El diálogo venezolano:  debe enfocarse en lo estrictamente fundamental y acotarse en el tiempo, porque más largas si que no

Por: Luis A. Villarreal P.

El receso que se han tomado los dialoguistas para adecuarse al ‘memorándum de entendimiento’, y que seguramente está siendo aprovechado por cada facción en el reacomodo de conveniencias y prioridades, abre igual oportunidad al disenso opositor para que siga amalgamando la unidad en lo concreto. Porque ya la crítica sobre la firma  del ‘memo’ se ha dado sus propias respuestas.

Que si el interinato capituló, que el oficialismo sacó ventaja, que la Plataforma Democrática en México legitimó la investidura cuestionada …

A mi parecer la Oposición simplemente cumple con la condición sine qua non del mundo político: sentarse a dialogar.  Es un reducto inevitable que debe transitarse en el menor tiempo posible. Entendiéndose además que las elecciones del 21N deben pasar por el filtro del diálogo, porque es una de las metas del ASN:  ‘Elecciones Generales y Transparentes’.  Aceptar menos es ceder demasiado.

El oficialismo —aunque va de la mano rusa— trató de esquivar o marginar  el diálogo, solicitando negociar directamente con EEUU quien lo remitió al ruedo de la Oposición su interlocutor natural.  Mientras, va directo a la incómoda negociación, allí tendrá que decidir si quiere solución para Venezuela o no. No tiene escapatoria.

Si el diálogo fracasa como antes, culpará de nuevo a la Oposición. Pero los que avalaron al mismo, deben adoptar otras alternativas que no impliquen convivir con el régimen, ni a mediano plazo.

Ahora más que nunca la ‘Oposición negociadora’ debe afincarse en las urgidas e irrenunciables aspiraciones para producir los cambios y poder decir que Venezuela, aunque en cuidados intensivos, está cumpliendo  con la medicación y terapia que harán posible su caminar y desempeño en el concurso de las naciones por una humanidad trascendente.

El diálogo es un recurso requerido en cualquier conflicto, y ha de intentarse para dejar claro el talante de quienes lo ejercen y su evidente deseo de querer resolver el problema, cualesquiera que sea, aunque los interlocutores sean escasamente creíbles o poco confiables.

Como canal regular de la razón hay que cumplir con ello, para que, en caso fallido, se pueda y justifique accionar por otras vías previstas en  tratados y normas internacionales que reclaman su aplicación y respeto.  Lo que queda es abrirse paso en el sendero de la justicia y la paz, so pena de que quienes se opongan a este noble ideal de dignidad que es libertad real, sean removidos de sus puestos de dominio y sojuzgamiento.

Se sigue sintiendo la necesidad de una Oposición amplia y formal —más allá del partidismo— que abarque los sectores del quehacer nacional: sus fuerzas vivas.  Y esta inquietud pareciera verse interpretada en ciertos e importantes detalles. Demostrado que el partidismo no podía solo ni modestamente acompañado con el Frente Amplio, se requería de que los demás sectores interviniesen, como lo ha hecho la Iglesia Católica, que ha pasado a ser más activa.

También los factores externos de poder han reclamado una Oposición ampliada con la representación de los demás sectores venezolanos.  Esta ha sido una ‘recomendación’ insistente de EEUU, aducida tempranamente —más cuando se pretendía jugar con un G3— para aclarar que no aceptaría simplificar —fragmentar— la Oposición.

A Guaidó —Presidente (E) por provenir y tener el piso de un pool de partidos que aún representan la mayoría de la AN 2015—,  Biden y quienes lo siguen en coalición de países pro democráticos, le ‘aconsejaron’ que se hiciera acompañar de una Oposición ‘nacional’.

Esto querrá decir en redondo que no por mucho tiempo podrán reconocer el ‘gobierno’ interino ante el mundo, porque debe haber una representación opositora también legitimada por el pueblo venezolano, bien en unas primarias o en una verdadera elección frente al oficialismo.

Para lograr tal propósito es menester otro tipo de elecciones, regidas por un CNE  confiable e imparcial ¿?

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