Gabriel Montenegro
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Este domingo 07 de abril, precisamente en la celebración de la Fiesta de la Divina Misericordia, que recuerda la aparicion de Nuestro Señor Jesucristo a Sor Faustina Kowalska en Polonia, casualmente fue llevado a su última morada terrenal el cuerpo del eminente galeno regional Luis Visbal, hombre que no solo supo comprender su rol como hijo, hermano, esposo, padre, abuelo y amigo, sino además deja tras de si como herencia un recuerdo de candidez y solidaridad para quienes le conocieron y comunidad local que le rindió tributo y honor a su memoria.
Hace también pocos días, referimos a través de nuestro medio informativo, el fallecimiento del apreciado profesor de Educación Física Nelson Rojas, quien similarmente dejó un mar de buenas amistades, mar de aguas cristalinas, frescas y sanadoras que reconfortan a quienes pueden disfrutar de ellas…Luis Visbal fue también un ser humano ejemplar.
Una comunidad volcada a honrarlo
Por tantas muestras y presencia, casi no pudimos acceder a la sala velatoria donde se hallaba el féretro con el cuerpo de este hombre querido y admirado, profesional de la medicina de intachable trayectoria que formó parte de una generación de médicos que difícilmente podamos tener de nuevo en esta querida tierra trujillana.
Su señora esposa, doña Mirelis Labarca de Visbal, recibió las muestras de aprecio, cariño y solidaridad y tras la misa de responso sus restos fueron trasladados al Cementerio Parques Jardines La Paz para el acto de inhumación respectivo
Sus colegas apesadumbrados
Como es natural en este tipo de casos, muchos de sus colegas, relacionados y amigos a fueron a darle una despedida honrosa y compartieron no solo sus vivencias personales, sino muchas de las anécdotas que caracterizaron su noble personalidad, especialmente dentro de un hospital, una clínica o una sala quirúrgica.
Desde Diario de Los Andes nos unimos al duelo que aflige a su esposa, hijos, nietos y colegas, sino a ese caudal de pacientes que vieron en Visbal una esperanza y un soporte moral para el alivio de sus dolencias. Que Dios lo haya recibido y para sus familiares mucha fortaleza y coraje, porque resignación nunca habrá cuando se pierde a alguien tan querido. Que su recuerdo se mantenga inalterable, aún con el paso inexorable del tiempo, que de cierto va cerrando heridas morales y físicas, pero no marchitará jamás los buenos y bellos recuerdos.
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