caer estrepitosamente su industria turística, merced del Coronavirus asomado en nuestras vidas desde mediados de marzo de este año 2020. En Venezuela cumplimos en este momento 6 meses exactos de lo que muchos han llamado la nueva realidad. Nueva y muy difícil.

Con cifras mundiales de muertes que se aproximan al millón de personas y contagiados que superan los 30 millones, el virus Sars CoV-2, causante de la enfermedad Covid-19, ha generado un efecto “devastador sobre el turismo”, según palabras textuales emitidas a inicios de septiembre por el Secretario de la Naciones Unidas, el portugués António Guterres.

Hasta el pasado mes de agosto, según Guterres, el turismo mundial había caído un 50% como consecuencia de la paralización mundial debido a la presencia del Coronavirus desatado. En términos numéricos, la citada caída de la actividad turística ha supuesto para el mundo pérdidas económicas cercanas a los  330 mil millones de dólares y mantiene en vilo a no menos de  120 millones de empleos de este sector específico.

A tono con ese crudo inventario, el  Secretario General de la Organización Mundial del Turismo (OMT), Zurab Pololikashvili, ratificó también a inicios de septiembre que “el turismo ha sido el más afectado de todos los grandes sectores económicos” e incluso  estimó que desde 1950 (es decir desde hace 70 años) el turismo no había sufrido una situación tan caótica como la que hoy enfrenta.

Las estimaciones de la OMT para el último trimestre de 2020 no son alentadoras ya que prevé que, como mínimo, el turismo mundial “podría caer un 60% pero en el peor escenario dicha caída general podría llegar al 80%”.

Punto de quiebre

Aunque por los contundentes datos internacionales pudiera dar la impresión de que es el Coronavirus – y sólo éste – el causante protagónico de las desgracias del turismo en Venezuela, la verdad es que la situación, para los efectos venezolanos,  es como la de aquella persona mal herida que es llevada en una ambulancia hacia la emergencia del hospital y en el camino la ambulancia choca y se incendia.

En esa línea de admitir la contundencia negativa del famoso virus pero de dejar en claro que en Venezuela teníamos nuestros previos “virus”  – crisis de servicios públicos, falta de combustible, inseguridad, entre otros – Leudo González, presidente del Consejo Superior de Turismo (Conseturismo), aseguró que el sector turístico venezolano “está en condición crítica”. Agregó este mismo vocero que “estamos muy cerca de ver operadores que manifiesten su incapacidad para abrir nuevamente sus empresas y operaciones” lo que compromete el futuro laboral de 300 mil personas.

 

Decenas de sillas sobre las mesas del área de comedores del Mercado Principal delatan que vivimos tiempos duros para el turismo. Seis meses lleva cerrado este popular servicio.

Cifras en su mínima expresión

Cuando altos funcionarios de organismos internacionales afirman que el turismo “es el sector económico que se ha llevado la peor parte por la crisis generada por el Coronavirus”,  para los empresarios y emprendedores turísticos merideños, dicha afirmación equivale a llover sobre mojado.

Y es que la crisis económica, política y social  en Venezuela venía reduciendo al turismo en el estado Mérida, hasta llevarlo en 2019 a caídas tan brutales como un 70% o más de su capacidad. Luego, sí, vino el muy contagioso virus y envío al turismo – al de Mérida y al del  mundo entero – a una sala de cuidados intensivos de la que aún no ha sido dado de alta. En la llamada “capital turística y estudiantil” de Venezuela,  lo que mal venía, empeoró

 

Como si de una función suspendida se tratara, los telones que cubren mercancías en el Mercado Principal, se mantienen abajo. El futuro turístico depende, en principio, de la atenuación de la pandemia, aunque eso es sólo parte del problema.

Para ilustrar esta realidad, valga citar que hace 15 años, en el año 2005, visitaron el estado Mérida más de un millón 600 mil turistas, según números emitidos por la Corporación Merideña de Turismo (Cormetur) y citados en el artículo  “El Turismo receptivo en el estado Mérida en cifras”, de la investigadora Marysela Morillo. Ese año la ocupación de hoteles y posadas fue del cien por ciento.

El consolidado anual de estadísticas oficiales vinculadas al número de visitantes al estado Mérida, para los años 2018 y 2019, no lo maneja la Cámara de Turismo pero se estimada una caída de hasta un 80% de la actividad. No obstante, el sector privado admite que hubo  una leve mejoría – desde la percepción de los empresarios del sector – de las cifras para finales de 2019 e incluso inicios de 2020, lo que hacía suponer que este año podría haberse iniciado un proceso de crecimiento.

Alejandra Luna, quien es directiva de la Cámara de Turismo del estado Mérida (Caturem),  considera que la incidencia de la crisis del país en el turismo de Mérida fue progresiva pero que desde hace al menos una década comenzó a acentuarse hasta llegar a este 2020, año en el que la sumatoria del Coronavirus  a los problemas preexistentes han hecho que  “la caída puede ser del 99% en las actividades vinculadas al turismo”.

 

José Antonio Muñoz y Alejandra Luna, directivos de la Cámara de Turismo del estado Mérida (Caturem), reconocen el complejo escenario en el que se mueve el turismo, pero como gremio creen que hay que sobreponerse y apuntar a rescatar este emblemático sector de la economía merideña.

En Mérida: no se pierden las esperanzas

En ese sentido, y aunque parezca una contradicción, la prolongada lucha emprendida por los referidos empresarios, haciendo frente a la variada gama de obstáculos que ha tenido que enfrentar el turismo en el país – pero más específicamente en Mérida, un estado que asienta un 30% de su economía en la llamada “industria sin chimeneas” –  ha generado una experiencia y una clara resiliencia, que lleva a ver al Coronavirus no como “el problema” sino como “uno de tantos problemas”. Esto es: la Covid-19, como enfermedad, representa un reto más a superar, pero no el único obstáculo.

Así piensan, por ejemplo la ya citada Alejandra Luna, directiva de Caturem,  al igual que José Antonio Muñoz, también directivo de la misma organización, quienes si bien tienen plena conciencia de las condiciones totalmente inéditas que ha generado el virus pandémico,  también consideran que este golpe se puede enfrentar e, incluso, superar.

Al respecto Alejandra Luna, quien también gerencia la empresa Patchamama Tours, en el área de agencia de viajes, recordó que durante los años 2018 y 2019 fueron varios los eventos que se organizaron desde Mérida con la idea de reactivar el sector turístico.

Específicamente cita Luna a los eventos FamTrip Desafío Mérida 2018, que se efectuó a mediados de 2018,  el  Workshops Turístico Venezuela 2018, que tuvo lugar a finales de ese año y la actividad  FuTurismo 2019, que si bien efectuado en Cúcuta, tuvo la presencia organizada del sector turístico merideño, el cual participó activamente en busca de buscar ideas y estrategias. “Esos eventos – explicó Luna – tuvieron un gran impacto nacional y generaron grandes beneficios para reanimar a un sector que sigue atravesando una crisis muy difícil”.

 

Una emblemática posada en el sector Milla, hacía planes para la temporada de agosto y septiembre. Ahora, incluso, la temporada de fin de año luce comprometida.

No bajar los brazos

Por su parte José Antonio Muñoz, quien además de sus responsabilidades en Caturem es gerente de la  Agencia Scanu Travel, convalidó la apreciación de que a finales del año pasado (2019) y a inicios de este año 2020 había indicios de ciertas mejoras en algunas actividades vinculadas al turismo, dentro de lo que cabe en un país en crisis.

Por ello, como ente que agrupa al sector privado dedicado a construir una industria turística robusta, Caturem considera que es imperioso lograr que todos los socios se sumen a la iniciativa de creer en las posibilidades de avances del sector, trabajando con las herramientas de la creatividad, de la paciencia, de la gerencia, de la adaptación a las situaciones de crisis, siempre apuntando a un futuro en el que las condiciones permitan el reflotamiento de la industria.

Ya hay algunas ideas en el tintero, como por ejemplo las de trabajar con el Turismo de Proximidad, como concepto que habrá de tomar mayor fuerza luego de la crisis que ha dejado el Coronavirus en el mundo.

 

El aeropuerto Alberto Carnevali, destinado a la última década a la atención de turistas que tomaban vuelo por El Vigía, cerró sus puertas al público desde que se inició el confinamiento por la Covid-19.

Pero también los directivos proponen acciones como la de los Viajes Programados y el aprovechamiento de las potencialidades que Mérida mantiene en su geografía, en sus expresiones agrícolas, culturales, en las cuales se puede refugiar el sector, tomando en cuenta que nuestro turismo hace rato cambio a uno de marcado acento nacional.

Es decir, si bien la Cámara de Turismo del estado Mérida sigue haciendo su labor gremial buscando que el gobierno facilite un cierto contexto a favor de la reactivación de las actividades del sector  – por ejemplo, incluyendo a agencias, restaurantes, empresas de transporte y otras  en los ciclos de flexibilización de las actividades económicas – los empresarios saben que las posibilidades de avances están en las propias iniciativas privadas.

En suma, aunque en su peor momento, el turismo en Mérida aún no se da por vencido y apuesta a lograr alianzas, emprender proyectos, generar acciones en el breve espacio que le permitan la crisis y la enfermedad Covid-19. Es un cuerpo que, tal vez por cuestiones de fe y esperanza, aún respira.

 

Para sobrevivir, las típicas ventas de artesanía deben abrir espacio a las harinas, el arroz, pastas y hasta salsas de tomates. Aun así, las ventas son magras.

 


 

Turismo: 10 obstáculos más allá de la Covid

 

  1. Incertidumbre en la disponibilidad de combustible (gasolina/gasoil).
  2. Precariedad en los servicios públicos (electricidad y agua).
  3. Incertidumbre con respecto a los proveedores de ciertos productos como alimentos, insumos, descartables.
  4. Aumento de los costos de los productos para el mantenimiento.
  5. Caída de las conexiones terrestres y aéreas.
  6. Ineficiencia en las comunicaciones y en los servicios de datos.
  7. Inseguridad y delincuencia.
  8. Restricciones e incertidumbres jurídicas.
  9. Pérdida del poder adquisitivo de los usuarios nacionales.
  10. Inestabilidad política.

 


Adelfo Solarte

 @adelfosb

Fotos: AS

 

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